Estos poemas selectos aquí reunidos (1983-2021) se fueron escribiendo dentro de una casa, mirando un crisantemo conmovido, y un cuervo anacoreta que pedía que le entregara mi alma. Por ahí la iguana de Casandra aparecía por las dunas de la sala. Hoy día es otro mundo, y cada día es un silencio y una estrella, nos decía. Cada día se levanta la casa de la poesía en los ojos de los otros. Por eso un día construí una ventana en medio de la calle, y la vi crecer en cada ciudad, y en cada muro la ventana fue finalmente el otro lado del jardín, el rostro secreto del poema. La Iguana de Casandra clava con frecuencia sus ojos plomizos en los míos, cada paso suyo es la huella de un lenguaje sagrado que vive siglos bajo el sol. He cruzado muchos bosques con la velocidad de la iguana. He visto ciudades con ojos de iguana, y escuchado la música de los árboles con sus garras incrustadas.