Liuba Kogan aborda la subjetividad de las clases altas limeñas a través de cómo perciben el género en Regias y conservadores, un estudio que se sirve ampliamente de testimonios. Estos le permiten trazar un diagrama diferencial de actitudes respecto al cuerpo, la familia, el trabajo y la socialización, a los que se observa adoptar significaciones divergentes según se es, en este sector, hombre o mujer.
La caracterización efectuada por Kogan corresponde a los años noventa, un dato que adquiere un protagonismo inmediato en vista de lo mucho que parecen modificarse día a día, en la sociedad tecnológica, los perfiles del hombre y la mujer. En el libro de Kogan, los hombres satisfacen la tipología del macho: en las ideas, exaltan el trabajo y el éxito; en la pareja, realzan la pureza y la docilidad; en los afectos, favorecen la circunspección y la medida. Viven su cuerpo, a su vez, desde una posición expeditiva y enérgica, también visible en sus placeres, dirigidos al entretenimiento y la mundanidad. El hombre descrito por Kogan es, ante todo, un ser volcado a la producción.
Mientras tanto, las mujeres encajan en el modelo del ama de casa: tienen como horizonte de realización la maternidad y la familia; depositan su goce alternativamente en el del esposo o los hijos, en una continua transferencia; son pródigas, cercanas, disponibles, dentro de un transcurso doméstico donde por lo demás el tiempo libre oscurece casi por completo la realidad exterior del trabajo. En sintonía, sus cuerpos aparecen ante sí mismas constantemente desplazados y definidos por la mirada ajena, sea del esposo o el grupo social, a cuya aprobación está destinado.