El 22 de septiembre de 1931, el comandante Sánchez Cerro derroca al presidente Leguía y, desde la ciudad de Arequipa, ordena retornar el buque que lo conducía al exilio para trasladarlo, enfermo, con fiebre y dolorosa uremia, a la isla San Lorenzo y después al Panóptico, donde le niegan atención médica y lo vejan sistemáticamente, en circunstancias que su casa había sido saqueada e incendiada por una turba.

Leguía estuvo detenido un año dos meses, hasta que fallece pesando 39 kilos. En ese tránsito, el régimen sanchecerrista crea un inconstitucional Tribunal de Sanción para juzgarlo, desconociendo su derecho a la defensa, al antejuicio en el Congreso y a ser procesado por la Corte Suprema.

Con ese episodio se inicia un largo tiempo de violencia, muerte y destrucción, odios y crueldades, revoluciones y cacería de miles de opositores. Muchos son asesinados o terminan en la cárcel. Otros marchan al exilio o sobreviven en la clandestinidad.

El Congreso Constituyente, por su lado, autoriza que cortes marciales remplacen a tribunales civiles, facultándolas a sancionar con pena de muerte a quienes violen leyes de seguridad. En ese ambiente degradado nació un engendro llamado Ley de Emergencia, manopla legal que el gobierno utilizó para asaltar el Parlamento y expatriar a veintitrés legisladores.

Gonzales Posada analiza rigurosamente esos hechos de confrontación, que no concluyeron con el asesinato de Sánchez Cerro, sino que se prolongaron por veinticinco años. En el libro publica cartas inéditas de Haya de la Torre y documentos que permiten descubrir ángulos no conocidos de la historia del Perú.