Fernando Iwasaki
“Hay una ebullición editorial en el Perú” “Hay una ebullición editorial en el Perú”

Por Raúl Mendoza
Fuente: La República, Lima 24/04/11
http://www.larepublica.pe/impresa-domingo/hay-una-ebullicion-editorial-en-el-peru-2011-04-24

Escritor e historiador peruano radicado en España desde hace 22 años, Fernando Iwasaki estuvo en Lima invitado para el festival cultural Eñe América. Aquí habla sobre su labor intelectual y literaria, sobre los libros y autores que le interesan y sobre un error de juventud que dejó atrás para ganarse con rigor y talento la admiración de los lectores y la crítica.


Es un escritor en serio que escribe con humor. Fernando Iwasaki se fue del Perú en 1989 y desde entonces viene al país de manera intermitente para presentar un libro, visitar a la familia o reencontrarse con los amigos. Profesor, historiador, escritor, ha echado raíces en Sevilla y desde ahí ha construido una carrera sólida y reconocida, aunque todavía alejada de los grandes tirajes. La crítica en general le ha sido generosa y un cuento suyo, ‘El derby de los penúltimos’, es considerado –según  el crítico Ricardo González Vigil– “uno de los mejores cuentos peruanos de la década del 90”.   

–¿Te fuiste a España con la idea de quedarte o te fuiste quedando poco a poco?
–Me fui por una beca del Ministerio de Cultura de España para investigar en el Archivo de Indias y hacer cursos de historia. Mi esposa es sevillana y teníamos una hija recién nacida. La crisis económica en el Perú era terrible, así que la decisión de irnos suponía establecernos fuera. Iba con la intención de dedicarme a la historia, enseñar, pero los planes se torcieron porque tardaron años en reconocerme el título de Historia. Y no podía permitirme no trabajar. Terminé haciendo gestión cultural, colaborando en prensa y dedicándome a la literatura.

–¿Tu carrera despegó en España?
–Llevo viviendo en España casi la mitad de mi vida. Es muy difícil que a los 25 años se recorra un camino importante. Me fui con un libro de ficción y uno de historia. Es una edad en la que todo es incertidumbre. Se puede decir que mis aprendizajes, los que tienen mayor relación con lo académico y lo profesional, los he hecho en España. Allí hice lecturas importantes y conocí mucha gente que quizá no hubiera conocido viviendo en el Perú.

–¿Ya puedes vivir de la literatura?
–No. Tengo un trabajo en una fundación de arte flamenco. Sin este empleo no podría hacer frente a mis deudas. Pero ese trabajo no me impide colaborar en medios de comunicación o aceptar invitaciones del Instituto Cervantes. Eso te permite visibilidad, contacto con profesores extranjeros hispanistas, y eso hace que tu obra traspase los límites de la lengua. Pero tampoco las traducciones te garantizan ingresos. Las editoriales de Europa del Este, incluida Rusia, no pagan. Las ventas tendrían que ser extraordinarias y es raro agotar una edición en otro idioma. Mi Libro de mal amor ha tenido más de una edición en Rusia, pero nunca vi un dólar.

–Hace años, antes de irte del Perú, te criticaron por un plagio en un artículo periodístico. ¿Qué reflexión haces sobre ese episodio?
–En primer lugar reconocí todo lo que tenía que reconocer. Creo que entonces yo no tenía ninguna importancia. ¿Qué importancia puede tener un joven de 26 años? Pero asumí lo que tenía que asumir y no esquivé mi responsabilidad. Han pasado muchos años y yo no cambiaría nada de lo que ha sido mi vida. Creo que aquel episodio fue algo que me ayudó en muchos aspectos a madurar, a tener conciencia, a ser alguien que examina su vida y su trayectoria. Y a tener obviamente que reconstruirte y rehacerte.

–Entiendo que fue muy duro para ti.
–Mentiría si dijera que no lo fue. Y solo las personas más próximas y yo sabemos todo lo duro que pudo ser. Creo que los errores más graves no son los que cometes contra ti mismo, contra tu propia imagen, tu propio prestigio, tu propia carrera; los errores más graves son los que cometes contra otras personas: tu familia, tus amigos, tu pareja, y de esos es más difícil recuperarse. De los que te infliges a ti mismo debes rehacerte.

