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DE EDITORIALES

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Las ideas y la realidad en el sistema del libro de Jorge Luis Roncal
Las ideas y la realidad en el sistema del libro de Jorge Luis Roncal

Entrevista a Jorge Luis Roncal
Por: Virginia Vilchez
Lima, Abril 2008
 

“Nos proponemos aportar, a través del libro, a la construcción del ser nacional”
 

¿Cómo nace tu vocación por el trabajo editorial?
- Es el cariño a los libros que uno tiene desde pequeño. Los maestros, los profesores, los amigos en el colegio, en la universidad, hacen otro tanto en la formación de uno, y luego de la universidad ya uno se pregunta en qué medida, en qué rubro, en qué se puede aportar más. Hubo tres casos bien concretos que me marcaron en ese asunto editorial, uno fue Paco Carrillo, él tenía un sello, Ediciones de la Biblioteca Universitaria. El otro ejemplo fue Luis Fernando Vidal y su sello Cuadernos del Hipocampo, en el cual a la huella educativa y cultural se sumó el afecto personal. El tercero es el maestro Manuel Jesús Baquerizo, sobre todo en lo que tiene que ver la visión de conjunto de la cultura nacional. Aquí comenzamos a entender que es necesario rebasar la propuesta de la academia.

Cuéntanos cómo nace Arteidea
- Siempre me ha ocupado el tiempo y la atención la publicación de volantes, afiches, folletos políticos, culturales, sindicales. En los años 1987, 1988, con un amigo y compañero acuñamos de manera más aproximada la idea de la editorial desde el nombre, Arteidea, como una síntesis de imaginación y concepto, magia y propuesta, creación y soporte teórico. No pudo concretarse sino hasta 1994, salvo algunos intentos con algunas ediciones artesanales, de momento, o folletos o plaquetas (que hemos sacado muchas), o revistas sin continuidad. A partir de 1994, en un reencuentro con Balmes Lozano y Rosina Valcárcel, decidimos la publicación de El otro universo, un breve y bello poemario de Julio Nelson.

¿Éste es el primer título publicado? ¿Cuando empiezas formalmente?
- Sí, es el punto de partida. Se presentó el 7 de junio de dicho año en el Centro Cultural Peruano Soviético. A partir de ahí hemos procurado ir cimentando una visión de lo que es el quehacer del libro y de la producción editorial en el país. Entonces, formalmente iniciamos nuestra actividad editorial en 1994. En ese tiempo yo laboraba como periodista y corrector en el diario La República, donde trabajé hasta 2003. Así, desde 1994 hasta 2003 compartí el trabajo en el periodismo y el trabajo en la editorial. En 2003 dejé el diario después de 16 años.

¿Eres periodista de profesión?
- Soy periodista de oficio, no de profesión. He ejercido un montón de tiempo periodismo escrito, como también el trabajo ya más especializado de revisión y corrección de textos

Desde 2003 eres editor a tiempo completo. ¿Tener una editorial rinde económicamente?
- En nuestro caso, ofrece posibilidades sólo para subsistir; son mínimas las posibilidades de acumulación y crecimiento en una realidad bastante polarizada entre la gran industria editorial, buena parte de ella de carácter transnacional, y la pequeña y microindustria editorial, que se basa en la mayoría de los casos en el esfuerzo personal. Tal polarización está asentada sobre un modelo económico-social hostil al desarrollo de una industria editorial de carácter nacional y democrático, que es la opción que nosotros defendemos. Hasta dónde percibimos, en este aspecto sólo es posible pasar a un nivel superior en la industria editorial a través de la construcción de una gran alianza de los sectores interesados: principalmente editores, pero también promotores, educadores, escritores, etc.

¿Estás hablando de una alianza de editores o editoriales pequeñas? Ustedes ya tuvieron un intento con Huaca Prieta.
- Exacto, una alianza. El intento más serio fue Huaca Prieta en 2004-2005. Pienso que los principios que sustentaban esa propuesta siguen siendo vigentes en su totalidad, pero lo que pasó es que no existió cohesión en torno a un entendimiento claro de la importancia de la alianza editorial. Creo que se trata de ubicarnos en una situación en donde lo acumulado como proyecto particular en el campo de los libros, lo pongamos al servicio de una propuesta efectivamente trascendente para el desarrollo de la cultura en el país.

