Tunupa: el venerable

Por Gustavo Flores Quelopana
Fuente: Librosperuanos.com
Octubre, 2016

"Tras la enorme devastación terrestre por la caída de un cometa, que provocó terremotos, maremotos, la ocultación de la luz del Sol y la oscuridad completa, sobreviviendo había salido de las cuevas del cerro Condorcanqui junto a otros tres sabios, para dirigirse cada quien a un distinto punto cardinal. Su nombre era Tunupa. Portaba la sabiduría de su civilización destruida y andaba por la Pachamama decidido a recomenzar el tiempo. Ahora más que nunca estaba convencido de la importancia de estudiar las divinidades que brillan en el firmamento para prevenir otra futura catástrofe...".  
 
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Se me ha ocurrido este breve relato como introito para formular la interrogante: Quién o qué fue realmente Tunupa, Tuapaca, Taguapaca o Tonapa. Qué hay detrás de su imagen mitológica como deidad andina del rayo y los volcanes actualmente venerada en el altiplano boliviano.  
 
Por qué lo evangelizadores españoles en su tarea de predicación en el Collao pusieron gran empeño en identificarlo con la imagen de San Bartolomé, rodeando el monte Tunupa con veinte capillas, todas dedicadas el mencionado santo cristiano. 
 
Voy a adelantar la tesis que Tunupa fue un sabio, un iluminado de su tiempo, cosmógrafo, gran astrónomo, creador del Qhapaq Ñam o Ruta de Wiracocha, tenido como hombre sagrado por su gran conocimiento. No es casual que el Observatorio astronómico de Paramonga -mal llamado Fortaleza- y la ciudad del Cuzco tengan respectivamente el diseño zoomórfico de la Llama Sagrada y del Puma Sagrado, pero en ambos la mirada está orientada hacia el Nor-Oeste, o sea justo la Ruta de Wiracocha.  
 
En otras palabras, el Qhapaq Ñam sigue el trazo de la proyección en tierra de las Constelaciones Negras que acompañan a la Cruz del Sur en el firmamento austral. También sería este extraño personaje taumatúrgico y su escuela de amautas el que concibió un universo dividido en tres Pachas (Hurin, Kay y Uccu), y que Santacruz Pachacuti lo representa como tres discos invisibles contenidos en el óvalo alargado central de la figura del Ordenador (Teqse, Teolt) en el dibujo del altar del Coricancha. 
 
Pero según cuenta Santacruz Pachacuti este Ovalo Sagrado es quitado del Coricancha por Huáscar para poner en su lugar el disco solar. Con esto quedaba consumada la revolución religiosa de los astrónomos diurnos incas sobre los inmemoriales astrónomos nocturnos estelares de sus abuelos. El sacrilegio desató la guerra terrible entre los dos incas, los partidarios de Wiracocha contra los partidarios del Sol. Cuzco versus Quito. En la lucha cruenta entre Huáscar y Atahualpa las vírgenes del Sol son sacadas a la plaza pública para ser violadas brutalmente por los más feroces guerreros chancas. Luego Huáscar es secuestrado por los quiteños y ganan la guerra.
 
A propósito del Ovalo Sagrado mi amigo cusqueño el ingeniero Hugo Chacón me cuenta que en el Coricancha hay una piedra en forma de ovalo que se conserva al interior del Convento de Santo Domingo. Es curiosa la información porque el Proyecto Koricancha dirigido por Anselm Pi Rambla descrubrió un túnel o chinkana que se extiende hasta el observatorio de Sacsaywaman y a donde se cree que en uno de sus laberintos todavía se oculta el tesoro de los Incas que no podía salir de la sagrada ciudad imperial. Pero da la causalidad que la piedra en forma de ovalo no fue ocultada. Lo que confirmaría la versión de Santacruz Pachacuti sobre su sustitución por el culto al disco solar. 
 
