Por Víctor Mazzi Huaycucho
Fuente: librosperuanos.com
Lima, 28 nov. 2014
Agradezco la invitación de Edgar Montiel para comentar y debatir su última publicación como editor y coordinador encargado por la UNESCO: PENSAR UN MUNDO DURABLE PARA TODOS. Terminada la lectura del mismo, compruebo la aceptación de la tesis sobre existencia de pensamiento reflexivo en nuestro continente (comparable con la tradición helénica), sobre todo centrada en la tradición de la reflexión Maya. El texto destaca la tradición mexicana de apostar por una filosofía de tradición que se ha denominado: nacionalista, autoctonista o nativista, dependiendo del enfoque con que se visualice tal postura, la misma que puede apreciarse en el artículo de Pedro Reygadas y Juan Manuel Contreras titulado: 20 ideas sobre el siendo y el tiempo espacio tiempo en Abya Yala.
Me apartaré relativamente del contenido del texto que presentamos hoy día, permítaseme ocuparme en el debate acerca del pasado reflexivo de la filosofía peruana antes de 1533, la cual nos plantea la tarea de reconstruir el pensamiento y saber generado en el Tawantinsuyu, o inclusive mucho antes de él. La tarea por reconstruir el pensamiento originario generado por los hamut’aq fue iniciado en 1964 por Antero Peralta en su artículo: Veta filosófica en el pensamiento Inca, y, sobre éste, sirvió como base de discusión en el Coloquio sobre cultura y Filosofía Incas organizado por la Universidad del Cuzco en 1965. Desde esta época se vienen publicando textos en favor y contra sobre tal propuesta. Las interrogantes que persisten sobre el debate son: ¿Existió filosofía Inka?, ¿Cuáles son sus tópicos reflexivos? ¿Quiénes fueron sus pensadores más representativos? ¿Cuáles son las fuentes donde se han preservado tales reflexiones? Cronistas que escribieron durante el siglo XVII: el Inka Garcilaso, Guaman Poma, Martín de Murúa, anotaban que los hamut’aq eran los filósofos del Inka y que sus reflexiones generaban perplejidad y asombro por sus razonamientos y logros materiales que alcanzaron. Guaman Poma dibujó a Juan Yunpa a quien señaló y describió como «filósofo», el motivo fue dejar constancia que en nuestros Andes también hubieron pensadores que reflexionaban sobre los mismos temas que en Europa. Es reiterativa la acotación que el yachay de los hamut’aq fue muy superior al saber traído por los hispanos. Señala Joseph de Acosta que sobre yupay (contabilidad) nuestros khipukamayuq “hacían grandes ventajas en lo que se aplican”; en medicina los hamut’aq largamente sobrepasaban al médico hispano que sólo sabía cercenar y quemar. Diego de Avalos brinda testimonio de los grandes conocimientos sobre yachay en herbolaria medicinal de los hampikamayuq. La cosmología y calendario Inka contiene la característica contemporánea de ser racional y edificarse sobre un modelo circular temporal, tal como destacan Polo de Ondegardo y Cristóbal de Molina entre otros. Enrique Dussel (2012: 33) sostiene que “Siempre ha habido en América grandes pensadores. Sin embargo, no ha habido crítica en el sentido que a los grandes pensadores no se les ha valorizado y se les ha universalizado”. La tarea de universalizar a nuestros hamut’aq coincide con el programa filosófico de Dussel: “tomar a nuestros pensadores del pasado y elevarlos al nivel de la historia mundial”.
