César Vallejo
La otra pluma del poeta La otra pluma del poeta

Por Miguel Ángel Cárdenas M.
Fuente: El Comercio, Lima 24/05/08
http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2008-05-24/la-otra-pluma-poeta.html

En El Comercio, entre 1929 y 1930, César Vallejo escribió agudas crónicas sobre arte y política y fue valorado como un genio. Y él lo agradecía en cartas.


El César Vallejo que nunca había de regresar al Perú, ese mismo que partió del Callao para Europa el 17 de junio de 1923, y que llegó a París el 14 de julio, ese que una vez allí asistió a una sesión plenaria de la Academia Francesa, frecuentó ansioso el teatro Cora Laparcerie y en el café la Rotonda se cruzó con los anárquicos dadaístas. Ese fervoroso que se encandiló con el compositor Erick Satie: "el más grande músico de Francia", ese hombre seguro de sí que de Francia viajó a Rusia tres veces y escribió sobre su utopía, ese propio Vallejo fue un cronista periodístico distante, sonante y fascinante.

Como señaló el doctor Aurelio Miró Quesada en el libro "César Vallejo en El Comercio": Los artículos periodísticos fueron su actividad fundamental durante varios años de su vida. Por lo menos entre 1925 y 1931, en época difícil de su etapa europea, y cuando no se conocen de él sino unos cinco o seis poemas, en el periodismo halló su fuente casi única de ingresos... y el medio de recoger la inquietud del ambiente y de perfilar, al mismo tiempo, su propia evolución espiritual.

El periodismo iba a ser su tabla de salvación a rajatabla. Al salir ya para Europa, Vallejo se sabía corresponsal del diario "El Norte" de Trujillo. Además, desde Francia para el Perú, fue un articulista diligente de las revistas "Mundial" y "Variedades"; y escribió para más de treinta publicaciones latinoamericanas y europeas, como "Nosotros" de Buenos Aires y "Letras" de Santiago. También se recuerdan los dos artículos que publicó en "Amauta", la revista de José Carlos Mariátegui, en 1926.

Pero, junto con estas publicaciones semanales y quincenales, Vallejo fue un dilecto colaborador de El Comercio. La corta etapa en que mandaba sus escritos para el decano es un océano en sí misma: reflejan la evolución de intereses y afectos del autor de las hazañas verbales de "Trilce". Luis Monguió señala que "los temas de filosofía política, económica y social fueron desplazando, cada vez más, a las informaciones de la vida artística y literaria de sus primeras crónicas".

Aurelio Miró Quesada cuenta cómo se inició la etapa vallejiana, cuando "Variedades" había cambiado de manos y, con las modificaciones producidas, quedaban excedentes varios de sus escritores... el directorio de El Comercio aprobó gustoso la nueva colaboración; y al comenzar el año de 1929 empezaron a llegar los artículos. El compromiso era... sobre la base de dos crónicas mensuales; y el pago, para comodidad del propio Vallejo, era en francos franceses. No eran sino 500 francos... esa cantidad significaba entonces 50 sólidas libras esterlinas.

Para agradecer la colaboración, Vallejo le escribió a Miró Quesada el 23 de julio: Sería conveniente mantener entre nosotros un continuo intercambio de ideas. Escríbame siempre que yo haré lo mismo. Tiene usted en mí a un buen amigo y compañero. No lo olvide. Su primer artículo se publicó el 3 de febrero de 1929.

LAS CRÓNICAS INCÓLUMES
Era domingo y se tituló "La megalomanía de un continente". En este Vallejo reprochaba con mordacidad los comentarios que se hicieron en América sobre el libro "La decadencia de Occidente" de Oswald Spengler: Sean cuales fuesen las condiciones históricas en que hayamos vivido hasta ahora, no podemos negar que nuestro desarrollo ha sido de una terrible mediocridad. Otros pueblos, como los Estados Unidos, han logrado en igual período de años, toda una forma propia de existencia. Nosotros en un siglo de libertad política, no hemos hecho nada.

