Por Federico de Cárdenas
Fuente: La República, Lima 22 de diciembre de 2012
http://www.larepublica.pe/22-12-2012/sanchez-leon-hoy-en-lima-nadie-se-encuentra
Resplandor de noviembre es la quinta y más lograda novela del escritor peruano Abelardo Sánchez León. La historia de un grupo de amigos como balance de una generación. Dialogamos con él sobre este libro.
¿Cuándo nace esta novela?
Tiene una larga data. Era un pedido de mi grupo de amigos, que fui postergando porque no sabía cómo escribirlo. Suelo tomar hechos traumáticos como punto de partida, y aquí no los había. Hasta que me dijeron: “Nos vamos a ir muriendo, de modo que hazlo de una vez”. Pero creo que la demora dio a la novela la perspectiva de los años, le hizo bien.
Creo que, de tus novelas, es la que cubre un lapso más dilatado. Son más de 40 años.
Sí, aunque ya ocurría también con La soledad del nadador, que sigue al personaje desde su juventud hasta casi los 80 años.
Pero allí tenías un solo protagonista, aquí es un grupo de amigos.
A mí me gustan los espacios amplios, no me muevo bien en los detalles ni soy muy cuidadoso en la forma. No soy ni Watanabe en la poesía ni Rulfo en el relato, a los que envidio.
Una característica de tus novelas es que sus personajes se encuentran muy próximos a modelos reales, y en esta siento que te has acercado al máximo. ¿Es así?
Sí. A pesar de que siempre trabajo varias versiones y corrijo mucho, es una novela que me resultó familiar y cercana, cuyo relato fluía sin dificultad. Y los modelos, ciertamente, los tenía a la mano, pues son mis amigos de toda la vida, los que además querían reconocerse en el libro, que quedara claro que se trataba del grupo del 13 de noviembre. Eso fue un reto para mí, porque no trabajaba un relato costumbrista; se trata de crear personajes que sean interesantes para el lector. Tengo la impresión de haberlo logrado, pues hay lectores que tienen grupos parecidos y se han sentido implicados.
Es una novela cuyo tema central es la amistad.
La amistad es un valor universal, pero un valor cuestionado. La vida posmoderna y fragmentada que llevamos hace que ese amigo único, compacto y sólido con el que siempre puedes contar vaya siendo una figura cada vez más rara. En este caso el grupo es masculino, pero es un tema que también interesa a las mujeres, que también se juntan.
Pero no te has tomado licencias con vidas ajenas, por decirlo de algún modo.
No. Mi novela es más ficción que crónica, aunque tiene de ambas. Aquí hay una discusión, pero creo finalmente que la literatura es mestiza. El español Javier Cercas en Soldados de Salamina es un buen ejemplo de hechos reales narrados como si fueran ficción. Resplandor de noviembre es una novela, pese a inspirarse en modelos muy cercanos. Hay una estructura, los he reelaborado, no es la realidad tal cual, hay una mano –que es la mía–que conduce el relato hacia un lado u otro.
UN ÁLTER EGO
Además la novela tiene al personaje de Bernardo, que es álter ego tuyo y uno de tus logros es que su presencia no invada la novela. Está su historia familiar, pero no aplasta la del grupo.
Me costó, pues todos los personajes tienen un mundo familiar sobre el que hago pinceladas. En el caso del narrador, tenía que venir de algún lado. Y me sirve para introducir el mundo de la cultura: teatro, cine, arte, esa especie de burbuja en que vive Bernardo y que conocí. Con el grupo hacía todo, pero el arte y la cultura eran con mi familia. Luis Jaime Cisneros me dijo una vez que mi problema era que no sabía cómo integrar ese mundo. Aquí me sirvió para dar testimonio de una época, pero dosificándolo, sin que invada.
Y lo mismo ocurre, creo, con los hechos políticos e históricos que van marcando la vida del grupo como parte de una generación, por ejemplo, el velasquismo.
Es una novela realista que tiene un lugar y un escenario, que es Lima. Y, claro, hay un tiempo histórico que voy señalando. No solo Velasco, también el terrorismo, Fujimori o el primer gobierno de Alan. De hecho García aparece como “extra” en la novela, pues estuvo en el patio de Letras de la PUCP. Hay un trasfondo, igualmente dosificado.
He conocido también ese microcosmos que era el patio de Letras en la Plaza Francia y creo que has logrado un retrato muy exacto.
Si lo comparamos con el campus actual de la PUCP, era un patio pequeño. Pero vio aparecer a una generación, la de la nueva izquierda, que luego pasaría al campus. Están Javier Diez Canseco y otros, que hacen de personajes complementarios de la novela y figuran con sus nombres reales. Dan veracidad a la historia.
UN BALANCE
También es una novela sobre una ciudad, Lima, que cambia y crece. En los 60 y 70 todavía tenía espacios donde era posible encontrarse, cosa hoy casi imposible.
Hoy en Lima nadie se encuentra y pocos son los que buscan. Es un drama cotidiano. Es como en el DF de México. Nos vemos cada vez menos con los amigos, y no porque no queramos, es porque la ciudad nos lo impide. En la novela Lima tiene su propia vida, los personajes y la ciudad son un entramado que va cambiando.
Hablemos de las mujeres en la novela: buscadas, deseadas, soñadas, pero en el fondo no tan presentes.
En efecto, están como tema de fondo. Reconozco que es un mundo propio y que no lo he desarrollado. Sin buscar excusas, es un problema, en general, de la literatura peruana, que tiene pocas protagonistas femeninas y pone a la mujer como personaje restringido. Bryce sería la excepción. Giovanna Pollarolo lo ha hecho en su poesía, con mujeres que conversan de sus intimidades. Volviendo a la novela, es verdad que entonces la mujer era un personaje misterioso. Pero la vida ha sido generosa conmigo, pues tengo muchas amigas.
Estamos ante un balance generacional, pero no presentas al grupo como parte de un proyecto frustrado. El balance, me parece, tiende a ser positivo.
Este no es un grupo marginal –como haría Reynoso– o literario –como haría Bolaño–, es un grupo de profesionales de clase media peleadora que no tiene otra ambición que la de salir adelante, y ese mismo hecho les da una calidad humana muy amplia, con sus progresos y percances.
Personajes que buscan su lugar en el mundo.
Exacto. No se trata de revolucionarios. Bernardo pudo haberlo sido y también sus amigos de izquierda, pero la llegada del terrorismo y sus horrores los contuvo. Marcelo, otro personaje del grupo, dirá: “no creo en las ideologías, creo en la biología”. La vida enseña muchas cosas.
PROYECTOS
¿Y qué viene ahora? ¿Me darás una exclusiva?
Sí. Retorno luego de un decenio o más a la poesía. Tengo dos proyectos muy avanzados, uno de ellos se titula Un grito bajo el agua y voy a publicar un adelanto de tres poemas en un próximo número de la revista Hueso Húmero.