La huida fue para los esclavos cimarrones la primera manifestación de su rebeldía. En Trujillo el cimarronaje se manifestó ya desde finales del siglo XVI. Con el desarrollo de la esclavitud en la ciudad y las haciendas trigueras se multiplicó, siendo los cerros los refugios naturales de los huidos, que llegaron a constituir grupos más o menos duraderos de sociedades alternativas, a pesar de la persecución y de los castigos ejemplares. Desde finales del siglo XVII, las haciendas, en adelante cañeras, decaen al tiempo que las relaciones jerárquicas y de trabajo se endurecen. Nacen entonces nuevas condiciones para un cimarronaje más violento, con fuertes componentes de bandolerismo multirracial. La situación no cesó de tensarse y a comienzos del siglo XIX se llegó a temer en varias oportunidades una sublevación general de los esclavos.