Por Mario Mayhua Quispe
Fuente: Los Andes, Puno 11/12/11
http://www.losandes.com.pe/Cultural/20111211/58904.html
Mi aproximación, a la producción literaria de José María Arguedas, fue a través de Agua; específicamente de Los Escoleros, en donde los personajes y protagonistas principales eran unos niños del campo llamados Juancha, Teofanescha, Bankucha; y esa manera de tratarse entre ellos me hacía recordar a la manera como nos tratábamos con mis amigos de infancia. Después de haber leído Los Escoleros, por extrañas y misteriosas causales, me dieron ganas también de escribir sobre mis vivencias familiares en el campo, sólo para mí, en un diario personal; eso fue cuando yo estaba en el segundo grado de secundaria.
Ya en la etapa universitaria tal vez ese hecho haya influido para que intuitivamente, con mi Promoción “Samuel Frisancho”, 1995-1999, Especialidad de Lengua, Literatura, Psicología y Filosofía, Facultad de Educación de la UNA-Puno, pongamos la imagen de Arguedas en la tapa de la revista La Nueva Tea, en su número 3; rindiéndole, de este modo, un homenaje casi inconsciente hasta involuntario a un escritor escasamente abordado y profundizado, en aquellos años, por nosotros.
El otro libro, que me conmovió bastante y que tuvo efectos duraderos, fue la lectura de sus Diarios que están incluidos entremezcladamente en El Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo. ¡Qué manera de escribir tan sentida, necesitada y naturalmente! Francamente, ahí se percibe, en las páginas de sus Diarios, la sensibilidad del artista y el grado de entendimiento al que había logrado ascender Arguedas; ahí también se pueden encontrar las razones o las sinrazones de su adiós y que él se fue muriendo de Perú.
Y hablando de nuestro país, el escrito arguediano que exaltó mi menguado espíritu patriótico, ya no peruano solamente sino tawantinsuyano, fue al haber leído Túpac Amaru Kamaq taytanchisman; haylli-taki. Tanto me enardeció y me enfervorizó, por nuestro padre creador Túpac Amaru II, que hasta me atreví a escribir en quechua (mi lengua materna), después en castellano, un haylli, arrebatado y contestario, titulado: Taytallay Túpac Amaru.
Otro hecho circunstancial que me ha permitido una mayor ‘familiarización’, por así decirlo, fue que Arguedas, en su infancia, tuvo un ‘tutor’, un ‘consejero’ o quizá un ‘guía’, llamado y apellidado Felipe Maywa; también mi apellido se pronuncia igual, aunque su escritura no es tan idéntico. Por esta feliz coincidencia, pienso que Felipe Maywa fue un pariente mío, tal vez no tan cercano; pero hay también otro punto en común; según el mismo Arguedas, Felipe Maywa era de baja estatura; bueno, en ese aspecto, yo también tengo baja estatura; por lo que ya tendría dos argumentos para considerar a Felipe Maywa como un pariente mío. Entonces, creo que hay algunas razones que explican mi aproximación y ‘familiaridad’ a la persona de Arguedas y sus obras.
ENTRE GARCILASO Y GUAMÁN POMA
Antonio Cornejo Polar ha dicho que Arguedas es un personaje paradigmático de los migrantes andinos que han estado llegando a las ciudades costeñas del Perú y que, posiblemente por ello, su obra fue una pelea verdaderamente infernal con la lengua. En ese sentido, Arguedas dio pelea no tanto por la identidad sino más bien por la autoestima, por la reestimación colectiva.
Aquello significa, según Pablo Macera, lo siguiente: “Arguedas podía elegir entre ser Guamán Poma o ser Garcilaso. Prefirió ser Garcilaso (del siglo XX) cuando en verdad le convenía ser Guamán Poma (…). Ojalá para el bien de sí y para todos que Garcilaso hubiera escrito quechuañol en el siglo XVI en vez de ser ‘la mejor prosa castellana del siglo de oro’. Guamán Poma, que pelea con todas las lenguas suyas y ajenas, se levanta, fracasa, vuelve a levantarse y fracasar, indefinidamente. Fue un indio porfiado, rebelde, una opción más vital”.
¿Y a qué viene esto del dilema entre Garcilaso de la Vega y Guamán Poma?
En primera instancia: es cierto que los “Comentarios Reales de los Incas” constituyen una obra de amplia proyección indigenista, en la que lo histórico es lo sustancial; pero, también es cierto que, para publicarlo ha tenido que hacer muchas concesiones a las instituciones políticas y eclesiásticas de la dominación española. Por otro lado, por su calidad literaria, Garcilaso de la Vega, fue considerado el mejor prosista de los tiempos coloniales, por lo que escribió en buen castellano, sin interferencias lingüísticas del quechua. Por consiguiente, su obra no fue resultado de una pelea verdaderamente infernal con su lengua materna, el quechua. También es cierto que Garcilaso era partidario de la conquista española, por lo que resolvió censurarla de forma discreta y leve. Garcilaso se ubica pues entre el elogio, la explicación de las variadas posturas y las disculpas. Un típico mestizo, orgulloso de la procedencia noble de su padre (español) y de su madre (tawantinsuyana), orgulloso heredero del país vencedor (España) y del pueblo tawantinsuyano vencido; de ahí su posición ambivalente.
