Roberto Rosario Vidal
Asedios a Cuxirimay Ocllo, la prometida del Sol,
de Roberto Rosario Vidal


Por Ricardo Ayllón
Fuente: Librosperuanos.com

Desde que en el año 2022 Roberto Rosario Vidal publicó la novela Inés Huaylas Yupanqui, una estrella entre dos mundos, supo que el particular universo del incanato y la conquista del Perú iba a resultar para él un tema difícil de abandonar. Armado de crónicas sobre la época, estudios de lingüistas e historiadores, consultando archivos, museos y bibliotecas públicas, y haciendo eventuales viajes a localidades donde recogería material importante para los contenidos que empezaron a perseguirlo, nuestro escritor fue pergeñando un importante espacio ficticio a partir del cual sacó adelante las historias de un tiempo pasado que en la memoria de los peruanos sigue siendo difuso.
 
Primero, como dijimos, con la princesa huailina Quespi Sisa, bautizada por los conquistadores como Inés Huaylas Yupanqui, luego Beatriz Clara Coya, nieta del gran Manco Inca e hija de Sayri Túpac, y finalmente con Cuxirimay Ocllo, prometida a Ataw Wallpa para unirse a él conyugalmente, Rosario Vidal logra completar lo que particularmente ha denominado la trilogía de las princesas incas. Hoy nos reúne la historia de este último personaje, Cuxirimay o Angelina (denominación castellana), cuya vida, casi paralela a la de Inés Huaylas, tomó también rumbos inesperados y traumáticos con la llegada de los castellanos al imperio del Tawantinsuyo.
 
A partir de estos libros, el autor ha conseguido plasmar con gran destreza el ambiente que se vivía en nuestro país por aquellos años del siglo XVI. El retrato de un mundo nuevo ante los ojos de los invasores, la reacción de monarcas y nobles incas por el arribo de estos hombres de allende los mares, el impacto cultural y social de tal (des)encuentro y la forma violenta como ocurrieron los hechos de conquista, impactó sin duda en las personalidades, psicología y forma de concebir el mundo tanto de invadidos como de invasores. El construir y narrar la vida de los personajes protagónicos de tales hechos constituye –claro está– un imperativo, y el hacerlo artísticamente, llevándolo al terreno creativo de la literatura, es ya un plus en este cometido. 
 
La historia de esta novela comienza con el momento en que la pequeña Cuxirimay es entregada a su aya, Achangara, para su cuidado y preparación como colla y futura princesa inca. Estamos en el Cusco de las primeras décadas del siglo XVI y en aquella parte y tiempo del incanato no se tiene noticias aún de la amenaza de hordas de hombres barbados buscando un gran imperio rico en oro y políticamente poderoso. Alternando la historia entre la versión de los hechos relatados por la nodriza Achangara y en gran parte de la novela por un narrador omnisciente, Rosario Vidal nos pone al corriente, en las primeras páginas, del momento político vivido en el incanato, estamos en medio de la guerra entre Huáscar y Ataw Wallpa, y vemos cómo estos disponen de los destinos de sus generales y soldados en su empeño de hacerse del imperio en su totalidad.
 
La figura de Cuxirimay y de su posición de noble, es decir de pivihuarmi o futura esposa del inca, permite que nos convirtamos en testigos privilegiados de las decisiones de los gobernantes, del avance de los ejércitos, de la importante labor de chasquis y espías, de algunos ajusticiamientos y traiciones; un momento en que la figura de Cuxi Yupanqui, general de Huáscar y hermano de Cuxirimay Ocllo, cobra rol protagónico por los encargos que tiene que cumplir. Ante tales hechos, la joven princesa toma conciencia de que ella es una pieza más en aquel ajedrez donde los gobernantes toman las decisiones; sabe entonces que no es dueña de su destino, que ha nacido para cumplir un servicio imperial y es cuando surgen las interrogantes personales, cuando el valor de la individualidad reclama su espacio, su identidad. “Sus pensamientos vagaban entre la devoción y la rebeldía, entre la resignación y un anhelo imposible de nombrar. ¿Podría alguna vez reclamar para sí el derecho a decidir su propio camino? (…) ¿Quién era ella más allá del nombre que le habían dado los propios dioses?”, leemos en algún momento del relato, y concluimos que el del anhelo de identidad y libertad individual es el gran tema que recorre estas páginas.
 