Pensar un mundo durable para todos extiende un desafío para el filosofar peruano, -muy apegado al eurocentrismo y decididamente antiautoctonista-, el de superar el canon de la tradición europea y adentrarse al mismo pensamiento reflexivo generado por los hamut’aq. Tenemos aún debate sobre tal tópico, desde Augusto Salazar Bondy con su rotundo rechazo a considerar alguna forma de reflexión antes de 1533, seguida por dos pensadores ya no nos acompañen: David Sobrevilla Alcázar y María Luisa Rivara de Tuesta. El primero ha criticado la existencia de “filosofía” entre los hamut’aq, “por qué no lo es”, “filosofía es exclusiva de los griegos”, muy a pesar de haber postulado las “filosofías heterogéneas” como China e India. En Rivara de Tuesta hay determinación por el estudio del pensamiento incaico, aunque sin reconocerle estatus filosófico. Nosotros postulamos que existe algo similar a lo que se llama “filosofía”, hamut’ay como saber y reflexión; sostenemos que existen construcciones muy originarias contenidas en el pensamiento del Inka Pachakuti sobre pacha como reflexión sobre el tiempo, espacio; puriq como movimiento cíclico; yanantin como complementariedad y reciprocidad en la existencia del Kay; yachay el saber y sus contenidos de verdad en sus jerarquías: Kamay, Sullul y Chiq’a; yachask’a kayla, sus ordenamientos sobre la regulación de las costumbres en el Tawantinsuyu; también acotamos la reflexión sobre contabilidad y predicción astronómica en el hamut’aq Juan Yunpa quien nos muestra la configuración de una “cosmología andina”.
Pensar un mundo durable para todos contiene dos disertaciones de Dussel y Montiel titulado: “Siete siglos de pensamiento americano”, es la presentación del texto: El pensamiento filosófico latinoamericano, del Caribe y “latino” [1300-2000]. En él se vuelve a poner en agenda la cuestión del pensamiento originario en nuestro continente. Dussel señala que “Hay entonces filosofías en las grandes culturas de la humanidad, con diferentes estilos y desarrollos, pero todas producen (algunas de manera muy inicial, otras con alta precisión) una estructura categorial conceptual que debe llamarse filosófica.” Esta Propuesta se ve acrecentada por Montiel, quien señala que el estudio de la filosofía en el continente ha empezado desde el siglo XVI, creyéndose que la filosofía se inicia con la invasión y dominación colonial hispana, se obvia el pasado originario; sostiene: “se habla de siete siglos de tal manera que no hay una visión restrictiva del ejercicio filosófico”. La sabiduría ancestral prolongada mucho antes del Estado colonial y que subsiste aún hoy en día en nuestros pueblos, es lo que Montiel toma para hablarnos de la “tradición sapiencial”. Se pregunta ¿Cuál es la diferencia entre la tradición sapiencial y la tradición filosófica occidental? Sus posibles respuestas indagan esta opción: “cómo dirimir una práctica sapiencial de una práctica intelectiva de tipo filosófico”, estas no son antagónicas, sino complementarias.
Montiel magníficamente nos ilustra como los Comentarios Reales del Inka Garcilaso penetro en el pensamiento filosófico europeo y fue señalado como literatura “subversiva” desde el poder colonial hispano debido a que servía de memoria colectiva entre los kuraka para no olvidar el magnífico pasado que significó el Tawantinsuyu. En cambio franceses, ingleses, holandeses e italianos fueron familiarizándose sobre el Tawantinsuyu, sus gobernantes, su historia, sus leyes y su filosofía (recuérdese el cliché de Garcilaso “y los amautas que son los filósofos”) hasta convertir los Comentarios Reales como parte de la Enciclopedia. La alteridad americana es convertida en referente cultural y sapiencial muy importante entre los filósofos europeos ya desde el siglo XVII. El “Nuevo Mundo” originaba nuevas proyecciones en el saber y la filosofía occidental.
Este texto pone en relieve nuevamente nuestra crítica al eurocentrismo de nuestros filósofos, programa que no consiste en rechazar las edificaciones pasadas y contemporáneas de la filosofía, sino más bien de universalizar lo propio y genuino originado en nuestras tierras. Las miradas sobre nuestra filosofía en el horizonte de Octavio Paz deben tener “alas y raíces”, las raíces son nuestros logros ancestrales que deben universalizarse como pensamiento y reflexión muy parecida a la “filosofía”, las alas implican mirar a occidente para observar con nuestros propios anteojos “discursivos” lo que nosotros mismos somos y no somos. Requiere ahora revalorar el gran esfuerzo que realizan Dussel y Montiel para poner en ojos de todo el mundo nuestra “filosofía sapiencial”.
Muchas gracias.