Nicolás Lynch plantea un enfoque que privilegia la idea de que la democracia es una manera de vincular a los ciudadanos con el Estado, que se desarrolla a lo largo de varios momentos históricos a través de sucesivos conflictos por los recursos de la sociedad. Las instituciones organizan esta relación, pero no lo originan ni menos solucionan sus contradicciones fundamentales. Por ello, el autor expone una lectura de democratización de América Latina que resalta la estrecha conexión entre desigualdades sociales y desigualdad política y señala que depende de la política que las desigualdades afecten los derechos ciudadanos y, a la postre, el porvenir de la democracia en la región. (290)