Por Gustavo Flores Quelopana
Fuente: Librosperuanos.com
Junio, 2016
Cuando se trata de astronomía dicha ciencia nos sermonea de lo lindo con sus cifras indigeribles Y distancias inimaginables que son el terror de los espíritus acostumbrados a atender asuntos más domésticos, como la palabra divina o el cotidiano quehacer de la política u ordenar el sabroso puchero del día.
Más ahora, nuestras miradas que solían atisbar con romanticismo el bello cielo, tienen que alzar la vista con recelo y temor porque se han desatado por todas partes la numerosa caterva sectaria de los platillistas con su cháchara de “expolítica, hermanos mayores, portales cósmicos, federación galáctica, exoplanetología, exobiología”, y cuanta extrañeza estelar imaginan en su delirio.
Cierto que el hombre de nuestros días ya no es tan cándido como en los tiempos en que Orson Wells se puso a irradiar la invasión de los marcianos causando estrépito, pánico y suicidios. Tanto fraude y engaño nos han vuelto más escépticos e incrédulos.
Sin embargo, la curiosidad humana no tiene límites. Y la pregunta continúa. ¿Hay otros seres inteligentes allá fuera en el espacio? La verdad es que la interrogante no carece de sentido científico. Basta con tomar en cuenta que en nuestra galaxia hay cien mil millones de estrellas con sus respectivos planetas, y saliendo de nuestra galaxia hay más de cien mil millones de galaxias. O sea que el número de vértigo de estrellas y planetas es realmente asombroso. Sobreviene entonces la pregunta: ¿Es posible que estemos solos en el Universo?
La interrogante ya no es moco de pavo, pues existe el famoso SETI, acrónimo del programa estadounidense de la búsqueda de inteligencia extraterrestre. En consecuencia es mejor tomar con calma dicha interrogante. No se trata de tener en cuenta los simples delirios de mentes afiebradas, ni ningún avistamiento ovni confirmado, y menos aun de algún contacto de tercer tipo verificado. Ahora se trata de examinar una posibilidad racional. Lo cual suena más verosímil que las fantasías de la legión de platillistas al acecho.
Ya el mismo Aristóteles afirmó en su Poética que la poesía es más verdadera que la historia. Pero esta profunda verdad no se puede justificar con la lógica aristotélica que se limita a la veracidad o falsedad existenciales. Para ello se tiene que recurrir a la verdad figurada de la lógica de la metáfora. Por tanto, los ET son metáfora de una verdad figurada pero no de una verdad existencial.
Pero no sólo contamos con la diferencia entre verdad figurada de la lógica de la imaginación y la verdad existencial de la lógica aristotélica. También se puede tener presente la lógica de la probabilidad. De poca atención en la filosofía se conoce los abordamientos de Leibniz, Cournot y Peirce. En cambio es común en matemáticos y estadígrafos.
En la lógica de la probabilidad la improbable no debe considerarse imposible. Sabemos que en Aristóteles los argumentos probables son persuasivos pero no concluyentes. Pero actualmente se considera que todo nuestro conocimiento de los hechos es únicamente probable. Keynes en su famoso libro sobre la probabilidad duda de aplicar la teoría de la frecuencia en la inferencia inductiva.
Pero yendo más allá de él hay quienes rechazan como Mill que la probabilidad de la inducción aumenta con el número de casos observados. La explicación tradicional del poder probatorio de la inducción es demasiado simple. La verificación no comprueba que la hipótesis sea verdadera sino que sea más probable.
Esto ha llevado a distinguir entre verificación de proposiciones universales y verificación de aseveraciones de probabilidad. Además de considerar el carácter a priori de los juicios de probabilidad. Se trata de una afirmación que no se puede refutar porque su utilidad es solamente permitir organizar la reflexión sobre ciertos fenómenos en un orden o sistema coherente. En este caso son solamente postulados metodológicos. La probabilidad de que se tenga contacto con una civilización extraterrestre sirve para ilustrar un postulado metodológico determinado y constituye un caso del principio de razón insuficiente.
El asunto es que los juicios de probabilidad no ofrecen evidencias concluyentes, especialmente cuando se trata de verificación de aseveraciones de probabilidad. O sea cuando se afirma que una civilización estelar puede hacer contacto con la nuestra se está haciendo un juicio de probabilidad sin evidencia concluyente alguna. Nada dice acerca del desarrollo de los acontecimientos materiales. Es, como decía Aristóteles, simplemente una verdad figurada pero no una verdad existencial.
