La prehistoria del antiguo Perú es admirable por la enorme riqueza arqueológica en variedad y cantidad de culturas y estilos propios de los diferentes valles del extenso territorio de los Andes Centrales.  El altiplano peruano fue cuna de un gran número de culturas avanzadas, entre ellas Cotosh, Chavín, Tiahuanaco, Lucre, Mantaro, Chanapata, Cajamarca, Killke, Mollo, Wari, todas caracterizadas por determinados rasgos que las tipifican. El litoral sobre el Pacifico se caracteriza por su clima cálido, grandes desiertos, ríos temporales y valles estrechos, cuyas áreas fueron escenarios de florecientes e importantes culturas, destacándose entre ellas Cupisnique, Salinar, Gallinazo, Mochica, Ancón, Paracas, Nazca, Chimú, Chancay e Ica, que se desarrollaron antes de la formación del imperio de los incas. Estas han sido estudiadas profundamente en el presente siglo por hombres de ciencia nacionales y extranjeros.
Muchos de los valles experimentan pronunciados ciclos de sequía. Indudablemente, los antiguos pobladores de la costa o yungas se vieron acosados por tales fenómenos y, en especial, la cuenca hidrográfica del Río Grande, lugar donde se formó y se extendió la Cultura Nazca, una de las más remarcables del esplendoroso pasado peruano. (140)