“Stendhal aseguraba que el relato literario es como “un espejo que se pasea a lo largo de un camino”. Se puede decir lo mismo de la poesía cuando narra algo, y concretamente de la de Ybrahim Luna. Este libro es un espejo fantástico que nos hace ver las cosas de manera diferente a cómo parecen de inmediato. Tan diferente, que vemos los reales fantasmas de la vida, y eso nos exculpa. Estamos frente a un poeta de infinitas posibilidades. No leamos este libro si queremos vernos libres de su maldito encanto. El poeta está obligado a continuar fomentando nuestra adicción a su obra”. (Eduardo González Viaña)