En segunda instancia: “Nueva Crónica y Buen Gobierno”, invaluable documento realista y contestario, presenta abundantes ilustraciones que van acompañados por escritos difíciles de lecturar por la confusión idiomática. Esta insuficiencia idiomática hizo que se auxiliara de dibujos, para así mostrar con mayor claridad su mensaje e ideología. Consiguientemente, su obra fue producto de una pelea verdaderamente infernal con la lengua. Además, para escribirlo no ha tenido que hacer concesiones a ninguna de las instituciones políticas y eclesiásticas de la dominación española. Clemente Markham dice, de Guamán Poma, que se trata de un: “Diligente recopilador, orgulloso de su estirpe, artista privilegiado; la obra de este escritor es la muestra más notable e interesante del genio indígena, que ha llegado hasta nuestros días”. Igualmente, Julio C. Tello califica a Guamán Poma como“el primero y más encumbrado dignificador de su patria y de su raza”. Guamán Poma no se ubica pues entre el elogio, la explicación de las variadas posturas y las disculpas. Un típico indio o indígena, orgulloso de su estirpe nativa, que toma partido por su pueblo vencido (pero no rendido); de ahí su posición definida.
Conclusión: José María Arguedas se inicia escritural y literariamente a lo Guamán Poma (en Agua, Yawar Fiesta) y luego se desenvuelve a la manera de Garcilaso de la Vega (en Los Ríos Profundos, Todas las Sangres); aunque, posteriormente, opta por el otro derrotero: escribir en quechua, para después traducirlo al castellano (en Túpac Amaru Kamaq taytanchisman; haylli-taki. Qollana Vietnam Llaqtaman).
NO ES FRAGMENTARIA, MONOCULTURAL Y PARCIALIZADA
ARGUEDAS AMPLIO, porque desarrolló una literatura totalizadora (pocas veces emprendida en el Perú); fue ampliando sucesivamente su ámbito espacial: de la comunidad y el pueblo a la capital de provincia, luego al departamento, para terminar en el esfuerzo de trazar una imagen de todo el país: campo y ciudad, campesinos y burgueses, indios y mistis; todos los espacios y todos los personajes. Esta gradual ampliación, del mundo representado, fue señalada por él mismo y examinada por Tomás Escajadillo, Antonio Cornejo Polar y Roland Forgues:
1ro. Comunidades indígenas, caseríos y haciendas, con la confrontación básica entre indios y terratenientes (mistis), en Agua.
2do. Poblaciones cada vez más populosas: la capital de provincia Puquio (en Yawar Fiesta), las capitales de departamento: Abancay y Cusco (en Los Ríos Profundos) y la capital del país (en El Sexto).En este nivel, la oposición básica es la tensión entre la sierra y la costa, entre la cultura andina y la cultura occidental.
3ro. Lugares de encuentro donde los personajes contrastan sus posiciones frente al desarrollo del Perú: una zona minera andina (en Todas las Sangres) y el Chimbote del boom de la pesca (en El Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo). En este ámbito, detrás de la oposición entre sierra y costa, se encuentra otra pugna mayor: entre la nación peruana (su identidad cultural, su autonomía socioeconómica y política, su legado histórico) y el expansionismo capitalista de las multinacionales. Es decir, alude a la problemática de los países del Tercer Mundo.
ARGUEDAS PLURICULTURAL, pues vivió y conoció las dos culturas del Perú contemporáneo: la cultura dominante, la tradición cultural española y criolla, y la cultura dominada, la tradición cultural autóctona y nativa de los quechuas - aymaras y amazónicos.
No sólo habló casi correctamente las dos lenguas de las dos culturas implícitamente enfrentadas, sino que vivió en el seno de la nación vencida y, también, en las entrañas de la nación vencedora. A nuestro juicio, no es tan determinante el sólo conocer y hablar dos o más lenguas o idiomas; lo crucial y decisivo es el sentir, vivir y hablar en una lengua; por eso, Arguedas, intentó y buscó transmitir el sentimiento, la vivencia y el pensamiento quechua a través de la lengua castellana, y no a la inversa.
