Julio Cotler
Julio Cotler, el intelectual crítico

Por Osmar Gonzales Alvarado
Fuente: Librosperuanos.com
Noviembre, 2021

Una noble tradición intelectual
En el Perú existen notables antecedentes de intelectuales, pensadores o ideólogos que se han caracterizado por su enfrentamiento directo y sin concesiones al poder. El nombre que viene inmediatamente a la mente es el de Manuel González Prada, quien dirigió la fuerza de su pluma a exponer y criticar la podredumbre de las élites políticas de su tiempo, del civilismo, de la oligarquía. Identificó a esas élites como los principales responsables de la derrota en la Guerra del Pacífico y de la endeblez histórica de la vida nacional; una república que excluyó a los indios de la ciudadanía, que fragmentó el poder en favor de los poderes locales, que no pensó el desarrollo integral de la nación, además de la evidente pusilanimidad y corrupción de quienes dirigieron el Estado peruano.
 
Sumados a nuestro formidable pensador anarquista, hubo otros personajes que con dignidad y temple se opusieron a la corrupción y al abuso de los gobernantes. Francisco de Paula González Vigil y Mariano Amézaga, por ejemplo. El primero, un clérigo de avanzada, de gran consciencia cívica y verbo inflamado, que desde su escaño de diputado acusó al propio presidente de la república, Agustín Gamarra, y a sus ministros, por transgredir la Constitución del Perú (Basadre, 1971). El segundo, un clérigo laico, si se le puede llamar así, un “santo hereje” (Garavito Amézaga, 1986) que expuso ante la opinión pública la podredumbre que borboteaba de entre las élites económicas y políticas, las cuales se habían beneficiado con los ingentes recursos que se produjeron en el tiempo del comercio guanero y los empréstitos fraudulentos.
 
González Prada, Vigil y Amézaga fueron tres ideólogos y pensadores lúcidos que no temían decir lo que pensaban, que se dirigían a la opinión pública con franqueza brutal y más allá de cualquier cálculo político, y que no tuvieron reparos en describir con acidez el orden político que beneficiaba a una pequeña franja de la población. Son parte de la consciencia nacional que resguarda la dignidad colectiva; son pensadores cuyo mensaje el poder siempre trata de ocultar; portadores de ideas inconvenientes para el statu quo, siempre temeroso de la verdad. A esos nombres habría que agregar el de Julio Cotler, quien en el Perú de nuestro tiempo representa la continuación de esa tradición de intelectuales críticos, de los sujetos de ideas disidentes. Es decir, de aquellos que priorizan la limpieza de su palabra por encima de las conveniencias que puede ofrecer el poder.
 
El intelectual crítico
La extensa trayectoria de Cotler verifica su vocación por la denuncia y la crítica acompañada de reflexión. Podía haber bilis en sus palabras, pero se equilibraban con la agudeza de la observación y del uso conceptual. Azuzaba la indignación al mismo tiempo que estimulaba la meditación. A veces acertaba en sus predicciones políticas, y otras veces erraba, pero en cualquier caso su palabra tenía peso en la opinión pública, mientras que en las esferas del poder causaba incomodidad, por decir lo menos. Por estas razones, su muerte, ocurrida el 5 de abril de 2019, permitió al poder respirar más aliviado, y también el lugar común, engañosamente ofrecido como reflexión conceptuosa. Por ello, y a pesar de dirigir su prédica desde los contornos de lo instituido, se colocaba prontamente en el centro de la vida nacional tanto porque despertaba consciencias como porque latigueaba a la ciudadanía a exigir a los gobernantes actuar con moral.
 
