«Desencanto, miedo, ira son tres de las emociones que atraviesan este poemario de Pedro Briceño y que lo convierten en una gran unidad imposible de comprender tras una lectura fragmentaria. Las muchas caras del poder omnipresente que amenaza con absorber toda diferencia, se ven desestabilizadas cuando la voz poética da cuenta de una multiplicidad de seres inclasificables: cuerpos de hombres y nombres o de mujeres que lloran desnudas, cargan sus baldes y gritan, aunque nadie las quiera escuchar. Esto convierte al poemario en un gran tejido en el que se asoma una voz crítica y, eventualmente, autocrítica, pero que nunca pierde de vista la potencia social de la escritura. Asimismo, la actualización de los mitos de fundación, los textos religiosos y las imágenes asentadas en la literatura occidental dan cuenta de los orígenes de este tiempo en el que, como aclara Briceño: "el barro que no deja de pesarnos sobre los pies".

Hay, pues, en este libro, una concepción de la poesía como una experiencia estética, como forma de conocimiento y, finalmente, como obligación para contrarrestar el desaliento, pues, frente a las injusticias, hablar siempre es una necesidad». Mariana Libertad Suárez