“…debemos considerar al paciente como lo que es: un ser humano ante todo: no verlo como una enfermedad o como un individuo en una cama al que se debe “manejar” –frase que es común escuchar en los pasillos de los hospitales-,  evitando constituirse en un actor más, secuestrado por el engranaje de una sofisticada tecnología que, si no es adecuadamente orientada, despersonaliza al paciente, por ello es importante basarse en la evidencia científica, en la experiencia clínica ganada y, sobre todo, centrar la atención en la persona, como un ser integral. El médico debe servir al paciente, ponerse de su lado, asistirlo, ser compañe3ro en el camino de su dolencia, pensando que es parte integrante de una familia y de la sociedad, con una cultura, un hogar, un trabajo, con amigos, con alegrías y tristezas, con riquezas y pobrezas materiales y espirituales, esperanzas e ideales. De no tener en cuenta todos estos factores, no debe sorprendernos la frecuencia de nuestras frustraciones en el trato con los paciente”.