¿Qué significan para ti los libros?
- Si el libro lo asumimos como un mecanismo para ascender socialmente estamos perdidos, por ahí no vamos a ningún sitio; si el libro lo asumimos como un resorte para insuflarnos una dosis de mesianismo cultural, igualmente. El libro es algo muy superior a todo eso, es una herramienta fundamental para construir un mundo distinto. Si no existe una básica comprensión de esto, es difícil que se construya un proyecto colectivo. En el caso de la experiencia del grupo Huaca Prieta, nos pasamos 10 minutos discutiendo los principios -que eran lo fundamental- y tres horas discutiendo el nombre. Es decir, los principios no se asimilaron, no se digirieron.

Mencionaste a las transnacionales. Planeta, Norma, Alfaguara, ¿de qué manera perjudican a la industria editorial nacional?
- Uff, es terrible. Solamente por poner un caso concreto y muy palpable, ahora que está en la expectativa nacional el Plan Lector. Las transnacionales de libro en alianza, y muchas veces en complicidad con los estamentos oficiales de la educación y la cultura, se han impuesto y siguen imponiéndose de manera compulsiva como oferta de lectura en la población escolar, sometiendo por la vía del chantaje abierto o encubierto a entidades y autoridades educativas oficiales y no oficiales. Aquí se dan la mano el poder económico por un lado, y por otro lado la propuesta de lectura, que es ajena a los imperativos de la construcción del ser nacional, que transmite un modelo de vida absolutamente divorciado de las condiciones concretas en las que nos desenvolvemos; propuesta de lectura que entraña un contenido ideológico con fuerte influencia política en el proceso cultural y político del país: se trata de una propuesta que banaliza el ejercicio de la lectura, que promueve el desarraigo, que mutila el pensamiento crítico, que propaga el conformismo.

Esa práctica que mencionas no es exclusividad de las grandes transnacionales, sino también de las editoriales nacionales que editan textos escolares.
- Pero siguiendo las reglas que imponen las primeras. Yo hablo de las palancas principales del poder económico; obviamente Escuela Nueva, por ejemplo, hablando en términos del país es un monstruo, pero es un monstruo pequeño al lado de Alfaguara. Entonces, ¿quiénes imponen las reglas de juego?, quienes tienen mayor poder económico. Así, aparece nítida la relación entre el poder económico y la transmisión del modelo ideológico, a través de la oferta de lectura. Por ejemplo: coges un libro de texto con una propuesta de lectura de autores peruanos, claro, es inevitable que estén Vallejo, Arguedas o Mariátegui, pero seguidos de la comparsa de autores funcionales al canon cultural, cuando hay una cantidad inmensa de escritores peruanos de primer nivel que podrían cubrir esas páginas, si se tratara de una propuesta de lectura democrática y nacional. Quienes nos proponemos aportar a través del libro en la construcción del ser peruano, con una perspectiva de liberación nacional y construcción de una nueva sociedad, tenemos que responder a esta situación no solamente vía la denuncia y la crítica genéricas, sino en el planteamiento concreto, desarrollando efectivamente un Plan Lector que tenga los elementos capaces de construir una posibilidad de desarrollo nacional y democrático a través del libro y la lectura.

¿Cuál es la responsabilidad de ustedes como editores?
- Para mí lo fundamental es tener conciencia de la importancia del libro y la lectura en el proceso histórico y cultural, y la alternativa principal sigue siendo la conjunción de esfuerzos y la vertebración de una entidad –alianza, red o consorcio, el nombre es secundario- que construya y desarrolle una alternativa editorial nacional y democrática. Y esto debería ser parte del esfuerzo por vertebrar un gran Frente Cultural nacional y democrático.