Por lo anteriormente expuesto, resulta exacto y justo afirmar que Cotler y la figura de sujeto de ideas que encarnó encajaba perfectamente en lo que debería ser el intelectual crítico por lo siguiente: porque por encima de todo ejercía la crítica pedagógica en provecho del ciudadano; sabía decir no, poner siempre bajo la lupa el sentido común sin ningún rigor de una academia venida a menos; y cuestionaba sin contemplaciones a las verdades acordadas, vinieran de donde vinieran, sea desde las esferas del poder, desde los cenáculos de pensamiento o desde la calle. De esta manera, sus opiniones generalmente iban contra la corriente, incomodando permanentemente la paz de las argumentaciones al uso. Como intelectual crítico, Cotler podía ser representado con la figura del moscardón o tábano, siempre zumbando alrededor de los políticos, fastidiándolos, poniéndolos en jaque, haciendo evidentes sus inconsistencias argumentativas y sus intereses velados. Pero también se mantuvo atento al sentido común ciudadano, al que buscaba orientar. Recordemos que González Prada afirmó, dirigiéndose a los obreros, que el intelectual puede alumbrar el camino pero de ningún modo debe ejercer el papel de lazarillo. Es lo que buscó Cotler con su actuar y su prédica.
 
El científico social: exilio, retorno y obras
Cotler fue un científico social, antropólogo y sociólogo, galardonado, reconocido, en el Perú y en el extranjero. A diferencia de González Prada, Vigil y Amézaga, quienes vivieron en una época en la cual la institucionalización de la vida académica era muy incipiente, Cotler fue parte de ella, como maestro y autor. En tanto tal produjo ideas valiosas y libros importantes, buscando descubrir las claves explicativas de la vida peruana. En ese sentido, Martín Tanaka (2019) sostiene con acierto: “Su primer intento de entender el Perú es ‘La mecánica de la dominación interna y del cambio social’ (1968). Tres ideas claves: la necesidad de dar cuenta de las relaciones de explotación, exclusión, discriminación; al mismo tiempo, las cosas están cambiando de manera acelerada; y tres, los explotados están muy segmentados y divididos entre ellos”. Cotler no dejaría de pensar en el Perú. En el recuento biográfico realizado por Patricia Zárate (2020) se relieva lo siguiente:
 
A fines de los sesenta presenta el artículo ‘Pautas de cambio en la sociedad rural’, donde avanza en el desarrollo de la metáfora del ‘triángulo sin base’, que se convertiría en su interpretación sociológica más famosa. Según sostiene Cotler, la sociedad peruana se caracterizaría por la fragmentación, la falta de conexiones horizontales entre sus miembros y relaciones directas y verticales con las élites. La fragmentación de la sociedad y la relación de clientelismo serían las bases estructurales de la sociedad.
 
Por otra parte, Carmen McEvoy (2019) destaca la idea de “república coloidal”, con la que aludía a la escasa consolidación del Perú como estado y sociedad.
 
Como antropólogo, en 1959, Cotler escribiría Los cambios en la propiedad, la comunidad y la familia en San Lorenzo de Quinti. Desde su faceta de analista político abordaría diferentes aspectos de la vida institucional peruana, como en Democracia e integración nacional, de 1980; Descomposición política y autoritarismo en el Perú, de 1993; Política y Sociedad en el Perú: cambios y continuidades, de 1994; Instituciones políticas y sociedad: lecturas contemporáneas, de 1995. El Fujimorismo. Ascenso y caída de un régimen autoritario, de 20001.
 
Cotler también abarcó otros temas, como el comercio de drogas (véanse sus Drogas y política en el Perú: la conexión norteamericana, de 1990, y Política y sociedad. Cambios y continuidades en el Perú de 1994, Drogas y política en el Perú, de 1999), el de los empresarios, de la burguesía nacional (interés expresado en Los empresarios y las reformas económicas en el Perú, de 1998) y La articulación y los mecanismos de representación de las organizaciones empresariales, de 19982 .
 
Lectura integral del Perú
En general, como académico, y en particular, en tanto sociólogo, Cotler no dejó una obra extensa, aunque sí importante. De todos los títulos que publicó evidentemente destaca su libro más famoso, Clases, Estado y nación en el Perú, escrito en el exilio (lo había expulsado el velasquismo, residiría temporalmente en México) y publicado en 1978 por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Su éxito se tradujo en las múltiples ediciones que mereció. Se trató de una lectura integral y contemporánea, realizada desde las ciencias sociales, sobre el Perú. Para ello recurrió al proceso histórico, utilizó fuentes de primera mano y elaboró hipótesis explicativas. No obstante, no estuvo exento de comentarios críticos y lúcidos como el de Guillermo Rochabrún (1978), otro sociólogo.
 
