Transformaciones de la lectura y la historia

Entrevista a Robert Darnton*
Por Angélica Serna
Fuente: Identidades Nº 70 4/10/04
 
¿Cómo inició sus estudios sobre la historia de los iletrados?
-No pensé dedicarme a ese tema, pero empecé a investigar en los registros y en ellos encontré muchos expedientes que no se referían precisamente a lo que buscaba. Después hallé el caso de mademoiselle Bonafon, que me pareció fantástico, porque ahí se puede ver el lío entre la policía y esta mujer que pertenecía a la servidumbre. Me dije: no hay nada como esto en la historia de la literatura. Nosotros creemos que las personas que forman parte de la historia de la literatura pertenecen a la clase alta y ahí había una persona muy sencilla. Una mujer muy inteligente, no tengo espacio para dar los detalles, porque frecuentemente puedes ver cómo la policía trata de atraparla y ella sale del apuro. Creo que era una persona muy inteligente. Es cierto que su obra no era tan buena, pero aun así es destacable.

¿Qué método se planteó al inicio de sus investigaciones?
-Mi método es tener preguntas generales y luego ir al manuscrito y leerlo lo más que se pueda. Las preguntas son: ¿cómo manejo esta fuente?, ¿de qué modo sus conceptos han penetrado en la sociedad?, ¿qué significan las noticias?, ¿qué entendía la gente del mundo que les rodeaba?, ¿cómo podemos tener entendimiento de esos eventos sin los periódicos? En esa época no había televisión ni existían los medios actuales. Por ello empecé a hacer un estudio acerca del modo como las noticias fueron transmitidas, no sólo a través de los periódicos sino de las canciones. Podemos empezar con preguntas generales acerca de la naturaleza de la comunicación y después tratar de reconstruir sus redes. En el caso de las canciones, la policía quería encontrar al autor de una específica, y con todos sus espías se dirige a un café. Luego de un tiempo un espía dice: "Encontré a un estudiante con la letra de la canción", y ellos arrestan al estudiante. Por su parte, el estudiante declara que consiguió la letra gracias a un sacerdote, y éste, a su vez, señala a un abogado. Al final arrestaron a catorce personas. A partir de ello pude dibujar un mapa de cómo viajó la canción. Esto luce como un diagrama de radio en donde tú puedes identificar la canción, las personas, tienes un retrato de los medios en otra época. Cuando dicen que hemos entrado en la era de la información, yo no estoy de acuerdo, porque toda época es una era de la información.

Su búsqueda ha observado que los medios de cada época sufren transformaciones...
-Hay cambios en la tecnología, obviamente. Pero también los hay en la educación, en la literatura y, fundamentalmente, en el modo en que leen las personas. A eso le llaman mentalidades colectivas. Creo que la gente que no pertenece a la clase alta tiene una voz y puede escribir. De ese modo posee un poder, que lo puede usar, si quiere, para hacer dinero, para vender un libro. El siglo XVIII nos presenta a las primeras personas comunes que pueden escribir libros y hacer discursos, en una suerte de democratización de los medios de comunicación en el mundo de la imprenta.

En el caso de la literatura prohibida, ¿cómo fue su distribución durante el siglo XVIII?
-He dedicado bastante tiempo al estudio de cómo fue la distribución de los libros y creo que es similar a cómo un best seller es creado hoy. Encontré fuera de París una enorme fuente de manuscritos de órdenes de pedido de vendedores a editores, 15 mil cartas de pedido, leí todas las cartas e hice estadísticas de los pedidos de los vendedores de libros de literatura por toda Francia. Era la manera de revelar el modo de distribución de la literatura. Esto también se vincula con la importancia de tener una historia de lectura en cada país, es un medio para saber cómo pensaban los pueblos.

¿Es posible, a través del estudio de la recepción de la lectura por países, destruir algunos mitos en la historia?
-Sí. Por ejemplo, un mito famoso es que los franceses no leyeron El contrato social, la Biblia de la Revolución francesa. Alguien "demostró" en 1910 que El contrato social no fue leído en Francia. No obstante, ahora podemos probar que eso fue un error: sí fue leído, no tanto como se pensó, pero fue leído. Sabemos que en una época la escritura era continua, es decir, sin la separación entre palabras: los primeros manuscritos son un continuo fluido de letras. Cuando las palabras fueron separadas, toda la experiencia de lectura cambió.

Usted declaró estar a favor del uso de Internet como un medio para difundir el trabajo académico…
-Aunque realice investigaciones sobre manuscritos y sobre documentos antiguos, tengo mucha simpatía por la comunicación a través de Internet, por una sencilla razón: es muy difícil para la gente joven de hoy en Estados Unidos (o en otros lugares) publicar libros serios de historia, porque las imprentas universitarias no pueden afrontar la publicación de tantos libros. Mis estudiantes, y también las generaciones futuras, no podrán entrar en el mundo de la escritura impresa por razones económicas. Hay tantos libros, tenemos más libros que antes, así que mi propuesta es publicar libros en Internet, pero sustentados por una alta calidad. El peligro dentro de Internet es que cualquier cosa puede aparecer, y eso es una trampa en algún sentido. Estoy tratando de crear un programa mediante la Asociación Americana de Historiadores que se llama Gutenberg. Ese programa es un concurso para las mejores tesis en Historia, que luego se publican en la web. El problema es que algunos profesores no están a favor de ello, porque se piensa que esas publicaciones no serían libros realmente, pero eso es algo que cambiará en el futuro.
 
* Robert Darnton, director del Centro de Estudios del Libro y los Medios de la Universidad de Princeton, Estados Unidos, presentó hace poco una conferencia sobre los circuitos de comunicación de París del siglo XVIII en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Es conocido mundialmente por sus estudios sobre las prácticas de la lectura, la difusión de la literatura prohibida, el comercio de impresos y los usos de la imprenta en la época de la Ilustración.

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