O sea ya antes de que fuese ejecutado Atahualpa el reino de los incas era un caos total. Justo en ese momento llegan los invasores españoles y bien noticiados del mito de Tunapa Viracocha recorren triunfales la Ruta de Viracocha como supuestos portadores de la paz y el nuevo orden. En medio del alboroto y la confusión la orden imperial por consejo de los Amautas es no hacerles daños a los Viracochas arribados. No tomaron en cuenta la predicción de Viracocha al advertir que antes que él nuevamente llegase, gentes venidas del mar se harían pasar en su lugar y que por eso no les creyesen. Pero cuando se dan cuenta del error ya es demasiado tarde. Pero una nueva pesadilla estaba por comenzar. 
 
La alianza hispano-curacal (Waldemar Espinoza) -que determinó la caída y destrucción del imperio- ya estaba en plena marcha. En este punto hasta hoy se discuten dos tesis, a saber, la tesis de la "conquista violenta" y la tesis de la "conquista aceptada". Quizá la verdad esté en el justo medio. Pues es cierto que se debe tomar en cuenta las "capitulaciones de Cajamarca" como tratado de Paz entre incas y españoles, la coronación de Manco Inca en el Cuzco por los españoles, y la aceptación de la conquista española por los incas a cambio de la restitución política del reino, y tampoco se puede ignorar el proyecto político de Carbajal de instaurar una nueva dinastía en el Perú de índole mestiza. Proyecto separatista que colmó la paciencia del emperador hispano y decidió su aplastamiento absoluto con el astuto Pedro La Gasca y el nuevo orden colonial con el Virrey Toledo. Pero esto es ya parte de otra historia que comprende la extinción del saber de los amautas.   
 
Según las crónicas españolas nuestro personaje es un ordenador del mundo, con poderes sobre las aguas, la lluvia –hacía llover como un yatiri-, control de huaycos y rayos, y por ello confundido con la divinidad Ticsi Wiracocha. Pero de carácter tan levantisco, discutidor e iracundo que destruyó con fuego la deidad del poblado de Cacha (Fray Alonso Gavilán) y tan afrentoso que fue ejecutado mediante empalamiento en una vara de chonta para ser echado al lago Titicaca en una balsa para desaparecer velozmente empujado por el viento en el río desaguadero, donde se hundió en las entrañas terrestres.
 
Santacruz Pachacuti describe otro episodio antes de su triste final.Dice que Tunupa llegó predicando al altiplano –no se sabe de dónde, aunque Gavilán lo hace proceder de la selva del Paraguay llegando al Cusco atravesando Chachapoyas- con ropas muy humildes, pero también fue expulsado del pueblo de Yamquesupa. Malquistado convirtió al pueblo en una laguna. Después llega al poblado Cachapucara en donde existía una mujer oráculo, decidido a derribar a los que consideraba ídolos  discutió fuertemente con ella. Al parecer también fue echado de allí y en venganza pueblo y montaña fue destruido con fuego. En Carabaya no le fue mejor, pues fue atado de pies y manos y echado al río, pero se desató y navegó hasta el Titicaca, pasó por Tiahuanaco y se dirigió al mar por el río Chacamarca en donde desapareció.
 
El dato de Gavilán que hace proceder a Tunupa de la selva paraguaya resulta ser muy sugerente. Hay que recordar que los primeros calendarios Helio-Lunares en nuestro continente se inician al Este, en la selva amazónica (Chavín, Chankillo). Como describiendo un proceso geográfico cultural que sube hacia los nevados para asentarse en los valles rocosos al pié de las montañas. No es casual que en noviembre del 2013 se descubriera en plena selva amazónica entre Brasil y Bolivia 300 grandes estructuras y enormes círculos con dos milenios de antigüedad sólo comparables con las pirámides de Egipto.
 
