Por Héctor Velarde
Fuente: Nueva York, 2902/12
Acuérdate del Escorpión (Lima: Fondo Editorial de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega, 2010) es la sexta obra narrativa de Isaac Goldemberg y su primera novela policial. Goldemberg ha publicado, además, once libros de poesía, teatro, ensayos, y proyectos editoriales de muy variada índole, como la serie: Hostos Review, sobre cultura hispanoamericana en el mundo, o El gran libro de la América judía (Universidad de Puerto Rico, 1998)
En este contexto literario, Acuérdate del Escorpión plantea un giro sustancial y un reto en cuanto a los géneros tradicionalmente frecuentados por el autor. Me estoy refiriendo a la novela realista, al testimonio, al género fantástico y de crónica socio/cultural que se pueden apreciar en obras como: La vida a plazos de don Jacobo Lerner, Tiempo al tiempo, Peruvian blues o En nombre del Padre.
Acuérdate del Escorpión va por otros rumbos, explora nuevos territorios formales y estéticos; y es también, al menos a simple vista, la novela con menos referencias autobiográficas del escritor peruano. Es por eso que entender su último libro como una historia policial con destellos fantásticos y ambientados en el Perú de los años setenta es contar parte de la historia, y acaso ni siquiera la más central.
Si la obra de Isaac Goldemberg, en su conjunto, permite entenderla como un diálogo e indagación permanente sobre la construcción y las tensiones de la búsqueda de la identidad judío/peruana (y judío/latinoamericana por extensión) en un ambiente muchas veces hostil, pero a la vez, en una escenario peruano con sus propias complicaciones multiculturales y multiétnicas, en esta su última obra, como dije, desaparecen toda mención relevante y directa a su propia experiencia personal y a las gentes y lugares que lo han rodeado, como pueden ser: su pueblo natal de Chepén, los colegios León Pinelo y Leoncio Prado, la dicotomía de Lima vs. provincia, Nueva York, etc. Aunque sólo en apariencia, ya que lo que hace el autor es reposicionar su espacio como escritor, para asumir una nueva posición en un nuevo contexto y visión literaria más inclusiva y abarcadora que sus primeros libros. Como consecuencia, hace a un lado el hecho de la propia búsqueda de la identidad cultural como valor primario –con todas las complicaciones que eso implica- por una aceptación implícita y podríamos decir hasta satisfecha e irónica, de su propia realidad multicultural.
Es por esto que Acuérdate del Escorpión va más allá en el sentido de que si en La vida a plazos de don Jacobo Lerner la historia nace y parte desde un pequeño pueblo del norte peruano, para que luego, en futuras obras, los temas y dramas se vayan extendiendo e incluyendo a Lima, el Perú y Nueva York. En esta novela el escenario es el mundo entero o si se quiere, la historia entera del Siglo XX, en el sentido de que la novela se nos presenta como un viaje a través de algunos de los acontecimientos históricos más dramáticos de los últimos años, desde la tragedia que significó para el Japón y la Alemania ser los protagonistas y victimarios de la Segunda guerra mundial, pasando por el holocausto judío, hasta la Sudamérica y el Perú de los años 60 y 70, con sus crisis políticas y económicas, y resultado de las múltiples migraciones que llegaron a América desde Europa y Asia.
Un viaje en donde la experiencia judía/latinoamericana es central pero ni mucho menos la única ni la más relevante ya que esta aparece enmarcada en un contexto mucho mayor, y en el que se mezclan realidades culturales orientales, africanas, criollas, indígenas y mestizas, a través de diferentes personajes que interactúan entre sí en un amalgama étnica y cultural en perpetua innovación que nos hace recordar la obra de José María Arguedas, especialmente en su etapa final.