¿Crees que sea factible? Porque veo que cada uno jala agua para su molino. Tal vez si cada uno de ustedes tuviera su propia fuente de financiamiento, sí; pero por lo general ustedes no cubren los gastos de edición sino es el autor quien los asume…
- Mira, en realidad en la pequeña y la microindustria editorial del país, es imposible —por la inexistencia de un soporte financiero— que la editorial pueda subsistir en base sólo a sus recursos. Entonces, por ejemplo, en Arteidea hay tres líneas con posibilidad práctica material de desarrollo editorial: 1) la iniciativa editorial, en donde la editorial apuesta por un libro, porque tiene posibilidades de recuperación económica a lo sumo en un mediano plazo, si es en un corto plazo mejor; 2) la línea de carácter mixto, en donde el autor y la editorial comparten el costo de edición del libro y 3) el autor financia materialmente la edición de su libro. Nuestra propuesta de lectura procura un esquema al servicio de un horizonte democrático y nacional. ¿Qué entendemos por eso? El carácter democrático radica en la posibilidad de que el libro tenga una relación democrática con la población, es decir que esté en la posibilidad de que el público mayoritario tenga acceso al libro, no estamos de acuerdo en que el libro multiplique su valor por 4 o por 5; pero también que la publicación del libro sea parte de un proceso de relectura democrática del caudal de creación y reflexión cultural en el país, de la revelación del verdadero rostro de la cultura, y que la relación con el lector tenga un contenido humano, fraternal.

Un momento: ¿no multiplicas tú por 4 el valor de tu libro? Entonces, ¿por cuánto lo multiplicas? Porque es una empresa, y para sobrevivir uno tiene que tener alguna ganancia para poder seguir.
- Eso es bastante relativo. No se trata de colocar el libro en una vitrina. Vamos a tener que bajarlo a lo concreto. Si un libro, vamos a poner el caso de Luis Urteaga Cabrera, nos cuesta 3.00 soles o 4.00 soles como producción material, entonces nosotros no lo vendemos a 20 soles, lo vendemos a 10 soles. Pero cuando hablamos de relación democrática hablamos no sólo del costo sino del método: no solamente son los 10 soles sino la relación humana. Nosotros establecemos procuramos desarrollar una relación horizontal con el lector o con el potencial lector, entonces trabajamos por un nuevo contenido en la relación editorial-lector. Por eso es que no ha sido nuestra perspectiva enchufarnos al circuito formal, y no es que lo despreciemos, lo que pasa es que no obedece a nuestra propuesta y podemos apelar a él de manera subsidiaria, nada más. No, uno no puede, en nombre del crecimiento, traicionar los principios.

Pero es una propuesta muy particular la tuya, porque hasta donde yo sé, Arteidea eres tú… publicas diez o quince libros al año y te encargas de la comercialización, pero si creces, digamos como San Marcos que publica un libro por día, no podrías salir a vender tú mismo, ni encargarte de la corrección, la diagramación, etc, no podrías salir a vender, a estar en contacto directo con el lector .
- Cuando te hablo de Arteidea no te hablo de Jorge Luis Roncal sino de una forma de entender el problema del libro y la lectura en el Perú.
Por ejemplo en lo personal yo no estoy en relación directa con el lector, está Lucía. La posibilidad de afirmarse, de bajar a tierra y encarnar los principios es precisamente empujando el crecimiento, pero dentro de esta línea de concepción nacional y democrática. Ese es nuestro esfuerzo, nuestra ilusión y nuestra propuesta. En nuestro equipo trabajamos con Lucía, trabajamos con Viviana, que nos asesora y apoya en temas de contenido, incluso también en temas de promoción y calificación de textos y presentaciones, etc. Trabajamos también con Ricardo Ayllon, en la lectura de textos, y en el tema del plan lector, particularmente en la parte didáctica, trabajamos con el profesor y escritor Raúl Baldeón.

¿Cómo piensas que deberían avanzar? ¿Cuál es el principal obstáculo?
- Una de las ideas básicas de Huaca Prieta era avanzar en la comercialización vía la unidad. Pero bueno, no resultó. En algunos casos lo hemos hecho, hemos participado como grupo en algunas ferias, por ejemplo en una feria en Villa Rica, en donde hubo en la práctica una muestra conjunta. Si estas experiencias de trabajo conjunto la eleváramos a un plan, de proyecto, daríamos un salto.

¿Cómo hacen para asistir a esas ferias?, ¿los invitan, ustedes las organizan?, ¿cuáles son las modalidades de organización?
- Otra de las líneas de propuesta para este asunto del libro es la de los espacios culturales. Procuramos desarrollar un vínculo horizontal con escritores, promotores culturales en diversos lugares del país. Por ejemplo, en Barranca no hay un solo editor, pero allí se han hecho cuatro ferias, con el agregado de que allí tienen el apoyo del municipio. Y así en otros lugares. No faltan ferias locales, lo que nos falta es hacer de eso un sistema.

