Por Bladimiro Centeno Herrera
Fuente: Diario Los Andes, Puno
http://www.losandes.com.pe/Cultural/20090621/23577.html
En esta oportunidad, he querido recordar la presentación que hicimos, al momento de su publicación, del libro Pescador de Luceros (Arteidea, 2003) de Feliciano Padilla (Lima, 1944). Aunque responde al mismo esfuerzo narrativo de sus narraciones anteriores, tanto en el lenguaje como la composición estructural, en este libro, Feliciano Padilla amplía la visión del mundo andino, principalmente del altiplano puneño.
El título agrupa trece cuentos escritos seguramente después de los textos reunidos en su antología personal “Amarillito amarilleando” (San Marcos, 2002). En este libro, la mayoría de los motivos literarios proceden del anecdotario popular del ande moderno, pero rebasa aquellos que ya resultaban bastante recurrentes y se extiende hacia otros hechos que envuelven actualmente al hombre del altiplano puneño: mercantilistas, etnocéntricos, políticos, policiales, educativos, amatorios y alguno que otro histórico- míticos.
Los prejuicios estéticos que afectaron la práctica literaria de muchos escritores de provincias limitaron el pleno desarrollo de estos temas. Pero Padilla los explora sin mayores dificultades y abre nuevo horizontes narrativos para aquellos que se habituaron a la repetición mecánica de la retórica indigenista. Y se descubre un horizonte narrativo que ya desconcierta a los lectores habituados a las narraciones idílicas.
“Viento en Popa” relata la historia de dos narcotraficantes que viajan a Bolivia llevando una entrega importante. En el trayecto, mientras el barco surca el lago Titicaca, los dos personajes (Larry y Toño) se ven envueltos en una suma apariencias, peligros, traiciones y sueños rotos que implican necesariamente estas actividades. Asimismo, el narrador evidencia el profundo individualismo que embarga a los personajes en el proceso de la búsqueda preferente de su bienestar material y el hecho paradójico de que estas actividades ilícitas están conducidas por los mismos personajes que poseen el poder político y militar dentro de un país (alude al fujimorismo).
“Mula pajarera”, de carácter tragicómico, nos presenta las angustias de una madre que lamenta la muerte de su hijo Indelesio que cayó de la mula mientras jineteaba dejando a su amada Melania como amante del gobernador. El texto apela a cierto lenguaje coloquial que nos permite construir momentáneamente una socarrona analogía entre ella y la mula.
En “Ellos son de otra raza”, un campesino llamado Presentación Huahuasonco transmite su indignación a su hijo Gumersindo por la permanente explotación, traición, discriminación y violencia del cual fueron objetos sus antepasados durante siglos. En ese sentido, explica que tantos los militares y “terrucos” blancos, organizados supuestamente para conducir el país hacia un destino mejor, únicamente cumplen la tarea de exterminar a los campesinos andinos, apelando, de esta manera, a la dicotomía arguediana que aún no se supera en el Perú.
En “ Hermman Bütner no se rinde...”, un viejo ex militar nazi envejece en una casa-quinta de la ciudad de Puno, después de haber recorrido la parte sur de América Latina, conociendo la humanidad de los diversos grupos indígenas, acompañado únicamente por su hija Maximiliana y torturado por los recuerdos de la violencia fascista que le persiguen hasta el último momento de su vida, cuando muere confrontando la venganza de una bella judía que, en su delirio, lo encuentra después de una larga búsqueda por el mundo. Este cuento nos muestra que las guerras no culminan con el cese de la violencia física, sino prosigue en la violencia psicológica a través de los años envileciendo a los hombres incesantemente y reproduciendo en cada uno de los seres humanos múltiples enemigos imaginarios.
En “El viejo Miguel”, el personaje contempla la vida desde la vejez como un proceso que culmina en un inminente deterioro, pero también con la satisfacción de haberla experimentado sin ningún pasivismo sus posibilidades humanas. La contempla desde sus ochenta años, cubriendo las múltiples ausencias que se presentan en su memoria con su esposa Rosa y con las reconfortantes lecturas literarias que simbolizan su comprensión cósmica de la vida.
Fábula o metáfora, “El retorno de Qori Challwa” narra la lucha que entablan las diversas especies nativas contra las foráneas que adquirieron el predominio en el mundo acuático del lago Titicaca, asemejándose curiosamente a las luchas sociales desatadas en el mundo andino. En ambos perspectivas constituyen la visión que poseemos los andinos del complejo proceso sociocultural que vivimos en el altiplano puneño.
En “Viaje a la inmortalidad”, el narrador nos presenta a Lope Aguirre, un personaje histórico, que prosigue con la conquista de las diversas tierras americanas durante la colonia y se convierte en un hombre legendario y se rebela contra el rey, iniciando, de esta manera, la guerra de la independencia. Este personaje, cuando se encuentra cercado por el ejército del virrey, toma la difícil decisión de ejecutar a su única hija, Elvira Aguirre, para que no quede como la eterna rabona de los soldados que se aproximan para acabar con su vida.
De carácter mítico-histórico, en “La gloriosa estirpe de los ojos colorados”, un grupo de intelectuales de distintos países de Sudamérica se constituyeron en torno a Fermán Huamán de los Heros (que sufre una rara enfermedad en los ojos) con el propósito de desentrañar el verdadero origen de los antiguos pobladores americanos, cuya profundización se va relacionando extrañamente con la enfermedad del personaje, convirtiéndolo en uno de los últimos descendientes de los antiguos hombres de ojos escarlata que habitaron el Tiwanaku.