En otros dos cronistas Tunupa es remitido a un tiempo mucho más remoto. Así, Cieza de León recoge relatos que aseguran que existía antes que los Incas. Pero añade el dato curioso –que hace pensar a algunos sobre su origen Vikingo y la llegada de éstos a tierras americanas en el siglo X- que era un hombre blanco de gran estatura y con un gran poder. También Pedro Sarmiento de Gamboa lo hace aparecer luego del diluvio y mucho antes de la existencia del sol y la luna. Lo presenta entonces como acompañante de Viracocha Pachayachachic, quien ordena por desobediencia ser atado y abandonado en una balsa sobre el río Desaguadero.
 
En suma, las crónicas presentan a Tunupa como una deidad pre-Tiahuanaco y pre-puquina, e incluso mucho más antigua. Quizá sea norteño por la presencia más antigua de la Cruz Cuadrada en el Complejo Arqueológico de Ventarrón de 4 a 5 mil años de antigüedad. Si es así su origen no sería aymara y modificaría la procedencia relatada por el cronista Gavilán. Más misterioso sería aun su lengua nativa dado que no hay modo de determinar cuál de las lenguas pre-quechuas de la sierra norte peruana le correspondería: Den, Chacha, Culle, Cat (según la lista de Alfredo Torero). Histórica y etnológicamente se sugiere que su culto alcanzó auge durante el periodo de los reinos aimaras y su origen es más antiguo a Tiahuanaco aunque su influjo se extiende hasta el periodo inca. Otros autores (María Rostworowski y Teresa Vergara) asocian a Tunupa con un dios dual, propio de la bipartición de la cosmovisión andina, correspondiente al mundo de arriba y al mundo de abajo.
 
Sobre la base de todos estos elementos mi hipótesis es que el Tunupa original –tan antiguo como Caral, es decir 5 mil años- fue un sabio, un filósofo mitocrático, un iluminado de su época, ideó la moral de reciprocidad y colectivismo andina sobre la base de su labor como cosmógrafo, astrónomo, creador del Qhapaq Ñam o Ruta de Wiracocha. Tenido como hombre sagrado por su gran conocimiento.
 
Luego su nombre se convierte en escuela de ciencia y sabiduría espiritual, cuyo jefe adopta el nombre ya mítico del maestro –Tunupa- y encarnan la sabiduría espiritual, moral, astronómica, matemática y geodésica de su tiempo. Se distinguieron como estudiosos de la Cruz del Sur, el cielo austral con sus constelaciones, los planetas y el astro Rey, elaborando sobre la misma una explicación simbólica, ritual y observacional del cosmos y de la sociedad. Esto es lo que se observa también en la famosa Placa de Echenique o Calendario Inca, que muestra con claridad el ángulo intersosticial de 42° correspondiente al año 1374 d.C. (Carlos Milla).
 
Tunupa deviene así en el nombre del conocimiento semidivino de los amautas. Los cuales desde una sabiduría que se remonta al periodo precerámico intentan plasmar el orden celeste en un orden terrestre. Para ello les sirve de pauta la Cruz del Sur (Scholten, Taylor, Illescas, Milla), la cual con las demás constelaciones sirven de modelo ordenador para el mundo humano de reciprocidad o Ayni. 
 
Uno o varios de aquellos Tunupas habría tenido su centro astronómico ritual en Tiawanako, y en Puma Punku, con sus tan características cruces cuadradas o chakanas representativas multidimensionales de la relación entre lo celeste y lo terrestre. El Thunapa que relata el agustino Ramos Gavilán vivió en las faldas del cerro del mismo nombre y dirigía en la aldea del soledoso Salar de Uyuni una escuela de sabiduría llamada Ch´ekka Ch´ekka o "La Suprema Verdad". Allí en medio del silencio más completo y en donde el firmamento día y noche asombra por su nitidez, los antiguos amautas veneraban las divinidades estelares y estudiaban los ángulos intersolticiales con el mayor detalle. Efectivamente, lo que más llama la atención de estas plazas astronómicas prodigadas por toda América es su completo aislamiento, sin restos cerámicos ni estructurales ceremoniales, dedicadas exclusivamente a la observación estelar. 
 