Tanto en su condición como prometida y después mujer de un inca cautivo, luego como esposa del marqués Francisco Pizarro, Cuxirimay, o Angelina, ve afectados su integridad, su destino y su formación cultural por las arbitrarias disposiciones de otros sobre su propia vida. Y la redención quizá llegue con su tercer compromiso, aquella unión voluntaria con el cronista español Juan de Betanzos, una relación donde el amor brotará producto de la pasión, de una entrega carnal que le enseña que todavía hay oportunidad en medio del sufrimiento personal y familiar, y digo familiar puesto que en medio de esta vorágine de sucesos, ella llega a concebir dos hijos, Francisco y Juan, y, viviendo en el palacio de la gobernación en Lima, tras la adopción de la cultura occidental, se maneja en una suerte de ambiente familiar con el conquistador Pizarro. 
 
El posterior matrimonio con Betanzos, sin embargo, es diferente. Ella todavía tiene la fuerza de la juventud para hacer con él una vida feliz y volver el rostro a su pasado, lo cual le permite mirar de frente la gloria de su cultura originaria, la del Tawantinsuyo. Y Angelina se siente por dentro una vez más Cuxirimay Ocllo, la bella mujer del círculo noble inca, la elegida por Huayna Cápac para cumplir un insigne destino, la orgullosa de sus tradiciones y cosmovisión del mundo, la descendiente directa de Pachacútec y de un gran legado, del cual hay mucho que testimoniar, y esto lo hace directamente a su esposo, el cronista Juan de Betanzos, quien con la versión de su mujer y sus múltiples viajes por el reino de Nueva Castilla (llamado luego Perú) escribirá el libro Suma y narración de los incas.
 
Son diversos los sentimientos que recorren la piel de esta mujer bella y sensual, deseada en su juventud tanto por naturales como por ibéricos, de esta heroína a quien el verdadero amor de un tercer matrimonio le concede –por otro lado– la madurez de pensar en la seguridad de su familia y de sus hijos. Le nace una nueva hija con Betanzos, María, y es en la apacibilidad cusqueña, la del cenáculo doméstico, donde la memoria le permitirá trasmitir a sus pequeños hijos la grandeza de una cultura de la que ellos empiezan a sentirse orgullosos herederos.  
 
Con lenguaje limpio, lleno de imágenes líricas, descripciones precisas, necesarias reflexiones y un despliegue narrativo que ha ido optimizando de acuerdo a su dominio del tema, Roberto Rosario logra introducirnos con naturalidad en su historia, nos persuade de un tiempo cierto, el cual vivimos en estas páginas con entusiasmo, preguntándonos qué va a ser del destino de esta mujer que ha sobrevivido a los apasionados caprichos de ambiciosos hombres lidiando primero por un reino y codiciando, luego, riquezas ajenas. 
 
Construir una novela histórica no debe ser nada fácil, hay que rebuscar entre las diversas versiones de los tratadistas para arribar a fuentes que sirvan en el cometido plástico de una historia ficticia, y, en tal empeño, implantar un estilo estético, manejar técnicas literarias y no perder el rumbo de la sensatez mientras se está en el frenesí de la creación. Roberto Rosario Vidal lo ha conseguido una vez más y nos brinda con entusiasmo esta nueva novela de tema casi inédito en el Perú, la cual seguramente llegará a todos nosotros con el mismo interés que debió haber puesto desde el momento preciso en que empezó a bosquejar sus primeras líneas.
 
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