Clases, Estado y nación fue quizá el último intento de construir una lectura integral del Perú desde la perspectiva sociológica, después de él no ha existido esfuerzo similar3 . Antes de Cotler el primer análisis integral del Perú perteneció a Francisco García Calderón, El Perú contemporáneo, terminado de escribir y publicado en París, en 1907. Posteriormente, José Carlos Mariátegui daría a conocer en 1928 su fundamental 7 de ensayos de interpretación de la realidad peruana; luego, Víctor Andrés Belaunde en polémica con Mariátegui publicaría en 1931 su libro La realidad nacional, otra lectura total sobre el Perú, escrito en Estados Unidos, publicado en París, y desde la perspectiva ideológica del socialcristianismo. Es interesante reflexionar cómo el exilio o la vida fuera del propio país estimula la reflexión al mismo tiempo que contribuye a dar forma a ciertos tipos de intelectuales. Por ejemplo, a su regreso de Europa Abraham Valdelomar se convertiría en un pensador social; Mariátegui retornaría para cumplir su papel de ideólogo marxista; Belaunde dejaría el destierro y se erigiría como el fundador del socialcristianismo y analista integral del país; Víctor Raúl Haya de la Torre por su parte consolidaría su figura de político-intelectual con doctrina propia:
 

En los cuatro casos vistos, el peregrinaje ˗forzoso o no˗ fue de la mano con el proceso de formulación de un pensamiento, de propuestas de comprensión de nuestra realidad, de invitación a la acción práctica. No puede desprenderse de las experiencias mostradas que otras posibilidades son inexistentes; solo subrayo que en estos casos específicos la relación entre la experiencia del viajero y la inquietud del pensador se corresponden y alimentan creativamente. Los cuatro personajes que han sido objeto de interés de estas páginas fueron contemporáneos y protagonistas de uno de los momentos más lúcidos de la confrontación doctrinaria en nuestro país (Gonzales Alvarado, 2013).

 
La vida en el exilio, en el destierro, en la lejanía obligada por distintas razones y el contacto con otras realidades, estimula a algunos intelectuales a pensar sobre la realidad nacional o a hacerlo de diferente manera a la que lo hacían hasta antes de su partida. Considero que es un tema pendiente de abordar a fondo. Es lo que también ocurrió con Cotler y su libro insignia Clases, Estado y nación, en el que buscó demostrar que desde la colonia hasta la república el Perú no experimentó grandes cambios4 . Que de alguna manera se mantienen las mismas formas de estructura social y de dominación (en las que conviven el racismo, el clasismo, la incomunicación cultural, entre otros aspectos) que impiden constituir al país en una verdadera nación. Es lo que sería, se entiende, “la herencia colonial”. En este sentido, Cotler sí transmite un mensaje pesimista.
 
Es cierto que algunos hubiéramos esperado una producción académica más abundante, pero también es verdad que Cotler tuvo otra faceta en tanto intelectual, la de ser formador de rigurosos investigadores sociales, especialmente desde el Instituto de Estudios Peruanos, al que perteneció desde 1967 y del que a mediados de los años 80 sería su director. Los grupos de trabajo que conformó, los apoyos económicos a investigadores que buscó y consiguió, las discusiones respetuosas que protagonizó con sus colegas sin importar a qué generación pertenecieran, lo fueron identificando como un guía intelectual, papel que cumplió más desde el IEP que desde la propia universidad ˗el espacio académico por excelencia˗, desde su querida Universidad de San Marcos.
 
En un balance general de la importancia del Cotler intelectual, Juan Martín Sánchez (2019) sostiene:
 
Las reseñas biográficas publicadas y su propio alegato subrayan la honestidad y la autonomía intelectual, el rigor empírico que sustenta la representación global del país, su contribución a la formación de investigadores y a la institucionalización de las ciencias sociales en el Perú, la internacionalización de los debates en ciencias sociales, y la coherencia y persistencia en preguntas y temas centrales como los de la fragmentación social, la dependencia socioeconómica internacional, las prácticas clientelistas en la economía, la cultura y la política, y la búsqueda de una democracia modernizadora de la sociedad y el Estado (221).
 
