En esta novela se ofrece el cuadro de una relación humana anómala, cuyo desarrollo y consecuencias llevan inevitablemente al crimen. El crimen, sin embargo, es aquí una forma de la liberación, pues el alma esclavizada destruye despiadadamente la imagen monstruosa y sacra de su dominador. El asunto de esta obra, audaz como pocas en nuestra literatura, no se encamina a justificar el hecho de sangre, sino a mostrar de modo realista y sin renunciar a lo poético, cómo el hombre desciende impulsado por el propio hombre a la más humillante condición humana. La corrupción que reina en la alta sociedad de nuestro país se descubre en esta novela, y ha logrado sin duda, un notable acierto literario. Una biopsia implacable de cierta aristocracia decadente y ociosa.