Por Carlos M. Sotomayor
Fuente: 15 junio 2010
http://carlosmsotomayor.blogspot.com/2010/06/entrevista-jose-antonio-galloso.html
José Antonio Galloso acaba de presentar Lima Mala (Alfaguara, 2010), un afiatado conjunto de cuentos que tienen a nuestra urbe como inquietante protagonista. Aprovechando su breve estadía en el Perú (radica desde hace años en California, EEUU), charlamos con el autor sobre este nuevo trabajo creativo.
En Lima Mala, al igual que en Adiós al barrio, tu libro anterior, abordas lo urbano. ¿Oswaldo Reynoso sería un referente?
Definitivamente Oswaldo Reynoso es fundamental. Cuando yo leí Los inocentes, estamos hablando de años atrás, me marcó; encontré algo en su escritura que no había encontrado en otros escritores urbanos que hablan de la urbe: Ribeyro, Vargas Llosa. Me gustó esa mezcla de lenguaje de barrio con poesía. Eso fue algo que me marcó. Después, claro, hay otros escritores que me marcan: el Bryce de Huerto cerrado, aunque es otra Lima. Cuentos como “El descubrimiento de América” o “Con Jimmy en Paracas” creo que afectan mi escritura de alguna manera. O Ribeyro, también, el de Los gallinazos sin plumas.
Tanto en este libro como en el anterior es Lima el escenario…
Lima como espacio narrativo, yo creo que parte de mi proceso afectivo. Yo viví en La Victoria. Pero también me mudé a este barrio (Surco), cuando tenía 14 años. Viví dos realidades diferentes. Por otro lado, mi familia tenía casa en Punta Negra, como Carlos Calderón Fajardo, y los veranos los pasaba allá. Y era otro yo el que estaba allá. Mi mamá era profesora del Estado y enseñaba en un colegio al lado del Hipólito Unanue. Y yo la acompañaba. Entonces, tuve la suerte de tener una infancia y una adolescencia siendo múltiples José Antonios y diferentes realidades. Y eso marcó fuerte.
Resides fuera del Perú desde hace tiempo. Suelen decir que la distancia te otorga una mirada particular. ¿En qué medida influye esto en tu escritura?
Yo estoy de acuerdo. Yo creo que irme fuera de Lima enriqueció mi proceso creativo. La distancia es enriquecedora porque lo único que tienes contigo en ese nuevo espacio es lo que has vivido, la carga de recuerdos, la memoria. Y creo que eso juega a favor, es una escritura hasta cierto punto nostálgica. Eso es algo que conversaba con Rocío Gold. Ella me decía: leo tus cuentos y siento algo nostálgico. Pero lo que más me dio la distancia es tiempo para escribir. En Lima uno se ve atrapado en la vorágine de la vida social, y uno tiene que trabajar mucho para vivir. Allá en California lo que tengo es pocas horas de trabajo y mucho tiempo de escritura.
¿Cómo se gesta este libro?
En realidad yo empecé a escribir estos cuentos antes de publicar Adiós al barrio. Incluso, antes de publicar El mal viaje, que es la novela anterior. Empecé a escribirlos entre proyectos grandes. Incluso El mal viaje era un cuento de esta colección que exigió más espacio y se convirtió en la novela. Pero siempre cuando decidí armar el libro tenía la intención de tratar de hacer un conjunto unitario. Los escribí a lo largo del tiempo, pero a la hora de organizarlos opté por los que me permitían formar un conjunto coherente. Tratar Lima es cada vez más difícil, Lima es una ciudad compleja. Y el formato del cuento me permite tratar de abarcar estas diferentes realidades de Lima.
Ahora que mencionabas aquello de la mezcla del lenguaje de barrio con la poesía en la obra de Reynoso, me vino a la mente varios pasajes en tu libro en donde se percibe un aliento lírico…
Mira, quizás uno de los puntos al escribir es eso: tratar un poco de tocar un poco el lenguaje como poético sin ser complicado, sin ser barroco. Por ejemplo, una influencia en mi narrativa es Washington Delgado. Esa poesía que es simple y honda. Cuando corrijo mis libros siempre la última corrección la leo en voz alta, para advertir la cadencia…