Por su parte, Sinesio López (s/f) describe a Cotler en términos intelectuales e ideológicos:
 
Julio Cotler no es sólo un académico puro e incontaminado. Como ciudadano e intelectual ha participado y participa en las luchas por la construcción y consolidación de la democracia en el Perú, en la juventud contra la dominación oligárquica y la dictadura de Odría desde las posiciones de la izquierda, a fines de la década del 60 y comienzos de los 70 contra la dictadura reformista y populista del general Velasco Alvarado a la que combatió desde las trincheras de la Revista Sociedad y Política5  y del socialismo democrático, lo que le valió la deportación a Méjico, en los ochenta contra el terrorismo y contra la violación de los derechos humanos y en los 90 contra el gobierno autoritario de Alberto Fujimori desde las trincheras del Foro Democrático.
 
Julio Cotler no es un liberal sino un demócrata liberal, tal como es entendida esta opción por Norberto Bobbio y por Robert Dahl. Para Cotler la democracia no sólo es la liberalización y el respeto de los derechos civiles sino también el respeto de los derechos políticos así como la inclusión y la participación de los ciudadanos en la vida política del país.
 
Cotler siempre estuvo alejado del lugar común, del cliché, de los adjetivos que corren por diversos ambientes periodísticos y que algunos quieren darle estatus de concepto. En este sentido, reivindicó la rigurosidad de la sociología y de las ciencias sociales en general, como miradores imprescindibles para comprender la vida nacional. Recuerdo que alguna vez me comentó que el impacto que tuvo Clases, Estado y nación se debió a que incluyó bibliografía, lo que no era usual en su momento. Exageraba, sin duda, pues su libro tiene otros méritos mayores, pero a lo que aludía, entiendo, es a la importancia de la profesionalización del sociólogo, del analista social, algo a lo que él contribuyó y de lo que se sentía orgulloso.
 
Hasta aquí hemos visto la relación de Cotler con la palabra escrita, que influye en un entorno muy acotado, el académico, y que fue consumida principalmente por sus colegas. Sin embargo, la importancia de Cotler como intelectual público se debe entender desde su uso que hizo de la palabra hablada.
 
La palabra hablada y el intelectual público
Gran parte de sus reflexiones Cotler las transmitió a la ciudadanía gracias a los medios de comunicación. Por medio de abundantes entrevistas no desperdició oportunidad para criticar nuestra vida política, luego de las cuales dejaba temas que serían motivo de debates, discusiones y reflexiones en diversos espacios. Es más, su importancia como intelectual público la construyó de modo sustancial gracias a estos diálogos con el periodismo. Sus afirmaciones contundentes, sus prospectivas, muchas veces acertadas, y su sinceridad en el análisis, fueron la base del reconocimiento general que recabó. Si bien no tuvo aspiraciones más allá de las intelectuales (nunca postuló a un cargo de representación ni participó como funcionario), sus afirmaciones expresaron el fastidio general del ciudadano con la vida política nacional: “En cierto modo, la tensión entre la acción política y la autonomía personal-intelectual se cristaliza en la forma de un sociólogo político que ofrece análisis y representaciones académicamente sólidas del Perú y que, desde esta posición, interviene en el debate y la crítica política” (Martín-Sánchez, 2019: 222).
 
Sería desde el uso de la palabra hablada que Cotler sería conocido más allá de los linderos universitarios. Era un intelectual libre en el sentido de que sus opiniones no respondían a ningún otro criterio que el de sus propias convicciones. Ello produjo que la izquierda política pensara que se había derechizado, especialmente por sus convicciones sobre la necesidad de construir la democracia en el Perú (en un tiempo en el que a la izquierda le costaba abandonar su convicción revolucionaria). Y por otra parte, por momentos, la derecha creía que lo había convencido y que lo podía contar como uno de los suyos. Ni lo uno ni lo otro. Criticaba a la izquierda su ambigüedad o incomprensión frente al tema democrático; y a la derecha le enrostraba su poca identificación con la sociedad nacional, su espíritu exclusivista. Pero desde cualquier lado del espectro ideológico, Cotler sería respetado y no pocas veces temido.
 
