Durante 15 años, Vivar Anaya estableció contacto con diversas poblaciones nativas, como los matsés, los shipibo-conibos y los ashánincas. Para sustentar su indagación también recurrió a fuentes antropológicas, históricas y lingüísticas, así como bibliografía de autores de las décadas de 1920 y 1980 que estudiaron el tema.
La obra comprende cuatro partes: la primera y segunda reúnen documentación relacionada con la indumentaria de las comunidades indígenas a partir de testimonios escritos por cronistas de los siglos XVI-XVII y XIX-XX, respectivamente. La tercera presenta la distribución geográfica y consensual de las poblaciones y la cuarta ofrece una interpretación de lo expuesto. (250)