Con un claro estilo indigenista, “Un canto bajo el arco iris” nos presenta los últimos momentos de don Rubén (un hacendado que extendió sus tierras y acumuló riquezas en el ande a sangre y fuego). Don Rubén, después de una violenta lucha contra los “terroristas”, se encuentra sumamente herido y conducido por su sirviente Siwayro a su preciada hacienda Moyuna, mientras el sirviente comienza a enrostrarle los abusos que cometió éste contra los hombres y mujeres campesinos, vislumbrando el atentado “terrorista” a la hacienda como una posibilidad esperanzadora.
De carácter cómico, en “La bella Marcolina”, un grupo de alumnas que se encuentran acosadas por el profesor Pedro Ascaroso con el chantaje de la nota, acuerdan resolver el problema solicitando la ayuda de una despampanante muchacha llamada Marcolina que, después de una larga súplica de parte de ellas, accede a los requerimientos del profesor sin advertir a éste que su condición de gay lo enviará al hospital con una hemorragia anal.
De temática política, en “Extraña muerte de un candidato”, el narrador nos presenta a Pedro Gómez, un artista encargado de pintar el retrato del candidato socialista Javier Alaín Barrales (un político izquierdista de la clase criollo-aristocrática). En el proceso, Pedro Gómez, motivado por la vacuidad amorosa que percibe en su vínculo con Luisa Potíen (una mujer intelectual que está a punto de convertirse en la amante del político), subvierte extrañamente la mera representación mimética de la imagen del político y abstrae la profunda subjetividad envilecida del supuesto candidato de los pobres, cuya consiguiente confrontación produce su extraña muerte. En este cuento el escritor nos ofrece la moraleja de que los políticos de la clase criollo-aristocrática, dentro de la derecha o izquierda del Perú, siempre jugarán a patrón que esquilma a sus seguidores, incluido los artistas.
En “Persecución Feroz”, seguramente un ex guerrillero, autodenominado camarada Lucas, oculto en una casona residencial de San Juan de Lima, alucina en su delirio la búsqueda de los médicos como una persecución policíaca que pretende darle muerte, hasta que el Doctor Gonzales (reconocido por el loco como el capitán Gonzales) lo encuentra y lo conduce nuevamente a Larco Herrera, cuya moraleja nos muestra cómo la violencia consume la razón humana.
En “Linda Vértiz”, una mujer con cierta sensibilidad artística repasa su pasado dividido entre sus aspiraciones físicas y espirituales. Comprende que predominó en la primera su elección a Braulio como su esposo, sin lograr sus satisfacciones espirituales que representaba Daniel Bertorini, un sensible poeta provinciano que vuelve a ofrecerle su amor después de veinte años, en un momento en que ella ha quedado abandonada por el otro. La historia está narrado por ella mientras se inicia el ritual del matrimonio con el poeta sensible, constituyendo el proceso de su vida como un esbozo permanente que no permite una elección final de vida.
En el proceso de la composición de estos textos, Padilla conjuga los diversos criterios de estructuración narrativa tradicional y moderna. Las historias fluctúan entre los finales felices y trágicos. Las que responden a motivos familiares y amatorios resultan casi siempre felices. En cambio, los otros culminan en forma violenta, en un proceso de ausencia, degradación o carencia de mejoramiento.
El escritor imprime, en cada cuento, una perspectiva narrativa propia. Y en algunos casos asume la narración múltiple, las tres personas gramaticales, que nos permite vislumbrar los hechos desde diferentes puntos de vista y con una visión totalista del mundo. La ruptura del tiempo, las historias circulares, los flash back, monólogos, colaboran en la búsqueda de una visión más amplia de la realidad andina en el proceso histórico actual.
El ande no sólo está habitado por hacendados e indios, sino por un mosaico de razas, grupos humanos, nuevos poderosos, con costumbres, hábitos e intereses siempre confrontados. Los personajes que apreciamos en sus cuentos son típicos habitantes del ande, con sus complejos, prejuicios, temores, valores y posibilidades. Todo esto genera sincretismos, transformaciones y dinámicas nunca fáciles para el hombre del altiplano, especialmente para los más aborígenes que poseen una visión del mundo muy particular.
El propósito de Padilla es, entonces, configurar un imaginario del altiplano puneño actual. Los discursos míticos o fantásticos que se insertan en su narrativa posibilitan una comprensión distinta de los códigos culturales, creencias, complejos y visiones del pasado a partir del presente. Y contempla la modernización andina, no como un proceso sociocultural constructivo, sino como una dinámica que responde a intereses unilaterales que afectan negativamente a los habitantes del altiplano.
Finalmente debemos reconocer en Padilla el esfuerzo por asumir un compromiso personal con su creación literaria. Entiende que el arte no es un producto espontáneo, de mera inspiración, sino responde a un conocimiento profundo de la realidad, el dominio necesario de sus símbolos y la comprensión adecuada de sus complejos y valores humanos. No bastan los buenos deseos, sino el desarrollo de la empatía necesaria con el entorno para una interpretación artística de una sociedad y su cultura.