Si hay algo que caracterizó a Julio es que nunca se dejó seducir por el gobierno de turno, fue crítico con Fujimori, pero también con García o Kuczynski. Asimismo, a Julio han acudido políticos de izquierda y de derecha, ha dialogado con todos y ha mantenido siempre una postura crítica, algo que generó respeto por parte de quienes lo han escuchado. Uno de sus principales aportes a las ciencias sociales y políticas fue su convicción de que la investigación debía ser comparada, con una crítica permanente a la insularidad de las ciencias sociales peruanas y a la creencia de que Perú era un caso excepcional (Zárate, 2020).
 
Específicamente, serían las entrevistas de los medios de comunicación y las réplicas que ellas ocasionaban en los debates inmediatos posteriores, lo que harían de Cotler una figura intelectual reconocible en círculos más allá de los académicos. En ellas, y gracias a su precisión conceptual y elocuencia verbal, haría gala de su agudeza analítica. Pero se debe tener en consideración la conexión entre la palabra hablada y la palabra escrita en el sentido de que lo dicho en tales entrevistas pasan luego a lo impreso en los diarios, y desde ahí se difunde al público. Por otra parte, al lado de las entrevistas están las exposiciones que Cotler ofreció en diversos foros a los que ahora sí se pueden acceder por medio de las plataformas tecnológicas actuales: imagen y palabra, en tiempo real o no.
 
Como es imposible abarcar todos los temas que abordó Cotler en sus entrevistas solo se ofrecen algunas de sus respuestas sobre temas específicos con el simple objetivo de tener una muestra de su ubicación como analista en tanto intelectual crítico6 . Un tema que interesó permanentemente a Cotler es el de los partidos políticos. Al respecto es muy agudo al explicar las bases de su crisis a mediados de los años 90: “Los partidos políticos en el Perú se han constituido alrededor del Estado. Se pegan al Estado. Sus referencias son al Estado más que a la sociedad. Cuando con Alan García el Estado entra en bancarrota, la militancia se despega, deja de tener referencia” (Cotler, 1995: 23). En otras declaraciones afirmaría: “Yo tengo la sospecha de que hemos acabado la historia de los partidos” (Cotler, 2007: 2), y complementaría: “Ya estamos en otro período histórico” (3). De Sendero Luminoso específicamente expresaría una descripción lúcidamente crítica: “Por haber sido un grupo absolutamente vertical, al cortarle la cabeza todo se vino abajo, y es que era un sistema de hacienda en el que, si quitas al patrón, todo se derrumba” (Cotler, 2000-2001: 13).
 
Sobre algunos personajes de la política peruana Cotler también tendría descripciones agudas. Acerca de García señalaba: “… comenzó a tener todas las actitudes típicas de jefe populista que se pasa por encima de todas las fórmulas institucionales, incluso, su propio partido, se dirige directamente a las masas y trata de manipularlas” (Cotler, 1990: 9). De Ollanta Humala señalaría en 2006: “Creo que la candidatura de Ollanta Humala es una amenaza para la precaria democracia en el Perú y su posible desarrollo en el futuro. Decir que se viene un movimiento de 20 años para lograr la unidad nacional es una tesis que choca con la democracia” (Cotler, 2006: a8). Sobre Alberto Fujimori y su naturaleza política: “… como todo jefe patrimonial, Fujimori rechazó la idea de formar un partido hegemónico, aunque contaba en los programas sociales con muchos exapristas y excomunistas, lo que por cierto contó con el beneplácito de los militares, igualmente reacios a compartir el poder con políticos, como sucedió en la época de Velasco (Cotler, 2012: 4).
 