El domingo 10 de febrero, en la página 6, se publicó el segundo: "Últimas novedades artísticas de París". Pero su interés por el arte se alternaría con lo político el 10 de marzo, sobre la encarcelada Marthe Hanau, directora de La Gazette de France. Vallejo a partir de aquí sería libre para expresar su compromiso marxista: el cinismo increíble de esa estafadora de gran mundo, revelaría la decadencia del crédito como factor fundamental de las finanzas burguesas y su alienación mental revelaría el estado de descomposición psico-fisiológica por el que atraviesa la clase social capitalista.

El domingo 7 de abril volvería a la carga social con "Graves escándalos médicos en París". Aquí retomaría un tema de Moliere y le dio a palos a los médicos: Sólo el día en que las profesiones dejen de ser liberales y se conviertan en servicios del Estado --bajo un nuevo equilibrio de intereses sociales e individuales, exento de toda especulación-- sólo ese día desaparecerán los escándalos y delitos profesionales. Vallejo demostraba una convicción totalizante. El domingo 28 de abril continuaría en "Acerca de la revolución rusa": Solamente el marxismo ha concebido la justicia como una función en marcha de las fuerzas sociales.

El 6 de mayo escribió sobre la relación entre "la obra de arte y la vida del artista" y el 12, cuando cuenta su primer viaje a Rusia, hace una declamación de principios: Soy un obrero intelectual... Yo no pertenezco a ningún partido. No soy conservador ni liberal. Ni burgués ni bolchevique. Ni nacionalista ni socialista. Ni reaccionario ni revolucionario... Sin embargo, tengo mi pasión, mi entusiasmo y mi sinceridad vitales.

Retornaría a los temas culturales con "El decorado teatral moderno" y dos crónicas más. Y expondría, en tono de ensayo, en "La nueva poesía norteamericana", el martes 30 de julio, que: Walt Whitman es... el más auténtico precursor de la nueva poesía universal. Como señala Winston Orrillo en "César Vallejo: periodista paradigmático": sobre el valor del poeta autor de "Canto a mí mismo": "Este juicio es de 1929, cuando ni siquiera en su propia patria se le consideraba así".

El valor visionario se acrecentó el 15 de setiembre cuando en "Cómo será la guerra futura" el creador de "Poemas Humanos" hace una cita futurista hoy comprobadísima: dice el coronel alemán Endrés, tratando de la guerra futura... No será quien triunfe, el país que venza en el campo de batalla, sino aquél que mate más gente en las ciudades. El valor estilístico de las crónicas vallejianas será de exportación e importación. Sientan el ritmo encadenando en esta crónica del 6 de octubre: La comedia es francesa, el drama es español; la tragedia, griega... una opereta inglesa, una revista española, una comedia yanqui o un circo alemán. ¡Un circo alemán! Un circo alemán con artistas alemanes, aparato escénico alemán, concepción estética alemana, animales alemanes...

CREACIÓN DEL FINAL
Pero después del 27 de octubre, sus colaboraciones se interrumpen. Aurelio Miró Quesada cuenta: A pesar de que los suplementos dominicales ilustrados, que inició El Comercio el 29 de setiembre, podían haber permitido una presentación más destacada... La razón fue, sin duda alguna, su segundo viaje a Rusia, efectuado en el otoño europeo. En marzo de 1930 se reanudaron sus crónicas, pero con intermitencias. Vallejo era cada vez más ácido y concluyente. El domingo 13 de abril, en el suplemento dominical, página VIII, dice: Siguiendo la opinión de Lenin ("El imperialismo, última etapa del capitalismo"), todas las formas capitalistas de monopolización nacional e internacional llevan los gérmenes de su propia destrucción. Y era crudo también en materia artística, como el 14 de setiembre: El contenido revolucionario de sus versos, resultó... artificial, falso. Maiakovsky fue, en fin de cuentas, un mero literato, un simple versificador, un retórico hueco. "Es un bufón", dije de él en otra ocasión.

