«Pues ahora será todo Lima contra nosotros dos. Un muchacho de diecisiete años y una divorciada de treinta y tres», le advierte Natalia de Larrea y Olavegoya a un distraído Carlitos Alegre. La cadencia del bolero cubano «Siboney» acompasa el fuego de la pa­sión a la que, sin más que decir, se entrega la dispar pareja en la finca que ellos cariño­samente llaman «El huerto de mi amada», en alusión al conocido vals de Felipe Pinglo.

Esta es la historia de un amor prohibido y condenado por la sociedad pacata de la Lima de los años sesenta. Se consumarán en esta historia la pérdida de su inocencia y la ruptura de las ataduras familiares.

El huerto de mi amada es, también, un retrato risueño e irónico de una decaden­te aristocracia limeña, mundo al que pertenecen los afiebrados amantes, y donde los rituales de la vida cotidiana parecen haber quedado confundidos para siempre con la huachafería. Una vez más, Alfredo Bryce Echenique hace gala de su maes­tría fabuladora para ofrecernos una deliciosa novela que arrancará más de una carcajada a sus lectores.