Analizando el proceso de pérdida de audiencia por parte de los intelectuales, Cotler lo ubica en un contexto amplio: “Forma parte del proceso de disolución de la sociedad. Unos se han vuelto tecnócratas, otros están perplejos frente a los cambios, y sin embargo hay un gran hambre por comprender lo que está pasando” (Cotler, 1991: 13). E igualmente enfilaría contra el llamado modelo liberal con una crítica central: “El liberalismo original es la pasión por la igualdad. Esto no es liberalismo sino capitalismo salvaje” (Cotler, 1991: 13).
 
Obviamente, hay mucho más en las nutridas entrevistas que brindó Cotler, aquí solo hemos consignado algunas frases casi al azar. Un análisis de sus contenidos sería importante porque responden a coyunturas específicas pero con un vuelo analítico de mayor temporalidad.
 
Julio Cotler, en lo personal
Julio Cotler no era un cascarrabias, como creían algunos, al contrario, tenía buen humor y mostraba empatía cuando trataba y guiaba a los jóvenes que asomaban en el mundo de las ciencias sociales. Yo mismo puedo dar fe de ello. Con generosidad, indicaba bibliografía, corregía hipótesis, guiaba al investigador en su búsqueda de fuentes y, sobre todo, conversaba, no hablaba para que lo escuchen, sino que dialogaba genuinamente.
 
Por otra parte, Cotler era un buen amigo, quería y cuidaba a los suyos. Recuerdo como anécdota que cierta vez nos encontrábamos tomando un café en un local de Sanborns, en la Ciudad de México, a donde había viajado para visitar a una de sus hijas. Mientras charlábamos, en la televisión pasaron una noticia desdichada que provenía del Perú. Recuerdo su expresión de rabia y dolor al mismo tiempo, mientras exclamaba: “Tengo amigos ahí. Solo en el Perú suceden cosas así”. Era 17 de diciembre de 1996, el día de la toma de la residencia del embajador del Japón por los emerretistas.
 
Finalmente, no concuerdo con aquellos que sostienen que Cotler no era de izquierda ni de derecha. Por sus lecturas, círculos, ideas y reflexiones, era un sociólogo de izquierda con libertad de crítica absoluta. Lo que ocurrió fue que, a mi entender, cuestionador como era, no encontraba en la izquierda política ninguna base que sostuviera su adscripción a ella. Nuevamente, la política, esta vez desde esa izquierda, estuvo rezagada con respecto al análisis que puede poner en duda las certezas, parafraseando la expresión que alguna vez señaló otro importante analista social: Carlos Franco.
 
Con la partida de Julio Cotler a los 77 años (había nacido en 1932), la vida intelectual peruana, y no solo las ciencias sociales, han sufrido un desgarro profundo. ¿Quién y cómo se podrá cubrir el vacío que deja? Es difícil decirlo. Mientras tanto, el poder respira más aliviado, y los debates públicos basados en lugares comunes retozan, al menos por ahora.
 
 
BIBLIOGRAFÍA
 
Basadre, Jorge (1971). La nueva actualidad de Vigil. Fénix. Revista de la Biblioteca Nacional del Perú núm. 21.
 
Cotler, Julio (2012). Todavía somos una sociedad post-Fujimori. Argumentos año 6, núm. 1, marzo. http://www.revistargumentos.org.pe/fp_cont_1227_ESP.html
-----(2006). Vendrían épocas de persecución. El Comercio, Lima, 22 de marzo. https://juliocotler.iep.org.pe/wp-content/uploads/PDF06-EN-2.pdf
-----(2007). A mayor crecimiento, habrá mayor conflicto social. Entrevista de Nicolás Lynch. La República, Lima, 15 de julio. https://juliocotler.iep.org.pe/wp-content/uploads/PDF07-EN-1.pdf
-----(2000-2001). Ahora se trata de fundar instituciones. Entrevista de Augusto Álvarez Rodrich. Debate núm. 12, diciembre-enero. https://juliocotler.iep.org.pe/wp-content/uploads/PDF06-EN-2.pdf
-----(1995). Sobre los escombros. Entrevista de César Lévano. Sí núm. 24, Lima, 1-7 de mayo. https://juliocotler.iep.org.pe/wp-content/uploads/PDF95-ENs-1.pdf
-----(1991). Una década perdida para la democracia. Entrevista de Mariella Balbi. La República, Lima, 16 de noviembre. https://juliocotler.iep.org.pe/wp-content/uploads/PDF91-EN-1.pdf
-----(1990). Ha sido el peor gobierno de la historia. Entrevista de Mariella Balbi. La República, Lima, 29 de julio. https://juliocotler.iep.org.pe/wp-content/uploads/PDF90-EN-2.pdf
 
Garavito Amézaga, Hugo (1986). El santo hereje. Lima: El Virrey.
 
