El texto presentado por Flores Quelopana, reflexiona acerca de la herencia de la Neoescolástica española, con el propósito de “superar la imagen peyorativa de ese periodo de la filosofía peruana que vincula la Neoescolástica en América como refugio de la Escolástica vencida en Europa y como instrumento para asegurar la sujeción política e ideológica de una nación a la metrópoli”. Para el autor, este periodo –que se inició con el fin de la era precolombina en el Perú– fue el comienzo de una novaperuanidad en lo político, intelectual y artístico, significando un auténtico auge filosófico durante los tres siglos del Perú colonial, Una nueva corriente civilizatoria y cultural”, que coincidía con el Siglo de Oro español y la renovación escolástica encabezada en Salamanca por Vitoria y Soto. (330)