En esa obra no se trata de historiar o hacer hermenéutica de la filosofía kantiana, sino de alumbrar el camino para hallar una solución al dramático presente que nos agobia y, a la vez, nos desafía por una nueva respuesta. Sin superar el opresor inmanentismo de la modernidad y ligar la trascendencia con la inmanencia, no habrá manera de recuperar el respeto a la dignidad humana, la verdad y el Absoluto. A escasos años de que se cumplan los 400 años del Natalicio del filosofo tudesco (1724-2024), el mejor homenaje a su legado es superarlo en la médula misma de su contribución teórica: la metafísica de lo inmanente.