En matemática es normal, justificado y dominante tratar los hechos con consideraciones puramente a priori, sin contar con ningún recurso para su verificación. Pero fuera del dominio de las matemáticas las hipótesis de probabilidad no son verdaderas. En otras palabras, la determinación matemática de la probabilidad es lógicamente posible sin contar con un supuesto material o relativo a los hechos, pero en lo empírico es completamente arbitrario.
Consideremos la original ecuación de Drake para calcular el número de civilizaciones extraterrestres existentes, y luego la versión de Sagan, y así otros cálculos optimistas. Ninguno de los resultados arrojados deja de ser simplemente probables. Es alucinante construir una exopolítica, exobiología, etc., como ciencia porque no pueden ser refutadas por la experiencia finita. Ni siquiera ampliando nuestro concepto de verificación, estas hipótesis a priori dejan de ser meramente probables. Simplemente son hipótesis que sirven mejor que otra al propósito de la ciencia.
Lo real no es probable sino posible. Un cisne es blanco o es negro, un acusado es inocente o culpable, un ovni es un fenómeno natural o un artefacto de una civilización extraterrestre. Para establecer la realidad de un objeto finito son necesarias las exigencias del procedimiento científico. Otra cosa ocurre con los objetos psicológicos o religiosos. Pero un contacto ET en el terreno científico queda limitado a la probabilidad y no en la realidad.
La teoría subjetivista de la probabilidad es útil en el negocio de los seguros, en la administración práctica empresarial o similar. Pero la teoría objetivista de la probabilidad es útil en la matemática, física cuántica y todo aquello que rebase la creencia. Con la teoría de los grados y la teoría de la frecuencia, toda proposición de probabilidad de un acontecimiento sólo puede interpretarse como proposición elíptica acerca de la relación entre clases de acontecimientos. Pero sería una conclusión improcedente a partir de ellos afirmar una realidad. Son solamente símbolos incompletos que no denotan nada real. Por tanto, la probabilidad también es relativa.
Ni la probabilidad de la analogía, la inducción o la generalización dan un paso más allá de sí mismas sin la verificación existencial. La inferencia probable para que deje de serlo debe cumplir ciertas condiciones de la evidencia empírica. No basta la frecuencia relativa de los casos o avistamientos. Es necesaria la confirmación de la evidencia empírica. El problema consiste en analizar si el valor de la evidencia platillista es algo meramente mental-meditativo, psicológico o místico, o si se puede mostrar que implica algo verificable y confirmable.
En buena cuenta, cuál es la probabilidad que existan civilizaciones extraterrestres. Muchas. Cuál es su realidad. Ninguna. Todas las probabilidades no son igualmente posibles. En cuestiones éticas las reglas morales se fundan en la experiencia pero no se libran de ciertas condiciones de probabilidad. En microfísica igual, pero en macrofísica las cosas cambian sin excluir la probabilidad. En el conocimiento empírico del mundo contingente, finito y temporal no es posible desterrar la probabilidad. Y la cuestión ET (extraterrestre) no tiene patente de corso para pretender ser excluida de las consideraciones empíricas.
Otra cosa sucede en las verdades absolutas de la metafísica y de la religión. De modo que no se trata de ser absolutista ni positivista, ni relativista. De lo que se trata es de respetar la consistencia de los juicios lógicos e invariables. Los cuales no excluyen la probabilidad, pero se le reconoce límites seguros. Lo probable es posible cuando se refleja lógicamente en lo contingente, y es real cuando fácticamente es verificable y confirmable.
Es cierto que la significación no se limita a la verificación. Y sobre esa base estrecha el positivismo lógico desdeñó los problemas morales, ontológicos y metafísicos. Pero junto al retorno a un nominalismo lógico que reduce la lógica formal a expresiones del lenguaje sin vínculo con lo real, a un problema de sintaxis, se da el realismo ingenuo de los platillistas que da por existente todo lo imaginable. Ambos son expresiones del nihilismo contemporáneo que usan expresiones lingüísticas sin conexión con lo real. Pues así como es falso que la lógica sea meramente un problema de sintaxis, también es falso que la Existencia y la Validez no sean correlativas desde el punto de vista lógico.
De las miles de millones de galaxias que existen en el Universo sólo se puede decir que es probable la presencia de civilizaciones extraterrestres. Mientras no exista ningún indicio verificable y confirmable podremos seguir afirmando que la humanidad está sola en la inmensidad del cosmos. La ciencia penetra en lo posible porque nos libera de la realidad pero no prescinde de la realidad. Y esta cautela metodológica hay que mantenerla en la indagación de vida inteligente en el cosmos.
Lima, Salamanca 3 de Junio 2016