Relato político

Por Marco Fernandez
Fuente: La Primera, Lima 14/10/11
http://www.diariolaprimeraperu.com/online/cultura/relato-politico_96912.html

En su libro “Jaque a la dictadura”, el consultor independiente, investigador y profesor universitario Ibo Urbiola relata la lucha política y ciudadana y la participación del Foro Democrático como instrumento político que contribuyó a crear conciencia sobre el peligro de la dictadura de Alberto Fujimori en los 90.

“Desde niño siempre he escuchado hablar de temas nacionales”, dice Ibo Urbiola: “Mi padre falleció tras un atentado siendo autoridad política y eso me ha marcado. Me dejó la herencia de su ejemplo”.

—Nació usted en cuna aprista.
—Sí, pero no he tenido participación activa en el APRA nunca. Mi padre fue un aprista fanático. En casa de un aprista fanático uno aprende a escribir “APRA” antes que “mamá” y a cantar la Marsellesa antes que el Himno Nacional. Luego uno cambia prioridades. Además, el Partido Aprista ha perdido su alma. Ya no representa a la centroizquierda progresista. Falta un partido que llene ese espacio.

—Usted es…
—Socialdemócrata. Y si surge un partido socialdemócrata, seguramente estaré ahí.

La historia
“Jaque a la dictadura” es un testimonio sobre los 90. Urbiola cree que la mejor forma de combatir al Fujimorismo es contrastar los hechos de la década del 90, sobre todo a partir del golpe del 5 de abril del 92. Rescata la figura del constitucionalista Alberto Borea Odría, como fundador del Foro Democrático, y como activo personaje político.

“El foro tuvo el mérito de terminar con dos características de la política de los 80: el sectarismo y el dogmatismo. Logró convertirse en una mesa popular donde las personas que participamos no teníamos distinción de ideologías o de posiciones políticas. No se puede entender la caída de Fujimori sin la experiencia del Foro Democrático y el espíritu plural que representó”, dice Urbiola.

Foro Bohemio
La política también era divertida. Crearon un Foro Universitario, brazo del Foro Democrático, y con un grupo de jóvenes, el llamado “Foro Bohemio”, un espacio no oficial, que comenzaba luego de las reuniones oficiales y continuaba, en ocasiones, hasta el amanecer.

—¿Es verdad que Borea les pedía que durmieran temprano para cubrir la agenda al día siguiente?
—Borea es disciplinado; no toma licor, no fuma. Nos transmitía una disciplina que para los jóvenes era difícil cumplirla, y con los periodistas y profesionales en diversos lugares del Perú siempre había reuniones… Sobre todo en zonas del Perú como Ica (donde abundan los destilados de uvas). Las reuniones más memorables del foro han sido en Ica.

Hay que decirlo: en su libro menciona como perseguidos del entonces presidente Alberto Fujimori, tras el autogolpe del 92, a personajes de distinta trayuectotria como Agustín Mantilla y Gustavo Gorriti, entre otros, en un solo párrafo, lo cual podría confundir a un poco cauto lector.

—¿No cree que debió, en ese mismo párrafo, mencionar lo que significó Mantilla para el país?
—Bueno, el 5 de abril se convirtió en víctima de la dictadura como dirigente del Partido Aprista, y luego cometió errores que ha pagado, ¿no?

—En el libro dice que dos apristas le contaron que fueron secuestrados y metidos a costales por otros apristas para que no participaran de las elecciones del nuevo Comando Nacional de la Juventud Aprista Peruana, en un Congreso en Ayacucho, en 1988.
—Lo cuento como una anécdota increíble; son especies de leyendas urbanas. Tanto en el APRA como en la izquierda se escuchan historias increíbles y como estas.

—Se escuchan varias anécdotas de este tipo. Por otro lado, Barnechea, en el prólogo, dice que principalmente el Foro Democrático fue impulsado por el APRA y la izquierda marxista.
—Es su visión, pero el foro era más plural; ha habido personas de todas las tendencias, de todos los partidos, y con mucho componente juvenil, universitarios que no venían de algún partido político.

—¿Existe actualmente el Foro Democrático?
—Sí existe. Es una asociación civil. Tengo entendido que ha vuelto a su esencia inicial, ser un lugar donde se cultive los valores democráticos.