Gonzales Alvarado, Osmar (2013). José Carlos Mariátegui. A propósito del retorno de José Carlos Mariátegui: peregrinaje y pensamiento. Lima: Libros Peruanos. http://www.librosperuanos.com/autores/articulo/00000002296/A-proposito-del-retorno-de-Jose-Carlos-Mariategui-peregrinaje-y-pensamiento
 
López, Sinesio (s/f). Julio Cotler y su obra. https://www.servindi.org/actualidad-opinion/06/04/2019/cotler
 
McEvoy, Carmen (2019). Una república coloidal. El Comercio, Lima, 7 de abril.
 
Martín-Sánchez, Juan (2019). Democracia y cohesión social en el Perú: la promesa y el problema de Julio Cotler. Estudios Sociales núm. 57.
 
Rénique, José Luis (s/f). La búsqueda de Julio Cotler (1932–2019). Lasa Forum vol. 50, núm. 3.
Rochabrún, Guillermo (1978). La visión del Perú de Julio Cotler: un análisis crítico. Análisis. Cuadernos de Investigación núm. 4.
 
Tanaka, Martín (2019). Pinceladas de Julio Cotler (1932-2019). Instituto de Estudios Peruanos. Lima, 15 de abril. https://iep.org.pe/noticias/pinceladas-de-julio-cotler-1932-2019-por-martin-tanaka/
 
Zárate, Patricia (2020). Julio Cotler (1932-2019). Instituto de Estudios Peruanos. Lima, 6 de abril. https://iep.org.pe/noticias/julio-cotler-1932-2019​/

Notas
1 Se debe acotar que en varios de estos títulos, Cotler es coautor.
2 Otros trabajos de Julio Cotler son: La cohesión social en la agenda de América Latina y de la Unión Europea (2006); Clases populares, crisis y democracia en América Latina (1989); Aspectos sociales de la educación rural en el Perú (1977); Para afirmar la democracia (1987); Bolivia-Ecuador-Perú, 2003-2004: ¿tempestad en los Andes? (2005).
3 Buscando un Inca, de Alberto Flores Galindo, sería escrito desde la óptica de la disciplina histórica.
4 José Luis Rénique (s/f) explica muy bien el proyecto de Cotler y su experiencia como exiliado: “Desde su exilio mexicano ˗en el marco del ‘terremoto’ personal que su deportación le había suscitado˗ vería Cotler el final del velasquismo. En esas circunstancias, fijó su atención en comprender ‘el origen de los problemas estructurales que arrastraba el Perú’ y la relación de estos con ‘la naturaleza de las relaciones personales que imperaban en el país’. Enfocando, para ello, en dos temas principales: la persistencia de ‘criterios étnicos y racistas para calificar a las personas (sustento del comportamiento soberbio y prepotente de los poderosos y ‘la mezcla de ira y humildad de los subordinados’) y la ‘propensión autoritaria’ de los dominantes y las relaciones clientelísticas que establecen con quienes los rodean. Un audaz ejercicio de ‘sociología histórica’ que implicaba revisar medio milenio de historia en busca de los caminos de la reproducción de la ‘herencia colonial’” (99).
5 La revista Sociedad y Política salió a la luz entre 1972 y 1983, y a ella pertenecieron Aníbal Quijano, Rodrigo Montoya, César Germaná, Guillermo Rochabrún, entre otros destacados científicos sociales.
6 Las entrevistas que utilizo las he tomado de la página del Instituto de Estudios Peruanos: https://juliocotler.iep.org.pe/entrevistas/
 
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