La prehistórica idea del alma.
La verdadera metafísica primera de la humanidad
Por Gustavo Flores Quelopana
Fuente: Librosperuanos.com
Octubre, 2016
La verdadera metafísica primera de la humanidad
Por Gustavo Flores Quelopana
Fuente: Librosperuanos.com
Octubre, 2016
Lejos de ser fantasía la vida eterna o experienciar el ser del hombre unido al ser de la divinidad, es un medio efectivo de la evolución racional humana.
Aquí me voy a referir estrictamente a la idea prehistórica del alma, la cual implica conexiones más profundas con otras ideas más elaboradas pero asombrosamente antiguas.
Este análisis lo retomo después de varios años y ha vuelto a mi espíritu después de un debate sobre Modernidad y Colonialidad en la Universidad de San Marcos sobre el filosofar ancestral. Entiendo que lo fundamental no es la colonialidad del poder sino la colonialidad de la razón. Y en la colonialidad de la razón juega un papel capital el eurocentrismo filosófico. Al mentar dicha evidencia del hombre prehistórico advertí un silencio sepulcral y un desconcierto abismal. Y que la universidad actual ha devenido en conservadora y ha convertido a los filósofos en administradores del saber adquirido sin afán de renovación.
Por tanto, sólo tangencialmente aquí tienen importancia las ideas babilónicas y egipcias de que sin dios morimos y sólo él puede acoger la muerte con luz y gloria. Es más, tampoco será prioridad aludir a la antiquísima religión hindú, donde el alma pierde su individualidad en lo eterno pero no su conciencia. Mayas, aztecas e incas creían que la muerte eran momentos de la existencia. Las religiones del África negra siguen creyendo en la sangre sagrada de la Gran Madre Tierra.
Pero aquí nos intriga profundamente la idea del alma de aquellas criaturas humanas que desde el Neandertal o sea hace ¡80 mil años! efectuaban enterramientos con ritos y ceremonias religiosas. ¿Tenían idea del alma? ¿Es esta idea prehistórica del alma la mayor evidencia de que el hombre es una criatura metafísica? ¿Esta idea supone la forma conceptual o simbólica? ¿Llevó la idea del alma a la idea de lo divino? ¿Qué tipo de reflexión implican estas ideas prehistóricas sobre el alma: animista, mitológica, lógica-conceptual?
Cuando en 1856 se descubrió el primer entierro de un Neandertal en una cueva del Valle de Neander, en Alemania, nadie le dio el significado debido. Solo después del descubrimiento de un entierro en Spy (Bélgica) en 1885, y otro en 1908, en la cueva de La Chapelle-aux-Saints, en Francia, una fosa que contenía los restos de un cazador, rodeado por huesos despedazados de animales y menesteres de sílice.
En 1912, los hallazgos de tumbas cerca de La Ferrassie dieron origen a sistemáticas excavaciones cuyos resultados en 1934, no dejaban dudas sobre ritos, ceremonias y creencias muy elaboradas. En Crimea, sobre el Mar Negro, se encontraron, en 1924, tumbas en la caverna de Kiik-Koba. En 1930 el hallazgo de fósiles en el Monte Carmelo, cerca de la ciudad de Haifa.
Pero el descubrimiento más asombroso de todos ocurrió en 1960 en la caverna de Shanidar, en los montes Zagros, al norte de Irak, donde con una antigüedad de unos 60 mil años, encontraron los restos de 6 Neandertales. Se encontró la sepultura de un cazador sobre un lecho de ramas y flores, con grandes cantidades de polen.
El resultado de las indagaciones era que los Neandertalenses desde hace 80 mil años enterraban a sus muertos, apreciaron la maravilla de la vida humana con mayor claridad que sus precedentes, y buscaron preservarla. Los entierros significan que tuvieron creencias sobre una esencia humana -alma o espíritu- que sobrevive a la muerte.
El enterramiento neandertal significa la primera evidencia de modalidad ontológica postpersonal. Pero esta idea de que la muerte no es el final, que es una creencia abrumadora de la humanidad, se reviste bajo la forma de un pensamiento animista, mitológico o conceptual? Kant en su Crítica del Juicio admitía en el ámbito estético “ideas sin concepto”. Yo creo que hay que extender dicho planteamiento kantiano a diversos planos de la vida humana, sobre todo para etapas prehistóricas.