Además, por esa vía, se ubicó y tomó partido por la cultura dominada y la nación vencida, defendiéndola y difundiéndola. Esto explicaría el sentido de su frase -en el acto de entrega del premio “Inca Garcilaso de la Vega”-: “No soy un aculturado…”. Ahí señala que ser un aculturado es adoptar apariencias, poses falsas y conductas inauténticas; así mismo: “que la nación vencida renuncie a su alma (…) y tome la de los vencedores, es decir que se aculture”. Es que Arguedas entendía nítidamente que el ser humano, además de ser social, es un ser cultural.
ARGUEDAS MULTIFACÉTICO, puesto que no fue solamente novelista o exclusivamente poeta o únicamente antropólogo; fue todo ello, además de ensayista, musicólogo, folklorista y funcionario. Es decir, no tuvo una visión fragmentada y unilateralmente literaria del país; sino, integral, totalizadora y multidisciplinaria.
NACIONALISMOS E IMPERIALISMOS
Julio Cortázar, en 1967, al abordar sobre la “situación del escritor latinoamericano”, arremetió contra “el telurismo” y “los nacionalismos de escarapela y banderita”, ejercitados prolijamente en América Latina. Atacando, a la vez, a la literatura concebida como exaltación patriotera de lo local, con una perspectiva etnológica o folklórica, ya que éstas serían las semillas ideológicas del peor nacionalismo e incluso del racismo. Se refería pues a los nacionalismos de los países neocolonizados, dependientes y, por añadidura, subdesarrollados en cuerpo y alma. No hace referencia, por supuesto, al nacionalismo y patrioterismo (imperialistas) de los países europeos y blancos.
Pero lo que más irritó, a Arguedas, fue que Cortázar dijera que estar en Europa permitía comprender mejor a Latinoamérica. (Europa el de la suprema cultura civilizada, por no decir superior; el eurocentrismo, que pronto pasará de moda, pues se aproxima aceleradamente el asiacentrismo de la China de Mao). Es que Julio Cortázar, como buen cosmopolita y reputado escritor ‘ecuménico’, tomó muy a pecho eso de la literatura universal. ¿Es que realmente existe la llamada literatura universal? Existe, pero como abstracción. De lo que sí podemos hablar es de una literatura china, de una literatura alemana, de una literatura japonesa, etc. Es que la literatura no es un fenómeno supracultural; es decir, no hay literaturas por encima de las culturas; hay tantas literaturas como culturas existentes.
En el caso peruano, dentro de esta lógica, no podemos hacer referencia a una literatura peruana en general. Hasta el más alto representante de la literatura peruana (del estamento criollo), Mario Vargas Llosa, tiene una opinión clara al respecto cuando habla de “un país escindido en dos mundos, dos lenguas, dos culturas, dos tradiciones históricas”. Consiguientemente, en el Perú se desenvuelven dos literaturas porque coexisten (hasta conflictivamente) dos culturas, dos tradiciones históricas. Una de ellas es la cultura andina y, por lo tanto, la literatura andina y, ésta, con sus variantes como la literatura indigenista, neoindigenista, la literatura india de Efraín Miranda y otros.
LOS AMAUTAS ARGUEDAS Y MARIÁTEGUI
Entonces, dentro del enfoque mariateguista, hablar de la producción literaria y antropológica de Arguedas es hablar, también, del indigenismo, neoindigenismo y el indianismo. Más todavía, si es que Mario Vargas Llosa es el máximo exponente de la literatura criolla (del Perú); José María Arguedas vendría a ser el máximo exponente de la Literatura Andina.
José Carlos Mariátegui, al examinar el indigenismo (y la literatura andina), plantea: “La obra maestra no florece sino en un terreno largamente abonado por una anónima u oscura multitud de obras mediocres. El artista genial no es ordinariamente un principio sino una conclusión. Aparece, normalmente, como el resultado de una vasta experiencia”. Las obras maestras, al que el Amauta se refería con mucha antelación, son pues las obras de Arguedas. Y el artista genial, al que el Amauta hacía mención con mucha antelación, es pues José María Arguedas. Qué duda cabe.
Para finalizar, habría que subrayar el mariateguismo de Arguedas. Arguedas era un mariateguista; lo reiteró en varias ocasiones. Referente a ello, Alfredo Torero, antropólogo y lingüista, cuenta lo siguiente: “Arguedas me miró y me preguntó algo que seguramente había estado meditando: ‘¿Crees, Alfredo, que entre los jóvenes estudiantes habrá un nuevo Mariátegui?’; yo creía que sí y eso le dije; entonces exclamó: ‘¡Gracias!’, se irguió y me dio un abrazo casi triunfal”.
Yo también pienso y creo como Alfredo Torero que, entre todos los estudiantes y los jóvenes de nuestro país, hay, está y surgirá no solamente un nuevo Mariátegui sino también un nuevo Arguedas. Tal vez yo pueda equivocarme, que mi convencimiento no sea tan certero; pero, Alfredo Torero, el amigo de Arguedas, no creo que se haya equivocado y menos que le haya mentido a nuestro Arguedas.