Navia ha decidido disfrutar de unos días en Nueva York. Su marido —el narrador y protagonista de esta novela— conduce el auto hasta la estación de tren de Port Henry, desde donde ella partirá. Él ha optado por quedarse en su casa de Middlebury, un pueblo enclavado en la soledad rural de Vermont, Nueva Inglaterra. De regreso a casa, se interna por la ruta 7, un camino secundario que ejerce sobre él una extraña fascinación. Sin saberlo, está iniciando un viaje al pasado, un viaje interior, en el que —como si se detuviera a tomar un café o una cerveza en cada uno de los pueblos o estaciones gasolineras que flanquean la cinta de asfalto—, sostiene un encuentro con los recuerdos de la infancia, las lecturas que moldearon su vocación de profesor y escritor, y la visión de cómo, al influjo de estas vivencias y el azar, se teje su historia personal.

En este libro Luis Hernán Castañeda nos invita a reflexionar sobre nuestro destino a partir de la experiencia cultural: el des-cubrimiento y goce del arte y la literatura, las huellas que nos imprimen las experiencias tempranas, el seno familiar. También sobre las claves del universo rural, la riqueza lingüística de sus gentes, la particular sensibilidad que vincula a los hombres y mujeres del campo con su terruño.

Nos confronta, por último, con el vínculo entre estas dos realidades —la rural y la urbana—, signado por escasas afinidades y numerosos desencuentros. Dos mundos contrapuestos que, así lo indica este viaje, aguardan nuestra elección.