Su último artículo fue el 14 de diciembre de 1930, cuando Vallejo parece un periodista económico dando fijas cifras sobre las grandes crisis del mundo. Sus últimas palabras en El Comercio fueron: en el caso de Francia, hay más todavía. Esos mismos factores favorables de su actual bienestar, a los que acabamos de aludir, han empezado también a ser amenazados. Prueba de ello son las recientes reacciones políticas alemanas contra el Plan Young y las sublevaciones indígenas surgentes en sus posesiones de Asia y África.

Aurelio Miró Quesada explica lo que pasó: En agosto de 1930, cayó el Gobierno de Leguía, después de once años de represiva dictadura; y la agitación política que siguió vino a sumarse a la aguda depresión económica, por las que atravesaban los países de América, como consecuencia... del 'crack' de la Bolsa de New York de 1929. Desaparecieron las revistas Mundial y Variedades; El Comercio tuvo que suprimir su suplemento dominical; y hubo un recorte obligado de número de páginas y de colaboraciones del extranjero. Por otra parte, a la inseguridad política y económica se unió un fermento social bastante grave... y en tales circunstancias, los artículos de Vallejo, escritos con prescindencia de nuestra situación política pero cada vez más proclives a la exaltación del comunismo, no resultaban adecuados a la posición ordenadora y antiextremista de El Comercio.

Lo resaltante es que el propio César Vallejo lo comprendió y dejó abierta la posibilidad de colaboraciones futuras. En una carta afectuosa le dice a Miró Quesada: Conviene escribirnos con mayor frecuencia. Los escritores peruanos somos un poco hoscos entre nosotros. Escríbame que yo haré lo propio. Seamos más cordiales y fraternos. ¿No le parece? Dígame sus libros y de los demás compañeros. Entre tanto, lo abraza afectuosamente César Vallejo. La última carta que le envió, en 1935, terminaba: Cuente siempre con las dos manos de su amigo y compañero.

Sobre el estilo de las crónicas vallejianas se ha escrito poco. El doctor Jorge Puccinelli ha señalado dos momentos: uno juvenil y modernista, donde Vallejo sentía una propensión por la "palabra rara". Y la segunda --donde se inscribirían los dos años de colaboraciones con El Comercio-- como su etapa de "la palabra justa". Este es un Vallejo soliviantado en su búsqueda de justicia total.

La interrelación de su poesía y sus artículos los ha visto Orrillo en versos de "Poemas Humanos": Pues de lo que hablo no es / Sino de lo que pasa en esta época, y / de lo que ocurre en China y en España y en el mundo.

Cuando Vallejo muere el 15 de abril de 1938, El Comercio publicó el primer testimonio sobre su muerte y últimos días. Desde París, su amigo peruano Federico Mould Távara escribió una carta publicada el 1 de mayo de 1938: Ayer me cogía de las dos manos, entre las suyas amarillas y escuálidas, consumidas por la miseria y por la fiebre... Una figura atormentada... y de sus labios deformados por la agonía, han salido estas palabras: ¡Qué horror! el final.

En este Diario siempre se aquilató la importancia universal de Vallejo --para el historiador José Agustín de la Puente fue el peruano más destacado del siglo XX-- y se certificó lo que escribió Mould Távara, el último amigo que miró en vida: "Vallejo, como todos los espíritus que se asomaron a la profundidad del corazón humano, era un hombre bueno".

LA ÚLTIMA COLABORACIÓN

Fueron 23 artículos, que terminaron con este: "Las grandes crisis económicas del día. El caso teórico de Francia", el 14 de diciembre. Luego, Vallejo mantuvo una comunicación cordial con Aurelio Miró Quesada.
 

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