Es decir, el hombre prehistórico captó de forma puramente intuitiva la primera idea metafísica de la historia de la humanidad, a saber, la idea del alma. Esto significa que la metafísica del hombre primitivo, y ni siquiera hablamos del hombre cromagnon, evidencia el ejercicio del pensamiento sobre la base de la mera intuición sin mediación conceptual.
Pero esta idea sin concepto del alma que sobrevive a la muerte, ¿es producto de las cosas mismas o del sentido de inmortalidad humana? Si optamos por lo primero aceptamos el objetivismo de la vida después de la muerte. Si optamos por la segunda solución canonizamos la subjetivización de la idea de inmortalidad. Pero aquí no se trata de nosotros, sino de la concepción intuitiva del hombre prehistórico.
Para responder a la pregunta sobre cómo concebía el hombre prehistórico la idea del alma que sobrevive a la muerte es inevitable referirnos a la creencia en el otro mundo, los fantasmas y los sueños. El mundo onírico, los fenómenos preternaturales y sobrenaturales, y la idea de otro mundo, tienen para la mente humana prehistórica la evidencia de una verdad incontrovertible. Son acontecimientos objetivos incuestionables.
Desde esta base la idea de la vida después de la muerte tuvo que tener un impacto profundo sobre la evolución racional y ética de la conciencia humana. Aquí todavía no hablamos de religiones ni de mitos, sino de lo numinoso. O sea de la manifestación preternatural y sobrenatural del fenómeno religioso y trascendente. Es en este contexto cuando lo religioso aparece con mayor fuerza y nitidez como religación de lo humano con lo divino.
En otras palabras, lo que sobrevive del hombre no lo hace para vagar de modo incierto en el más allá, y sí, más bien, conduce hacia la idea de una primera soteriología y teleología intuitiva donde el alma sobreviviente guarda un fin superior en el más allá.
Esta idea prehistórica del alma guarda dentro de sí una intención mítica y es una prueba de que la metafísica intuitiva es más remota que la mitología. A la luz de estos razonamientos, es difícil estar de acuerdo con G. Gusdorf (Mito y metafísica) para admitir que la mitología encierra una metafísica primera. Afirmo, más bien, que el pensamiento prehistórico siendo pre-mítico encierra la verdadera metafísica primera del pensamiento humano.
Si esto es cierto, como creo que lo es, entonces plantea un desafío a mi propia teoría filosófica mitocrática. Pues, cómo concebir esta forma de pensar substancial prehistórica. Por un lado, confirma que el hombre es la criatura filosófica por excelencia. O sea que se pregunta por las cosas esenciales del universo. Por otro, antes que el mito es la intuición la forma que tiene la razón para responder a los enigmas del cosmos. Y por último, que antes que la forma mitocrática de filosofar hay una forma anterior que corresponde a la humanidad prehistórica. ¿Cómo llamarla? Me ratifico en mi primer planteamiento al respecto (Las filosofías marginadas). La denomino el filosofar empiriocrático. Denominación que no tiene nada que ver con la filosofía del empiriocriticismo de Mach y Avenarius, sino con una forma de pensar capaz de extraer intuiciones generales de experiencias particulares.
El filosofar empiriocrático sería la forma de filosofar del hombre prehistórico. Y esto lo afirmo para escándalo y sorna de los filósofos eurocéntricos conceptualistas, para quienes la filosofía solamente es discurso conceptual, o sea la forma griega. No importa. La humanidad sabrá tener compasión del dogma eurocéntrico.
Lo real es que el hombre de todos los tiempos siempre se ha sentido desconcertado y asombrado por las situaciones límite de la existencia. Y el hombre prehistórico no fue la excepción. Filosofó a su manera y a su nivel intuitivo. Luego con los milenios vendría la forma simbólica del filosofar mitocrático, al cual sucedería el filosofar conceptual de Grecia.
El nacer, morir y sobrevivir despertó el asombro del hombre prehistórico y sobre esta experiencia fecundó la idea de la vida más allá de la muerte. La evidencia de los entierros de hace 80 mil años del hombre de neandertal así lo testimonian. Esta capacidad de la razón humana –ya sea en su forma intuitiva, mitológica o conceptual- para elevarse de lo particular a lo general, de lo mortal a lo inmortal, de lo finito a lo infinito, es uno de los grandes enigmas de la condición humana llamada siempre por lo Absoluto.
La prehistórica filosofía empiriocrática permite a la humanidad naciente subsistir y enseña que la primacía de lo vivido no se limita a lo sensiblemente experimentado, sino también a la experiencia espiritual.