Carlos Romero
Rescate bibliográfico

Por Ismael Pinto
Fuente: Expreso, Lima 10/05/09
http://www.expreso.com.pe/edicion/index.php?option=com_content&task=view&id=51726&Itemid=37

Finalmente fue editado y publicado este imprescindible trabajo de Carlos A. Romero que reúne y clasifica los primeros impresos peruanos.

Después de más de medio siglo de muchas idas y venidas, finalmente la historiografía peruana cuenta con la publicación de Adiciones a “La Imprenta en Lima” de José Toribio Medina, de la autoría de Don Carlos A. Romero.

El siempre recordado, y a veces injustamente denostado, Director de la Biblioteca Nacional del Perú por más de sesenta años. El prólogo de esta importante edición es el que escribió Luis Alberto Sánchez (LAS) para la frustrada edición de los años ochenta del pasado siglo. Esta significativa y siempre esperada publicación se ha logrado gracias a la ejemplar coedición en la que han participado la Academia Nacional de la Historia, el Instituto Riva Agüero de la PUCP, y el Fondo Editorial de la Universidad de San Martín de Porres con apoyo de la Facultad de Ciencias de la Comunicación Turismo y Psicología. Y aquí también debemos mencionar el decidido apoyo de la familia Romero Ruté para que esta esperada edición llegase a buen puerto.

Una larga historia
Una biografía minimalista de don Carlos nos informa que nació en 1863. Que fue guadalupano y que luchó en la batalla de Miraflores bajo las órdenes del Sargento Augusto B. Leguía. Firmada la paz, ingresó a la Biblioteca Nacional, que tenía como director a don Ricardo Palma. Y en sesenta años de trabajo ininterrumpido en esa institución, ascendió desde el más humilde cargo a ser director interino (1924 - 1926) y luego titular (1928 - 1943), hasta su jubilación. Gracias a su capacidad de trabajo y estudio, ligados a su impresionante memoria, don Carlos pronto se vio calificado como el catálogo vivo de la biblioteca. Eso le valió el que el monstruo de la bibliografía hispanoamericana, el ilustre don José Toribio Medina, le solicitara su apoyo para la ubicación y comprobación de algunas papeletas bibliográficas que irían a “La Imprenta en Lima (1584-1824)”, que apareció en Santiago de Chile, en 4 volúmenes entre 1904 y 1907. Y reeditada en 1966. El primer volumen con el apoyo de las iniciativas parlamentarias de LAS y Alberto Arca Parró. Ahora bien, Romero con paciencia de benedictino fue acopiando todo el material que Medina ni registró ni conoció de la ingente bibliografía de las impresiones peruanas. De allí el título de Adiciones a “La Imprenta en Lima”. El incendio de la Biblioteca Nacional, del año 1943, alejó de esa Casa a Romero, que en sus 80 años de edad, sintió ese desgraciado suceso como una herida sin cura, que lo postró en una lenta depresión, que no mucho mas tarde le acarreó la muerte.

El manuscrito
Romero en esos sesenta años fue fichando minuciosa y profesionalmente cuanto folleto, libro, listín de toros, hagiografías, proclamas, edictos, bandos, novenarios, periódicos, testimonios, libros de oraciones, manuales de ejercicios espirituales, catálogos, nombramientos de escribanos, relaciones de fiestas, ordenanzas, cédulas, informes de grados, elogios, reales cédulas, cartas de hermandad, autos. En fin, el registro abarca más de mil papeletas trabajadas, con 36 jugosos apéndices. Todo material salido de las diligentes imprentas peruanas. El volumen incluye una biobibliografía muy exhaustiva trabajada por Arnaldo Mera Ávalos. El manuscrito en un primer momento estuvo en manos del ilustre historiador y literato chileno don Ricardo Feliú Cruz y de Félix Denegri Luna. Su propósito de publicarlo no se concretó como tampoco el de Romero de editarlo con la Librería Internacional. Finalmente muertos Romero y Feliú Cruz, el manuscrito quedó en manos de Denegri, quien en complicidad con LAS decidieron publicarlo. De allí el justiciero Prólogo de LAS. Denegri se marchó primero, luego LAS. El manuscrito mecanografiado pasó con la fabulosa biblioteca de aquél al Instituto Riva Agüero. De allí a la San Martín para su edición. Esto gracias a la decisión de Margarita Guerra, directora del instituto, y a Johan Leuridan, decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, Turismo y Psicología, y de Armando Nieto Vélez S.J. de la Academia Nacional de Historia, de no dejar que este valioso e irrepetible legado bibliográfico se perdiera en el olvido. Ni tampoco fuera expropiado por los amigos de acopiar prestigio y gloria sobre sus espaldas con el trabajo de otros. O que apareciera en una edición pirata y no peruana.

Valioso libro
Adiciones a “La Imprenta en Lima” puede tener muchas lecturas. La del simple bibliófilo al historiador más erudito. Es una magnifica puerta para ingresar a los entresijos imprenteros del periodo virreinal y republicano, deparando agradables sorpresas. Y, a través de las publicaciones registradas, adentrarnos y auscultar esos estadios de nuestra historia. También es un buen índice para comprobar qué es lo que quedó de aquellos valiosos impresos en nuestra Biblioteca Nacional, después del incendio de 1943. Y también qué es lo que ha emigrado a repositorios extranjeros. En fin, “Adiciones…” está entre nosotros. Lo que en buena cuenta, es una tardía reivindicación y homenaje a la injustamente maltratada –lo repetimos– figura de don Carlos A. Romero.

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