César Vallejo
Vallejo y la despiadada pobreza Vallejo y la despiadada pobreza

Por Carlos Villanes Cairo
Fuente: La República, Lima 26/03/11
http://www.larepublica.pe/archive/all/larepublica/20110326/29/node/338046/todos/11

Editorial española pre-textos publica correspondencia completa. Compilado y prologado por el poeta e investigador bibliográfico peruano Jesús Cabel.


Los hombres públicos pierden su intimidad. Y nada más íntimo que una carta a un amigo cuando en tierra extraña aprieta la pobreza. ¿Hasta qué punto nuestra morbosa curiosidad, en nombre de la investigación de las raíces de una obra literaria, nos compele a hurgar sobre una herida abierta? ¿Será para echar sal encima de ella y curarla, pasarle un tizón ardiente para cicatrizarla o llegar a la génesis de la miseria humana?

El caso de César Vallejo, el mayor poeta peruano, es paradigmático. Encontrar una sola firma suya, en cualquier papel, es como toparse con un tesoro. Ahora, Pre-Textos de Valencia nos entrega su Correspondencia completa (2011-377 pp.), editada por el investigador peruano Jesús Cabel, con un documentado prólogo, 285 piezas entre cartas, telegramas, postales, tarjetas de visita, notas y documentos, seriados en estricta cronología y número de veces del receptor que van de 117 a Pablo Abril de Vivero hasta apenas 2 a Mariátegui o 1 a José María Eguren y Alcides Spelucín; pidiendo a voces, a sus amigos y familiares, que si no le podían ayudar al menos le escribieran.

El gran tema de la mayoría de las cartas es su enervante pobreza y la necesidad de estirar la mano a los amigos, justificar sonrojado su miseria, en busca del préstamo de unas cuantas pesetas. Solicitar una beca en Madrid para estudiar  –que cobró sin asistir a clases– o reclamar un pasaje al gobierno peruano para volver a Lima y le valió para viajar a Rusia. Pablo Abril se convirtió en su paño de lágrimas, también Larrea, Gerardo Diego y muchos más.

No se diga que Vallejo se cruzó de brazos. En Francia escribió poemas, relatos, novelas, teatro, ensayo y artículos. Intentó todo. Cuando entró a trabajar en la corresponsalía de La Razón de Buenos Aires, por 500 francos “…aquí soy un poco secretario, portapliegos, traductor, portero, etcétera.” (p.223) “aunque fuese muriéndose de hambre –en París–, lejos del mísero ambiente peruano.” (p.215). Pretendió fundar una revista y confió  a Abril: “Nuestros mejores colaboradores serán siempre franceses y no latinoamericanos y singularmente peruanos. Estos son de una desidia, de una pereza y de un pesimismo insultantes”. (p.167)

Vate indignado

Indignado contra la burocracia y el gobierno escribió: “El más desgraciado y oscuro de los vagabundos peruanos consigue pasaje y pasaje en dinero. Las recomendaciones se cruzan en el aire y llueven en pasajes, pensiones, asignaciones, premios, regalos. Solo este pobre indígena se queda al margen del festín.” (p.241) Y finalmente estalló: “Puesto que no hay hombres dirigentes con quienes contar, necesario es, por lo menos, unirse en un apretado haz de gentes heridas e indignadas y reventar, haciendo trizas todo cuanto nos rodea o está a nuestro alcance.” (p.243). Un libro trascendente. Aporta más de una treintena de textos conseguidos por Jesús Cabel, a lo largo de 30 años de minuciosa investigación.  
 

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