Justamente es con el escritor andahuaylino que Isaac Goldemberg tiene más coincidencias que con cualquier otro escritor hispanoamericano. Los libros de Goldemberg, al igual que los de Arguedas, nacen en sus primeros textos en pequeños pueblos y caseríos hasta terminar abarcando la nación entera, como en una de sus últimas obras, de título más que aleccionador: Todas las sangres. El centro que mueve a estos dos escritores peruanos es la búsqueda y la definición de la identidad (una identidad marcada sobre todo por la figura paterna), en medio de un mestizaje que afecta a los propios autores y que, en ambos casos, se presenta problemático al principio pero en el transcurso del desarrollo de su literatura alcanza nuevas cotas literarias y culturales que los hace sentir la necesidad de abrazar a la nación entera peruana -pero podríamos decir también la judía, la quechua, la negra, la blanca, la mestiza, etc.- a través de una construcción que podríamos llamar espiritual, en la que tienen cabida gentes de todos los orígenes, como es el Perú, y como ciertamente es también la cultura judía.
Arguedas lo entendió así y lo quiso expresar en su última novela: Todas las sangres, obra vapuleada e incluso incomprendida en muchos aspectos hasta el día de hoy. Aunque el horizonte de Acuérdate del Escorpión no es tan ambicioso como la novela de Arguedas, en tanto que esta novela pretendió explícitamente entender y explicar la nación peruana en su totalidad, si tienen en común el que ambas representan la culminación de proceso de definición de la identidad cultural propia y de sus comunidades.
Con Acuérdate del escorpión Isaac Goldemberg explora géneros y territorios literarios nuevos para él, y muy poco explorados por escritores de nuestro idioma: el género de la novela policial y la novela negra. Sin embargo, Goldemberg ha salido muy bien parado de este reto artístico, lleno de riesgos, por la precisión matemática que exigen los policiales pero también por las propias innovaciones dentro del género como se aventuró el autor. Y esto se ha podido dar justamente por lo dicho líneas arriba, porque su esencia estética y formal como policial no es un fin sino un medio, para continuar trabajando y puliendo su universo literario personal y acaso zanjar de manera más inclusiva y armónica lo que es el Perú para el autor.
La novela policial tiene una larga y rica tradición en Occidente, especialmente en el mundo anglosajón, gracias a autores como Edgard Allan Poe, James M. Cain, Georges Simenon y Agatha Christie. Ellos establecieron las bases del género: la racionalidad, el misterio, la precisión, la culpa, la búsqueda de la justicia y la acción desenfrenada. Hispanoamérica no ha sido especialmente pródiga en producir escritores en este género, quizás con la sola excepción de algunas obras de Borges y Bioy Casares en Argentina y Alonso Cuento y Vargas Llosa en el Perú. Sin embargo, lo que nos faltó a nivel creativo nos sobra a nivel de lectores. El género policial y la novela negra, han sido extraordinariamente populares entre los lectores de nuestro ámbito cultural, quienes han recurrido masivamente a las traducciones. El último gran ejemplo de esta pasión lectora son las novelas de la trilogía Millenium, del autor sueco Stieg Larsson.
Acuérdate del escorpión también posee vena popular. Casi se diría, característica ineludible del género. La novela cuenta su historia de manera llana, directa, trepidante, emocional, romántica y trata de romper a cada paso estereotipos culturales, a través de la interacción de personajes provenientes de todas las sangres, como diría Arguedas. La acción de la novela tiene lugar en Lima, a principios de la década de los 70, en plena dictadura del general Juan Velasco Alvarado. Los hechos apenas se dan en una semana y comienzan un día después al terremoto que devastó el norte del Perú y varios barrios de Lima, con el saldo de decenas de miles de muertos, en el mismo momento en el que el Perú jugaba su primer partido de fútbol en el Mundial de México 1970. La atmósfera de tragedia está creada, y se asemeja en algo a los terribles escenarios de muerte y destrucción de la Segunda guerra mundial.