¿Ustedes editan principalmente a profesores?
- Es por la realidad peruana, no se si se dé en otros países, pero en el nuestro, la gran mayoría de escritores son maestros. Entonces, la relación por allí es más directa, la conciencia que de eso tenga el profesor ya es otro asunto un poco más complicado. En provincias, el 90% de escritores son maestros, que desarrollan esta actividad como esfuerzo personal, no como proyecto. Si fuera un esfuerzo común, se multiplicaría, porque comprometería a la población escolar, a los padres de familia y por allí a la comunidad.

Cuando se acerca un autor y te dice que quiere publicar y que tiene el dinero para ello, ¿lo publicas o previamente pasa por una evaluación?
- Siempre hay una lectura, una revisión de lo que trae el autor, hay casos en los que se considera insuficiente la calidad del libro porque la conciencia del oficio del escritor es muy elemental todavía.

Cuando hablas de conciencia, ¿a qué te refieres?
- A la comprensión de lo que significa publicar un libro como instrumento de comunicación, esto es esencial, porque si uno tiene conciencia de ese rol, la conciencia derivada, es decir, el manejo del oficio es mucho más asimilable. Si uno maneja este concepto, va a decir efectivamente: “eso tengo que trabajarlo”.

Estás editando desde 1994, ¿de qué manera los ha beneficiado la Ley del Libro?
- Antes de la Ley del Libro ya se había arrancado un dispositivo por el cual el libro como producto no estaba grabado con el IGV. Eso produce un efecto positivo. Pero la Ley del Libro, como está planteada, no ha alimentado el desarrollo de la pequeña industria editorial, más bien le ha puesto vallas, por ejemplo en el retorno del IGV como mecanismo compensatorio hay una valla difícil de salvar. El monto en la compra de insumos supera los 15 mil soles, y una pequeña editorial difícilmente llega a esa cantidad. Se tendría que publicar diez u ocho libros mensuales para llegar a ese nivel, es decir un promedio de 96 libros al año y eso es difícil. Esa valla obra en función de la mediana o gran industria editorial. Ahora, no existe un reglamento de la ley que vea las particularidades. Por poner un caso: podría verse todas las propuestas de publicación desarrolladas en función del Plan Lector, que es de interés nacional. A todas esas propuestas se le podría establecer un estímulo, sea en el costo, sea en la divulgación, en los espacios de los medios de difusión estatal, por ejemplo.

¿Ha habido alguna variación en el precio de los insumos para el libro?
- Hay una curva descendente en el costo material del libro, pero no porque haya mecanismos de promoción del libro, sino por la situación de relativa estabilidad económica que se vive y por el crecimiento de la tecnología al servicio de la industria editorial. Lo que en los años 80 se producía a 10 soles, ahora se puede producir a 5 soles.

Una forma de bajar costos también es sacar grandes tirajes.
- Claro y en el Perú hubo experiencias, hace décadas, con la masificación del libro. En los años 50 hubo la experiencia de un Fondo de fomento del libro, que desarrolló festivales del libro peruano, no festivales como una reunión de escritores, sino de llegada a los lectores. Con el soporte financiero de empresas, colocaron el libro a un costo realmente accesible y en una relación democrática con el lector. Probablemente no era lo ideal pero es una propuesta valiosa que debe asimilarse.

¿De qué manera se financiaban esos libros?
- Había un patronato, el Patronato del Libro Peruano, constituido por representantes de determinadas empresas. La conducción del proyecto estaba en manos de los escritores; había un consejo de dirección del proyecto de los festivales. El patronato era un soporte orgánico empresarial que veía los recursos económicos. Ahora, con la idea de desarrollar y de construir un recurso nacional, eso se puede hacer y se podría hacer de mejor manera si existiera un elemental consorcio. ¿Por qué? Porque podríamos apelar a la sensibilidad de cierto sector del empresariado nacional que podría contribuir. Arteidea, Bracamoros, Lluvia, Altazor, Ornitorrinco, Papel de Viento y otras editoras, tienen nexos no solamente culturales, educativos sino institucionales; si esas posibilidades se sumaran en función de un proyecto confiable, digamos verificable, entonces eso podría concretarse.

¿La Ley del Libro contempla algo de esto?
- Es letra muerta. Lo último, oficialmente hablando, en promoción del libro es Concytec, que efectivamente dinamizó desde la esfera oficial la producción del libro peruano. Después no ha habido nada en serio.

