Daniel Quispe Machaca todavía bordea los 70 (tengo que ser más claro y decir que él y yo, ya hace tiempo que bordeamos por encima ese hito etario, pero, más allá de lo humorístico, no nos asusta y más bien nos ennoblece acercarnos a la octava década de vida). Como él mismo lo ha relatado alguna vez, nos conocimos hace 45 años, concretamente el año de 1976 que fue cuando visité su centro de trabajo, el Núcleo Educativo Comunal de Huatta, provincia y departamento de Puno, donde él se desempeñaba como programador. Yo era por entonces investigador social del Instituto Nacional de Investigaciones y Desarrollo de la Investigación –INIDE– y, junto a otros profesionales, recorría la región con la finalidad de realizar el primer Diagnóstico de la Situación Sociolingüística del Área Quechua de Puno. En casi medio siglo, soy testigo de excepción de cómo un hermano andino aymara, oriundo de una apartada comunidad de la provincia de Chucuito-Puno, ha transitado por caminos exigentes, primero en la docencia primaria, luego en la dirigencia deportiva provincial, la administración pública, la tarea legislativa en el Congreso de la República, pero principalmente en su incesante preocupación por hacer que la construcción de la sociedad intercultural peruana del futuro sea una realidad en el plazo más breve posible. Rodolfo Sánchez Garrafa