Su protagonista es el detective Simón Weiss (joven Capitán de 35 años de edad, de la Policía de investigaciones del Perú), quien es de origen judío y cuyos padres fueron asesinados en el Holocausto, en el mismo campo de exterminio donde él estuvo prisionero entre los siete y los diez años. Simón es un hombre que ama su profesión, es inteligente, perspicaz, romántico y atormentado; y está enamorado de una prostituta quince años mayor que él. Posee algunos vicios y debilidades como la cocaína, producto de una infancia traumática, pero lo que marca su relación con el mundo no es eso sino su honestidad esencial. A Simón le encargan resolver un crimen: el asesinato de un viejo japonés en un billar del Centro histórico de Lima. Para facilitar su trabajo, su jefe, el inspector Catón Castro Castro, apodado El Zorro, le hace trabajar junto al joven teniente Kanashiro, de origen japonés. Apenas vamos unas páginas y nombres y apellidos judíos, alemanes, japoneses y españoles hacen acto de presencia, conectando al Perú y su drama nacional, con el resto del mundo.
La historia rápidamente se hace más compleja con un nuevo asesinato, la de un inmigrante judío sobreviviente de los campos de concentración. Aunque al principio no parecía que existía conexión entre estos dos crímenes, la historia da un giro sorprendente y nos ubica en el tiempo, hasta los propios orígenes de la Segunda guerra mundial. En este punto, la historia alcanza nuevos niveles, ya que, sin sacrificar el misterio y las intrigas de la trama, nos lleva a cuestionarnos sobre las razones profundas y los niveles de crueldad a los que llegó el ser humano como consecuencia de esta gran contienda bélica. Isaac Goldemberg, sin embargo, no cae en el estereotipo fácil, tan frecuentado por las películas de Hollywood, y más bien nos muestra que la grandeza y la miseria estuvieron en los dos lados. Pero también rompe con otra vieja característica y tara del género: su a veces racionalismo excesivo y esnobismo intelectual, y lo hace con el uso preciso de los sueños y la aparición pertinaz y esporádica de un tatuaje de alacrán en el inconsciente del protagonista, técnica que ya había utilizado en las novelas: La vida a plazos de don Jacobo Lerner y El nombre del padre.
Pese a todos estos riesgos, de romper el racionalismo esencial de un policial para llevarlo a los territorios de la literatura fantástica, la novela cumple con primera regla de oro inevitable para el género, la única que no puede ser rota, y es la de atrapar al lector desde la primera línea y no soltarlo jamás. La segunda regla de oro, que la historia tenga un final inesperado, también lo tiene, pero de una manera explosiva. Acuérdate del escorpión termina con el clímax en su apogeo, en medio de balazos y peleas cinematográficas, en un prostíbulo decadente y siniestro de Lima, rompiendo las propias reglas del cuerpo policial al que pertenecían los protagonistas. Lo que nos lleva a otra ruptura del género, está menos estricta, el protagonista no es un héroe convencional, es un antihéroe con tantas virtudes como defectos, perdedor en el amor y en muchos sentidos, todavía un niño.
Y lo vemos a Weiss enfrentándose a su terrible pasado, al capitán de la Gestapo que había sido el comandante del campo de concentración donde perecieron sus padres y que por pura coincidencia se encuentra radicado en Lima: honor, venganza, redención, justicia. Dramas y conflictos internos que aparecen en el contexto no sólo como la resolución intensa de la trama, sino con una verdadera purificación del alma, como un enfrentamiento contra los miedos y traumas más profundos que aprisionan a sus personajes principales. La novela propone la liberación del espíritu a través del descubrimiento de la verdad y la búsqueda de la justicia.