Y en todo el tiempo que vienes editando, ¿crees que ha aumentado el interés por el libro?
- En realidad se tendría que ver el tema de la lectura y del libro como instrumentos. La lectura es una facultad inherente a los pueblos, a las personas. El problema es si esa facultad se desarrolla en beneficio de la construcción del ser nacional. Está visto que lo predominante es que no. Porque si existiera un proyecto desde el estado —ya no solamente desde el niño, sino desde la comunidad, que va a integrar a estos nuevos ciudadanos— en el cual el libro se constituya en una línea central del desarrollo de esa persona o de ese conjunto de personas, la realidad sería distinta, en todo. Pero eso no existe. Cuando el pequeño llega al colegio, lo enchufan a un plan frío de lectura que no maneja resortes de desarrollo humano, entonces finalmente se pervierte el ejercicio de la lectura y el libro deja de ser instrumento de ese ejercicio, para convertirse en un instrumento de control social. Hace 4 años que de cuando en cuando hay iniciativas del ministerio para promover el libro y la lectura, institucionalmente lo más claro es Promolibro, pero es una entidad de desarrollo de imagen, más que de propuesta de construcción de la industria editorial.

¿Has participado en proyectos semejantes?
- Hace tres años hubo un taller para elaborar el plan de lectura nacional. Se convocó en 3 fechas a los editores, a los escritores y a los supuestos lectores, quienes eran representantes de colegios y universidades. Nosotros fuimos al taller de editores con Altazor, Bracamoros, Lluvia, San Marcos, Escuela Nueva, Santillana, Norma, Alfaguara, etc. Los editores grandes: Bruño, Santillana y Alfaguara no tenían ni siquiera idea, ninguna propuesta, ningún objetivo de colocar al libro en su significado esencial. Los funcionarios desconocen la realidad del libro, los grandes industriales o empresarios del libro, solo le ven el sentido de acumulación y nosotros no tenemos un proyecto consistente pero tenemos la intención de construir una posibilidad de industria nacional. Como coralario de ese taller se formuló en papelotes una cosa muy simpática, una propuesta inicial y quedó allí. Nunca más nos llamaron. Pero fue una experiencia que nos enseñó tal vez de una manera dramática en manos de quien están los temas del libro, de la cultura.

Hablando de alianzas, ¿has oído de la Alianza peruana de editores?, ¿ustedes forman parte de esta alianza?
- No nos convocaron como editorial. Lo que hemos sabido se debe a las noticias, básicamente vía Internet. No sé si finalmente habrá producido alguna alternativa o propuesta de trabajo conjunto. No tengo idea de cómo andará. Pero sí en algunas ferias o conversatorios nos hemos encontrado con algunos de ellos y me parece que los editores jóvenes son una realidad importante que hay que alimentar, que hay que promover, pero que hay que colocarla en su verdadera dimensión.

He escuchado de ustedes, con mucha frecuencia, que los medios no les dan un espacio.
- Sabes que en los medios lo que pesa es la información no trascendente sino la información funcional a los intereses de los medios. Algunos son nuestros amigos, no se puede decir que no saben. Un tiempo éramos esclavos de enviar el sobrecito a todos los medios y los conocemos. Por ejemplo la página cultural de La República, es una pieza al servicio de una propuesta ideológica y cultural. El responsable tiene acá a Bryce y acá a Arteidea, ¿a quién publica, a Bryce o a Arteidea? Es obvio. Si tiene a Matalamanga y Arteidea, ¿qué publica?, Matalamanga pues. ¿Publica una propuesta de lectura o una propuesta editorial que sea contestataria al sistema que esa página sostiene? No. Quienes más cobertura nos han dado, aparte de La Primera, es Perú21. Seguramente nosotros caemos un poco espesos, aparentemente en una suerte de reduccionismo al esquema económico, social y político predominante, pero la realidad nos da la razón. Y que quede claro, no nos quejamos, sabemos cuáles son las reglas de juego y quienes las imponen.

Yo respeto lo que ustedes hacen, pero no son lo único. No sería correcto que pensaras que ellos deben editar lo que tú piensas que deben editar, se tiene que editar de todo.
- Si te fijas en lo que proponemos, no hay ninguna calificación negativa contra ninguna propuesta. Lo que planteamos es nuestra propuesta muy germinal, de repente muy elemental pero es una manera distinta, y sostenemos que esa manera distinta y esa propuesta distinta no encuentra niveles de equidad en los espacios dominantes, y eso no es quitarle legitimidad, desautorizar para nada a ninguna de las otras propuestas, pero sí tenemos una opinión sobre el contenido de las mismas.

