Alonso Cueto
'En la literatura, el éxito es un accidente' 'En la literatura, el éxito es un accidente'

Por Gonzalo Pajares Cruzado
Fuente: Peru21, Lima 01/05/07

Alonso Cueto no se cansa de obtener galardones. El año pasado ganó el prestigioso Premio Herralde por su novela La hora azul y, ahora, acaba de ser finalista del Premio Iberoamericano Planeta-Casa de América.

Por ello recibirá 50 mil dólares, y la novela premiada, El susurro de la mujer ballena, será distribuida en toda Hispanoamérica. Sin duda, Cueto vive su etapa más creativa.
 

Dijo en Colombia que los premios ayudan al escritor a dedicarse solo a la literatura. ¿Eso hace mejores escritores?
Yo quise decir que el crecimiento de las editoriales permite que un grupo reducido pero significativo de escritores en América Latina se dedique solo a escribir. En el Perú, no tanto; pero en México, Colombia y Argentina, sí. Lo peligroso de esto es que se escriba para el mercado. Eso empobrece la literatura.

¿Cómo puede evitarlo un escritor?
Por más lectores que uno tenga, debe ser honesto con su mundo interior y no escribir pensando en el 'éxito', pues este es un accidente que nada tiene que ver con el oficio de escribir.

¿Diría que el caso colombiano muestra que apoyar la industria editorial crea riqueza y buenos escritores?
En Colombia hay una gran literatura por su tradición, por el talento de sus escritores y por el trabajo de promoción cultural del Estado. Tienen una magnífica Ley del Libro y una gigantesca red nacional de bibliotecas públicas. Hay más canales de comunicación entre autores, editoriales y bibliotecas. Por eso, un escritor colombiano tiene más posibilidades de escribir, de ser leído y de vivir de la literatura. ¿Qué joven provinciano peruano puede hacer esto?

¿Qué debe tener un escritor?
Uno, talento. Dos, vocación. Yo no sé si tenga talento, porque es difícil identificarlo. La vocación significa disciplina, entrega y compromiso. Escribir es una actividad solitaria que requiere ser alimentada por una fe inmensa en uno mismo. Sobre todo porque la vocación hace que un escritor no quiera dedicarse a otra cosa que no sea escribir las historias que tiene en la cabeza. Escribir una novela es una gran gesta solitaria porque uno pasa dos o tres años -o más- conviviendo con personajes, situaciones y diálogos que no 'existen'. Nadie comparte tu territorio. Entonces, allí no tiene sentido preguntarse: ¿Alguien me va a leer? ¿Tendré talento? ¿Podré hacerlo? Son preguntas inútiles y estériles frente a lo que debe ser el peso de una vocación. Es como si alguien se preguntase si algo que le da muchísimo placer valdrá la pena o no. No importa: hay que hacerlo porque es inevitable.

¿Fue difícil dedicarse solo a escribir?
Fue una decisión totalmente irresponsable. Un día decidí que, en lugar de escribir de 7 a 10 de la mañana -antes de ir a trabajar-, iba a hacerlo de 7 de la mañana a 7 de la noche. Tuve que renunciar a mis 'seguridades'. Muchos me dijeron que era una locura, pero mi esposa y algunos amigos me apoyaron. Allí empecé a escribir La hora azul.

¿Escribe mejor desde entonces?
Sé que tengo más horas para escribir y muchísimas más inseguridades también. Es una vida muy aventurera.

El susurro de la mujer ballena habla de una mujer con muchos conflictos.
La historia es la siguiente: en un avión, una periodista (Verónica) se da cuenta de que quien viaja a su lado -una mujer gigantesca (Rebeca)- es su íntima amiga del colegio, a la que no había visto en 25 años. Empiezan a conversar, afloran los recuerdos, las confesiones y los reproches. La novela narra sus vidas a partir de este reencuentro.

Esta es la anécdota. ¿Qué hay debajo?
Quería contar cómo es la amistad entre las mujeres. Para mí, ellas la viven de manera más intensa y radical que los hombres porque están mejor preparadas para entregarse a una relación y, al mismo tiempo, para exigir. Creo que, de todas las relaciones humanas, la más compleja e intensa es la amistad entre dos mujeres. También quería explorar su mundo interior, complejo y sofisticado. Cuando las mujeres están solas -o con otra mujer- son capaces de liberar una energía especial que reprimen con sus maridos o padres. El otro gran tema de la novela es el culto contemporáneo al cuerpo perfecto. A los gimnasios se les ha dado un valor casi religioso, son los templos de hoy.
 

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