Isaac Goldemberg ya había alcanzado el reconocimiento de la crítica y el éxito editorial con su primera novela: La vida a plazos de don Jacobo Lerner, publicada en inglés y en español a finales de los 70, y luego traducida al italiano y al francés. Desde entonces, su obra y su vida han transcurrido por dos caminos diferentes pero complementarios: la literatura y la academia. De sus libros anteriores, la crítica y el periodismo cultural han escrito cosas que podríamos repetir ahora, porque como he escrito, su reciente novela es una ruptura en cuanto a los géneros tradicionalmente visitados por el autor, y una ruptura también dentro del propio género policial, por su dimensión fantástica y moral, pero no un cambio sino una evolución en la esencia del universo personal del autor. Sus demonios, fantasmas y musas están ahí, pero esta vez, mucho más domesticados y hasta amigables con los lectores, porque saben o creen saber o han decidió saber y creer quienes son.
Por ejemplo, sobre su primer libro, el New York Times Book Review aseguró: "A moving exploration of the human condition", para luego agregar: “Spiritual rootlessness cannot be quickly overcome. In the recent surge of fiction from South America, this theme has nowhere been more fully treated than in this first novel by the Peruvian writer, Isaac Goldemberg”. Mientras que Newsweek ha comentado: “Goldemberg shows with great perception how history, belief and myth can burden people with more contradictions than they can bear”.
El gran escritor chileno, también de origen judío, Ariel Dorfman elogió la novela de Isaac Tiempo al tiempo (Play by Play), en el New York Times Book Review, con estas palabras: “Trouble adolescents have been a staple of fiction at least since Goethe’s time — and because so much of their trouble has come from identity crises, some of the more interesting adolescents have been Jewish, their sorrows and apprenticeships complicated by uncertainty about national or cultural loyalties. One thinks of characters in the work of Proust, Philip Roth and Elias Canetti. Marcos Karushansky Avila, the protagonist of the Peruvian writer Isaac Goldemberg’s brilliant second novel, Play by Play, is a fascinating addition to that group. […] The source of Mr. Goldemberg’s blend of fantasy and reality could be Isaac Bashevis Singer, but Mr. Goldemberg can more plausibly be compared to his Latin American contemporaries Mario Vargas Llosa and Manuel Puig…”. Asimismo, The Village Voice dijo que “Rooted as they are in the reality of modern Peru, Goldemberg’s novels also exist in a realm where myth and history get entangled with daily life; his fathers and sons are fated to walk a “road that neither began/nor ended in Jerusalem or Cuzco.” In chronicling their misadventures along the way, Goldemberg fuses the best of two potent traditions: the Latin Americans’ labyrinthine inventiveness and the irony and black humor of Jewish literature, all mixed up with some magic of his own”.
Isaac Goldemberg ha recibido muchos elogios y premios, y en cierta manera, estas condecoraciones son una biografía solapada del autor. La vida a plazos de don Jacobo Lerner ha sido considerada por el National Yiddish Book Center de los Estados Unidos como uno de los “100 greatest Jewish books of the last 150 years”. Además, esta novela fue incluida en Masterpieces of Latino Literature, editado por Frank N. Magill y publicado por HarperCollins en 1994, volumen que incluye también las obras de escritores como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Oscar Hijuelos e Isabel Allende. Al mismo tiempo, Isaac ha recibido varios premios y reconocimientos, como el P.E.N. Club of Peru Literature Award (2005); la Orden de Don Quijote (2005); el Editores Short Story Award (2000), la Nathaniel Judah Jacobson Award (1996), y Nuestro Award in Fiction (1977). Y acaso el más importante –o al menos el más conmovedor, para nosotros, los peruanos-, cuando el congreso del gobierno del Perú publicó una antología/homenaje sobre su obra que tituló: La vida son los ríos, en clara alusión a Arguedas, privilegio que sólo a muy pocos escritores y artistas peruanos les ha tocado.
Judío, peruano, latinoamericano, latino de los Estados Unidos, pongámosle en el orden que queramos, o mejor aún, permitamos al autor ponerlo en orden, según su humor y convicciones. Acuérdate del escorpión es un giro y un regreso, cierra un ciclo narrativo y abre otros, una novela policial cuyo centro, al igual que el resto de su obra, es la búsqueda y la construcción de la identidad, o todavía mejor, su consecución.