Por Ernesto Carlín Gereda
Fuente: El Peruano, Lima 05/12/06
Augusto Effio es abogado de profesión. No obstante ello, se da tiempo para dedicarse a la escritura. Tiene en su haber unos cuantos premios como el de Librerías Crisol y de cartas de amor de Caretas. En estos días presentó su primer libro de cuentos, Lecciones de origami (Matalamanga).
Sus cuentos parecen evitar las referencias localistas...
–Sí. Busqué que las tramas de todos los cuentos fueran interesantes, pero que deliberadamente no hicieran referencia a ningún lugar en concreto. Las locaciones e historias son sólo un pretexto para hablar de los personajes.
¿Le interesaba más el personaje que la trama?
–Claro, pero el personaje es él y su circunstancia. A partir de unos detalles creaba un contexto y me metía de lleno en el personaje.
¿Por qué evitaba lo localista?
–No tanto eso. No quería que se relacionara con un lugar en especial. Los cuentos están ambientados en la ciudad de San Cristóbal. Si tuviera que describirla diría que es una urbe típica de provincia y muy peruana.
¿Una recreación de Huancayo, su ciudad natal?
–No sólo por eso. He viajado bastante por el interior del país por motivos de trabajo y me di cuenta que todas las ciudades se terminan pareciendo. Y no sólo entre las del Perú, sino también con las de América Latina y el mundo. Ciudades que se parecen a las de Blade Runner. Ya no son las urbes pintorescas con sus casas antiguas.
Con esa forma de ver el ande, ¿le parecerá absurda la discusión entre criollos y andinos?
–Sí. Es una discusión absurda porque no sabemos muy bien de lo que hablamos. ¿Andino por la temática, el origen? Más allá del tema que quieras abordar está en dónde encuentre uno la belleza. Nunca he sentido la necesidad de escribir en especial sobre Huancayo, no obstante haber nacido y vivido mi adolescencia allá. No porque lo considere de segundo grado, sino porque mi búsqueda va por otro lado.
Últimamente, se habla de metaliterarios y vivencialistas. Pero sus textos parecen ubicarse a medio camino de ambos.
–Lo que pasa es que toda simplificación tiene su riesgo. No lo tengo claro. Este libro puede ser considerado, entre comillas, metaliterario.
¿Cuáles son sus influencias?
–No creo tener paternidades reconocibles. Más bien mis influencias son más del tipo tío lejano al que uno se parece a pesar de uno mismo. Tres de ellos son Juan Villoro, Juan José Arreola y Jorge Ibargüengoitia.