Rosina Valcárcel
Una Rosina en el jardín

Por María Luz Crevoisier
Fuente: El Peruano, Lima 17/11/12
http://www.elperuano.pe/Edicion/noticia-una-rosina-el-jardin-50772.aspx

Este cielo limeño, tan encapotado y tan gris, que sólo brinda melancolías a quienes estamos acostumbrados a horizontes azules y salpicados de estrellas; ha sido capaz de acunar a hombres y mujeres que convirtieron la palabra escrita en un instrumento para expresar sentimientos, emociones y dar vida a las más bellas y sentidas creaciones dichas en el lenguaje que nos dejó la conquista hispana.

Desde Isabel Flores de Oliva, Manuel González Prada, José Santos Chocano, Leonidas Yerovi –por citar a algunos–, hasta arribar a una de las voces más sentidas de la poesía femenina peruana: Magda Portal, quién aportó dinamismo y fuerza al poema, se han sucedido infinidad de nombres de mujeres que escriben vinculadas o no a una posición política.

Pero con ese sentimiento de pertenecer a una raza nueva y con el compromiso de manifestarse viviendo el signo de los tiempos; la lista es larga y fructífera. En ella, encontramos a Cecilia Bustamante Moscoso, Blanca Varela, Lola Thorne, la iniciadora del verso intimista y sexual María Emilia Cornejo, Carmen Luz Bejarano, Inés Cock, Cecilia Eguren y otras más.

Otro ejemplo más de que en la Ciudad Jardín no solamente perviven la niebla, el caos y otros defectos, es la presencia sensible de una mujer que hizo del verso su razón de existir. Silvia Rosina Valcárcel Carnero (Lima, 1 de mayo de 1947) es, en este momento, una de las voces más vitales de la generación de los setenta, a la que perteneció también la Cornejo y de la que surgieron Sonia Luz Carrillo, Enriqueta Beleván, Carmen Ollé.

Versos de valor
Su escritura elegante y emotiva, a veces transformada en un grito de rebelión, de impotente aniquilamiento por aquello que la ahoga, ha cruzado las fronteras de la patria como lo confirma el interesante estudio realizado por la investigadora Giovanna Minardi, de la universidad de Palermo, sobre la obra de esta limeña.

Es que quien escribe versos como: "En la edad de la razón/ envié todo al infierno/Canto en medio del caos/celebro el amor en los parques/ el mensaje de mis hijas/y la poesía de mis mejores amigos/con quienes conspiro alguna locura/para guarecerme de la hostilidad del tiempo" (De Una mujer en medio del caos, 1991) no podría pasar inadvertida.

Otro ejemplo de la trascendencia que está adquiriendo es el homenaje que le ha dedicado la revista La Tortuga Ecuestre, a cargo del poeta Gustavo Armijos, en su número 329 y en el 330 (setiembre y octubre del 2012).

Acaba de concluir con la escritura de 50 poemas para un próximo libro y el Fondo Editorial de San Marcos está reeditando Mitos, dominación y resistencia andina, en una versión ampliada y corregida que saldrá a luz en enero del 2013. Aparte de este trabajo, es invitada a diversos eventos como recientemente al Tercer Festival de Poesía de Lima, actividades que le son "como el pan de cada día", según afirma.

Después de haber abandonado el magisterio "hace dos décadas", ahora, libre de compromisos, se dedica a aquello que más ama: la escritura. Además de haber colaborado con diversas notas en distintos medios, ha editado los poemarios Sendas del bosque (1966), Navíos (1975), Una mujer canta en medio del caos (1991), Loca como las aves (1995), Paseo de sonámbula (2001) y Naturaleza viva (2011). Estas obras le han merecido galardones como el Primer Premio José María Arguedas (1974), entre otros más.

Sus inicios en la poesía los hizo en San Marcos, donde estudió literatura y antropología. Allí, en la revista Piélago, publicó sus primeros poemas. Los poetas surrealistas son un poderoso referente para ella, así como las figuras dispares de Isadora Duncan, Mata Hari, Simone de Beauvoir y Manuelita Sáenz.

Me quedo con tu blusa negra
(a Chris Castello)

Cuando sube la marea
Me quedo con tu blusa negra que irradia la noche
Así inicio el rito, la vida, el amor
Puedes quedarte con la oquedad de mis ojos
las pequeñas piedras vacías y mi lágrima seca
Puedo acariciar tu mejilla nacarada
palpar la nostalgia cotidiana
bajo el apremio de la belleza lunar
que nos abraza descalza
¿Escuchas el quejido animal que nos domina?
Si me pierdo en el caos mítico
no dudes de mí
llevo tu imagen y  en el laberinto infinito de estrellas
nos hallamos
en los diversos tonos rojos que cubren nuestros cuerpos

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