Ustedes que viajan por todo el Perú, ¿en qué lugares la gente compra más sus libros?
- Es diverso. Tenemos, por ejemplo, una relación más o menos amplia con escritores de provincia, pero eso no significa de manera más o menos mecánica o automática que en esos espacios haya movimiento. Por ejemplo, en Trujillo, el espacio cultural es bastante conservador. El espacio abierto a la cultura mira básicamente lo que es promovido por el canon a través de sus medios. Lo extraño, lo que no encaja, no es tomado en cuenta. En Villa Rica, el espacio es un poquito más democrático y es diverso. En Barranca hay una buena expectativa, tiene que ver también con el ritmo del activismo cultural, con la vida del espacio cultural, pero hay elementos positivos en todo lugar. En Trujillo hay una experiencia muy bonita: el municipio auspicia el desarrollo permanente de un taller de poesía para estudiantes, se reúnen de 100 a 150 estudiantes seleccionados de los colegios de Trujillo, y no solamente los del centro sino los de la periferia para seguir el taller de poesía, y esto no se repite en otros sitios, no lo he visto.

¿Cómo se financia?
- La municipalidad sufraga el costo, hay un escritor, joven, Manuel Medina,
que trabaja específicamente en eso y es una cosa muy buena. Lo que no es bueno es que ese espacio no teje relación con los otros espacios educativos, culturales, institucionales. Hay una experiencia importante que se llama Papel de Viento, una editorial dirigida por el poeta Alejandro Benavides que existe hace bastante tiempo, pero que ha comenzado a levantarse a través de su inserción en el espacio del plan lector, con una colección que le llaman Biblioteca del Libro Regional.

Qué otras editoriales hay?
- Papel de Viento en Trujillo; en Piura está Siete Vientos, Pluma Libre en el propio Piura. En Chimbote está la experiencia de hace un buen tiempo de Río Santa de Jaime Guzmán, que cubre parte importante de la demanda de la lectura escolar. Ahora Ornitorrinco ha ingresado a competir con Río Santa, porque Ricardo es de Chimbote, entonces obviamente el espacio natural para su fase de asentamiento, es Chimbote y Huaraz, Ancash. Ornitorrinco es de hecho una propuesta más rigurosa, con ideas más consistentes en el tema del libro, la lectura, el lector, etc. En Iquitos está ese proyecto del gobierno regional que ha promovido la edición de un proyecto de 20 libros de autores loretanos; antes ya había hecho un avance de eso la Municipalidad Provincial de Maynas. En Huánuco, por ejemplo también ha habido iniciativas: una biblioteca regional del libro huanuqueño promovida por una especie de miniconsorcio que ha promovido la producción de 20 títulos.

¿Y en el sur?
- En el sur andino hay una experiencia que se ha estado desarrollando hasta hace poco, no tengo mucha noticia de cómo continua el Lago Sagrado de Elard Serruto, también escritor, poeta, y ha publicado autores de Puno, de Cuzco y también sobre lo que hay entre Juliaca, Juli y Huancané, esas experiencias de encuentros, de festivales y de publicaciones de libros, particularmente del municipio de Juliaca, que ha publicado por lo menos 8 o 10 libros. Lo lamentable es que no se conozca esta experiencia en otros lugares. Falta un espacio que debería tener el libro peruano. En Cuzco hay publicaciones auspiciadas por la Municipalidad o por el INC- Cuzco. Los de Apurímac vienen a publicar aquí a Lima, por ejemplo Federico La Torre ha publicado en Arteidea 3 o 4 libros, Hernán Hurtado igual. Al parecer Apurímac no tiene recursos como para garantizar una producción de mediana calidad, no solo recurso económico sino editorial, nivel, experiencia, porque hay libros allá, pero muy elementales.
Y recientemente se ha echado a andar el proyecto del Fondo editorial del Gremio de Escritores del Perú, que ya ha publicado un poemario y una plaqueta, y pronto editará un libro de cuentos de Víctor Hernández y una propuesta de didáctica de la creación poética para estudiantes, del profesor y poeta Alejandro Medina, Apu Runco.

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