La libertad femenina de dar lugar a Dios nos muestra el impacto de la institucionalización del cristianismo en la vida de las religiosas del siglo XVII. A partir de él comprendemos que poco o nada de lo que vemos o creemos es como ha sido en la realidad. El hecho de que los biógrafos de entonces escribieran la vida de mujeres destacadas dentro del mundo religioso de aquellas épocas, resaltando sus características, virtudes o cualidades que se acercan a la perfección y la santidad, nos han impedido ver su dimensión humana y el aporte que como mujeres hicieron al cristianismo.
El libro expone también la cultura de la sumisión que subyace en la religión cristiana, no sólo con relación a los mandatos divinos, sino principalmente a los varones que desde siempre tuvieron el poder y el control de la espiritualidad de las personas y que recurrieron a diversos métodos para mantener ese control, manipulando principalmente otra dimensión humana: el miedo. (600)