
Alonso Cueto Caballero (Lima, 1954) es uno de los narradores peruanos más fecundos no sólo por la natural frecuencia de sus cuentos y novelas, sino porque ha convertido a la clase media limeña en un espacio de exploración fluido y pasional.
Para un escritor que demostró ser un adelantado discípulo de Henry James en su primer libro de relatos, La batalla del pasado (Madrid, Alfaguara, 1983), en los que con elegancia y precisión capturó la vida casual y mundana de exiliados y cosmopolitas, esta vuelta a Lima y a su pequeña clase media zozobrante, supuso también un cambio de registro narrativo.
Sus personajes pasaron de la contemplación anímica y la memoria afectiva a la acción cotidiana y la agonía emocional. Y su estilo, de la delectación melancólica al hiperrealismo del lugar común.
A diferencia de sus mayores, Ribeyro y Vargas Llosa, que habían representado a la emergente clase media como heroica uno y como patética el otro, Cueto asume la lección de Raymond Carver y el neorrealismo norteamericano que, para escándalo de los estetas, exploraba la humanidad banal de lo diario y demostraba que los sujetos de hoy están desnudos antes las fuerzas trágicas de su suerte social mediocre.