No es casual que desde Bandurria o Caral hasta los Incas, o sea en un lapso larguísimo de cuatro mil quinientos años, los astrónomos nocturnos y los astrónomos diurnos hayan medido meticulosamente el ángulo de la estrella ritual, la cual va de 14° hace 5 mil años a 43° en 1446 D.C. por el ciclo de Precesión terrestre. Tampoco es sorprendente que cuando el ángulo de 42° puso tan alto la estrella ritual ecuatorial, que la vuelve prácticamente obsoleta, se produce la revolución o cisma ritual-religioso por Manco Cápac y consagrada por Pachacútec colocando al Sol en lugar central. De ahí que la famosa varita o bastón de Manco Cápac sea en realidad un instrumento arqueométrico (Milla) ya utilizado por los antiguos peruanos y representado en la iconografía Paracas, Pucará, Tiawanaku y que servía para medir la variación angular del movimiento de Precesión, tan importante para el control estacional y evitar las hambrunas. 
 
No obstante, intriga mucho por qué los Incas lunarizaron el observatorio de Pachacamac y dieron mayor importancia a la Constelación de Escorpio (Pinasco Carella) si impusieron el culto solar. El Sol ya era una divinidad preinca popular pero los Incas añadieron muros hacia la Constelación del Amaru. O sea, los incas no solarizaron el santuario, más bien lo lunarizaron añadiendo la Plaza de la Luna y con el Akllahuasi. El culto de la Luna enfatizó la importancia de la mujer. Y es Inca el descubrimiento preciso de las declinaciones angulares del Ciclo Lunar. 
 
Pero cómo se explica la importancia de la Constelación del Amaru. Además, el Sanctum Sanctorum del Observatorio son los muros interiores que señalan hacia la Gran Serpiente Celestial, que era de acceso restringido y de carácter mítico frente a otros muros exteriores y de carácter político. Yo pienso que la importancia de la Sierpe Cósmica está relacionada con las profecías, presagios y pronósticos sobre la caída del Imperio de los Incas y la llegada de Wiracocha. En otras palabras, el tiempo tardío del Imperio Inca está relacionado con la idea dramática del destino providencial de su gran civilización al cumplirse un nuevo Pachacuti de 500 años y la Serpiente Cósmica lo anunciaba.
 
Estos cálculos astronómicos se efectuaban desde los famosos Observatorios circulares hundidos mediante la técnica de los espejos astronómicos (formas cóncavas en piedra o ceramios llenas de agua, o de metal bruñido que no requería líquido). Los cuales están desperdigados por toda América desde los Anasazi hasta la estructura calendárica San Nicolás en Argentina. El asunto es que el Sol, la Luna y las estrellas son tomados como divinidades –y esto fue visto con claridad por los extirpadores de idolatrías- pero las mismas eran puestas en movimiento y orden por el dios ignoto e invisible Viracocha o Pachacamac.
 
Finalmente, por qué esta obsesión por estudiar los astros en las diversas civilizaciones ancestrales del planeta. Esta obsesión pudo deberse no sólo por su utilización como brújula, reloj y calendario, sino a una catástrofe estelar -hipótesis del controvertido Velikovsky en su obra Mundos en colisión- sucedida hace más de cinco mil años y registrada en diversas tradiciones en documentos antiguos. 
 
Esto es, no sólo replicaron la Vía Láctea o Amaru (Gran Serpiente Celestial) en las Pampas (Nazca) o en los Cerros (Huánuco Pampa) por razones astronómicas, climáticas y ritualidad, sino motivaciones escatológicas o de salvación. Otorgar un significado metafísico a la existencia humana -vida más allá de la muerte- dentro del drama del universo era el objetivo principal. Si esta especulación fuese cierta resultaría que la ciencia astronómica antigua se configuró como una teoría del destino, donde un lugar primordial era "atar los astros" para evitar o hacer menos traumática la siguiente catástrofe terrestre. 
 
Lima, Salamanca 29 de Octubre del 2016
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