Por Alberto Thieroldt
Fuente: La República, Lima 6 de octubre de 2013
http://www.larepublica.pe/06-10-2013/isabel-cordova-juego-con-ninos-y-dragones
Cuando leo una obra de literatura infantil, como es el caso de la novela Mariana y el dragón dorado (SM) de Isabel Córdova, busco identificar concretamente tres elementos: el “mensaje”, el guiño cómplice y el fomento de una lectura literaria. Hallados estos tres elementos, me convenzo de estar ante una obra que respeta al pequeño lector, que no lo subestima ofreciéndole ñoñerías, o que se acerca a él fundamentalmente para aleccionarlo.
Sobre el mensaje: Isabel Córdova Rosas hace que el drama y la fantasía convivan; la vida es así. Entonces es una literatura vivencial la que se le ofrece aquí. Cuántos niños y niñas en el mundo viven verdaderas desdichas, pero nunca dejan de soñar. Entonces este escrito no alecciona; muestra. El padre de Mariana deja entrever la muerte de su esposa y madre de Mariana: “se ha ido al cielo en un hermoso barco”. Los términos utilizados dejan lugar a la fantasía, a los sueños. Pero pronto el narrador vuelve a la carga y lleva el drama al límite, este menciona que quien debería hacerse cargo de Mariana –ante la ausencia de su madre– es su tía, pero ella está muy enferma, casi desahuciada. Y otra vez reaparece la esperanza como credo infantil ante las desventuras: “estoy segura que volveré a ver, algún día, a mi madre”, dice Mariana. La novela pudo acabar sin final feliz, e igualmente hubiera sido un canto.
Sobre el guiño cómplice: Isabel se vale del lenguaje cuando inserta figuras como: “Dientes de potro loco”, “Como gatos flacos maullando”, “En una fiesta de disfraces con un payaso chiflado”. Utiliza un lenguaje tiernamente transgresor para enganchar a sus lectores. Pero después va subiendo el tono. Y lo hace gradualmente, soltando un anzuelo que luego, y con sigilo, lo lleva a un nivel más literario.
Sobre el fomento de una lectura literaria: estructura y lenguaje. Estos son los elementos que elige Isabel para procurar una lectura literaria.
En cuanto a la estructura: juega con los tiempos; utiliza elipsis o saltos temporales para encuadrar hechos. Y sobre el lenguaje, construye e inserta frases cargadas de lirismo: “Solo el rumor cantarín de las aguas”, “El cielo y el mar, eternos confidentes, se abrazaban en una quietud infinita” o “Sobre el aterciopelado melocotón de su hermoso rostro”.
Reitero, soy un convencido que el único secreto para escribir para niños es eso; respetarlos, e Isabel demuestra, con este libro, respetar profundamente a sus infantes lectores.
Permítanme una curiosidad como cierre de este comentario: ¿Qué encanto tiene el Valle del Mantaro que dota a sus hijos de tanto lirismo? Pues mientras yo leía Mariana y el dragón dorado, iba encontrando tanta sensibilidad como la que encontré en esa gran novela País de Jauja. Es decir, si el escritor Edgardo Rivera Martínez e Isabel Córdova Rosas nacieron allí, pues entonces algo más que apus ha de haber entre sus paisajes.