Santiago Roncagliolo
Roncagliolo: “Soy Óscar y todos mis personajes” Roncagliolo: “Soy Óscar y todos mis personajes”

Por Federico de Cárdenas
Fuente: La República, Lima 27/02/13
http://www.larepublica.pe/27-02-2013/roncagliolo-soy-oscar-y-todos-mis-personajes

-Tu libro trata sobre el mundo de las telenovelas y su protagonista las escribe. ¿Consideras que tu pasado de libretista te ayudó en este proyecto?
Claro. Muchas de las telenovelas que aparecen en el libro las escribí. Fue una época en que trabajé con Eduardo Adrianzén, quien será el presentador en la FIL de Trujillo, un gran honor para mí, con quien aprendí muchísimo. Recuerdo que en Girasoles para Lucía nos contrataron como sicarios: el libreto ya estaba listo, pero como la telenovela salía muy cara, nos contrataron para matar personajes. Logramos matar a unos 10 hasta el capítulo 40 y todo ello redujo costos. Fue una gran escuela, porque había que tomar los diálogos de los “muertos” y darlos a los sobrevivientes, algo nada simple de hacer y que valoro mucho. Desde entonces me quedé con ganas de escribir sobre este mundo tan peculiar.

-En tu novela ambos mundos, el de la realidad y el de la ficción, se contagian –por decirlo de algún modo–, a Óscar se le mezclan ambas cosas, como si fueran espejos que se miran.
Es lo mismo que ocurre en la literatura. Cuando escribes telenovelas, los personajes existen, no solo para mucha gente sino para ti, que puedes decir “es hora de matar a la abuela”. Lo mismo ocurre en la literatura, aunque de modo más personal. En el fondo, estos personajes que te has inventado son parte de tu mundo, convives con ellos cada día, y de eso también me interesaba hablar. De hecho, es lo que le ocurre a Óscar, para quien las mujeres que inventa acaban siendo parte de su mundo real. Son perfectas, sumisas, rubias y arcaicas, pero para él son más reales que las mujeres reales. Su esfuerzo es tratar de encontrar a esas mujeres “reales”,  todas sus peripecias derivan de que vive en un mundo de mujeres que no existen.

-Tal como lo describes, vestido siempre de negro, con aficiones y fobias muy marcadas, podría ser un personaje de telenovela.
Es un personaje de comedia. Creo que es muy gracioso y poco melodramático para llegar a ser de telenovela. Y está planteado así porque, pese a que en todo lo que he escrito hay una vertiente de humor, siempre quise escribir una comedia. Hay gente que se pone en guardia cuando digo esto, pero es porque creo que a los escritores nos toman demasiado en serio. Se espera poca comedia de la literatura. En mi novela anterior, que esa sí era muy rara –japonesa, de ciencia-ficción, fría y de suspenso– nadie me preguntó por qué había escrito algo semejante, en cambio cuando hago una comedia hay reacciones de extrañeza. En el cine y en el teatro nadie tiene problemas con ellas. Debería haber más libros divertidos.

PRESENCIAS

-En las letras peruanas hay un precedente famoso: es Pedro Camacho, libretista de radionovelas a quien las historias se le confunden. ¿Lo tuviste presente de algún modo al momento de diseñar a Óscar Colifatto?
No tanto, aunque es verdad que si eres un escritor peruano, tarde o temprano te sitúas o te sitúan en la estela de MVLl. Pensé mucho más en Woody Allen, de hecho Óscar tiene mucho de los guionistas que muestra Allen: neuróticos y obsesivos. Se parece también al Jack Nicholson de Mejor imposible. Ahora, si hay lectores que lo comparan con ese personaje de MVLl no tengo problema. He aprendido con el tiempo que mi relación con MVLl se parece a la que tengo con mi propio padre biológico: llevo 37 años tratando de no parecerme a él, pero tengo su aspecto. Igual me ocurre con MVLl, que es un escritor al que he frecuentado y al cual admiro muchísimo.

Hablemos un poco de la presencia de Miami en la novela. Se nota que es una ciudad que conoces.
Sí, la conozco bien y además tengo amigos que trabajan en la industria de TV. Es un buen escenario para una comedia: es EE.UU. pero es también el Caribe; es hispana, pero también anglófila; tiene esa ostentación del dinero propia de EE.UU., pero también ese saber vivir de los latinos. Para escribir sobre el mundo de las telenovelas es un escenario perfecto.

-Otra nota es que prácticamente no aparecen estadounidenses en el libro. Son todos latinos.
Pero es que prácticamente no los hay en Miami. Es nuestra colonia, la parte de EE.UU. que A. Latina ha conquistado. Y el mundo de la industria hispana de la TV está situado allí. La TV en inglés se hace en otros sitios, Los Ángeles o Nueva York. Miami, por tener gente de todas partes, es ideal para la telenovela. Y muchos de estos hispanos no hablan inglés y no están interesados siquiera en aprenderlo. Esta esquizofrenia de Miami me parece muy divertida y de ella Óscar se queja. Trabaja en un lugar que detesta y ni siquiera sabe conducir, lo que allí es considerado una forma de suicidio (risas).

APRENDIZAJE

-Hay un lado de aprendizaje en la novela, aunque al final tenemos la impresión de que hay aspectos en los que Óscar nunca cambiará.
–Como todos. En el aprendizaje de Óscar hay aspectos del mío. En una época viajé muchísimo para promocionar mis libros, y cada vez que volvía a casa me daba cuenta de que mis hijos habían crecido y habían cambiado y yo me lo había perdido. Entonces, en algún momento fui consciente de que mi vida no eran los libros o las historias que tuviera en la cabeza, sino mi esposa, mis hijos o mis padres, que siguen en Lima. La historia de Óscar habla de eso: cuando su novia lo abandona se da cuenta de que está solo, de que vive en un mundo de ficción, con personajes que no existen y que tiene que abrir contacto con su hijo, al que no ha visto nunca. Necesita la amistad y el amor que solo pueden darle personas de carne y hueso. Allí hay una especie de autoparodia de un momento que viví.

–La aparición súbita del hijo de Óscar es casi un recurso de telenovela.
–Juego mucho con la parte de telenovela, pero también hay una parte que la gente no ve y que sale de mi propia historia personal. Óscar tiene partes mías, como mis otros protagonistas. Pero soy yo exagerado, deformado, extremo, incorporando lados que surgen en el momento en que escribo.

–La novela tiene escenas muy divertidas, como la pelea entre actrices.
–Me tocó ver varias. Si el mundo de la literatura es un mundo de egos, el de la actuación lo es más, porque ellos trabajan con su cuerpo. Es una de las razones por las cuales yo no hago cine o TV. Si alguno de mis personajes se pone insoportable, lo abandono y no tengo que dar explicaciones. Trato de no multiplicar más egos a mi alrededor.

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