–En el Perú ese tema está presente porque a Alfredo Bryce se le descubrió varios plagios que él no aceptó.  
–A Alfredo Bryce lo admiro, lo aprecio; no diré nada malo sobre él o su trabajo. No sería quien soy si no lo hubiera leído.

Escritor en Lima

–Llegaste a Lima para un festival literario y en él hiciste una defensa del texto oral.

La intención es reivindicar el acto de hablar. Dos me parecen singulares: la clase que da un profesor y la presentación de un libro. Son dos tipos de textos orales que se pierden. Felizmente hay clases de profesores notables salvadas, recopiladas, por sus estudiantes. Las clases de Raúl Porras se convirtieron en Los cronistas del Perú, las de Mircea Eliade en el tomo tres de La historia de las creencias religiosas, las de Vladimir Nabokov en el Curso de literatura europea y las de los alumnos de Adam Smith en La riqueza de las naciones. Por lo menos acabaron en libros. Las presentaciones de libros se las lleva el viento, son actos protocolares. Y como en varios años he presentado a muchos autores, he tratado de que tengan un poco de ambición. Las guardé, revisé, vi que podían funcionar como pequeños ensayos y las reuní en el libro El arte de introducir (2010). Ahí reivindico la figura de Luis Jaime Cisneros, para mí una persona decisiva en muchos aspectos. En este libro lo cito y hablo de él.

–Hay mucho humor en tu literatura. ¿De dónde viene?
–Viene del Perú, un país en el que hay mucha complicidad humorística. En América Latina pasa lo mismo. En esto nos diferenciamos de España, donde a la gente le gusta reírse pero siente la necesidad de ser seria y solemne en algunas circunstancias. Aquí no, gracias a Cortázar, a Cabrera Infante, a Bryce, a García Márquez. Mi humor viene de nuestra idiosincrasia, de nuestro temperamento, de mi familia. Y también de los libros de autores peruanos que han trabajado el humor como Bryce, Héctor Velarde, Sofocleto y otros.

–¿Son importantes los premios?
–Yo gané el Premio Copé por un cuento y luego he ganado solo premios de ensayo. Hay premios de ‘gran slam’ y otros de barrio. En el interbarrios me ha ido bien.

–De la nueva generación de escritores peruanos, ¿cuál de ellos te llama la atención?
–Los de mi generación son los que más me interesan: Jorge Eduardo Benavides, Carlos Herrera, Enrique Prochazka, Iván Thays, entre otros. Y del mundo de habla hispana Edmundo Paz Soldán, Rodrigo Fresán, Javier Cercas. Los leo a todos porque si leo a mis contemporáneos voy a conocer mejor las poéticas de mi tiempo. En el Perú me sorprende la ebullición editorial y literaria. Hay editoriales pequeñas muy buenas como Estruendomudo, Matalamanga, Solar. Y hay autores jóvenes como Santiago Roncagliolo, Carlos Yushimito, María Luisa del Río y otros.

–En el proceso electoral peruano los proyectos en segunda vuelta son autoritarios. ¿Cómo vez lo que está pasando en el Perú?
–No conozco personalmente a ninguno de los dos candidatos, por tanto los juzgo por sus entornos y antecedentes. En el caso de la candidatura de Keiko Fujimori, el antecedente es el gobierno de su padre con los casos de corrupción y violación de derechos humanos. No la apoyaría. En el entorno de Humala hay personas respetables para mí como Sinesio López y gente de la izquierda peruana que no ha sido gobierno y es decente, honrada y bien preparada. En la medida que se acerquen más a lo que representa Lula y no Chávez, esta opción es la más deseable.

Perfil

Nombre: Fernando Iwasaki Cauti.
Nacimiento: Lima, 1961.
Obras: El arte de introducir (2011), Sevilla sin mapa (crónicas, 2010), España, aparta de mí estos premios (2009),  Helarte de amar (2006), Neguijón (2005), Ajuar funerario (2004), Un milagro informal (2003), Libro de mal amor (2001); y los libros de ensayo rePUBLICANOS (Premio Algaba 2008), Mi poncho es un kimono flamenco (2005) y El descubrimiento de España (1996).

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