Por José Vadillo Vila
Fuente: El Peruano, Lima 12/12/08
http://www.elperuano.com.pe/edc/2008/12/12/esp.asp
Buceando en los archivos policiales, Rosa María Cifuentes se topó con noticias de homicidios cometidos por mujeres a lo largo del siglo XX. Se convirtieron en el caldo de cultivo del libro de crónicas periodísticas Asesinas. Mujeres que matan en el Perú por odio, venganza, miedo o poder (Mesa Redonda, 2008).
¿Por qué llama la atención del público las mujeres asesinas?
–Definitivamente hay morbo, pero busco que el lector reflexione y mire de otra manera a víctima y asesina, con sus emociones reales, y no inclinarnos a un solo lado de la noticia.
¿No estás justificando hechos criminales?
–Para nada. Busco que se entienda que un crimen se puede dar en cualquier nivel socioeconómico. La gente discrimina al asesino y la prensa cuenta un crimen solo cuando el asesino es famoso, pero no representa ni la mitad de lo que sucede en el Perú.
¿La sociedad no trata bien estos casos?
–En nuestra sociedad hay una urgencia por la salud mental: la gente maneja mal sus emociones por el estrés o por los problemas económicos. En la Sierra, el asunto es peor.
El libro reúne once historias sucedidas entre 1931 y 2006.
–Las historias siempre se repiten. Dentro de las modalidades de violencia, las cosas más espantosas se dan en la Sierra. A pesar de que desde 1903 los crímenes más sonados de la prensa se dan en provincias, faltan policías y forenses. En el libro toco crímenes de Huaraz, Ayacucho e Ica.
¿Los patrones también se repiten?
–En Europa, la modalidad de matar depende del nivel cultural del asesino. En el Perú, las historias están más vinculadas al factor económico. Y los móviles siguen siendo los mismos: el desamor, el odio... Los escenarios cambian, pero la gente no deja de tener las mismas emociones.
Buscas entonces explicar esa parte del universo femenino...
–Exacto, explicar la psicología de la asesina. La manera en que ciertos sentimientos, emociones y frustraciones desencadenan en el deseo de matar. Se da en diez de las historias.
¿Qué piensas de Mujeres asesinas, la teleserie y libro argentinos de similar temática y éxito en todo el continente?
–No quise quedarme en recopilar la información (desde 1997 tenía los casos), sino tomarme un tiempo para leer los expedientes policiales, entrevistarme con los familiares. En este proceso me he demorado unos nueve años. Y luego, recién me senté a escribir.
¿El trabajo con el desaparecido periodista Jorge Salazar cómo te ayudó en el tratamiento de la crónica roja?
–Coco fue un gran referente y maestro. La vida no le dio tiempo para tocar los casos de las mujeres asesinas. Con él aprendí a observar al criminal, a agudizar la percepción y a ser muy metida en todo el proceso de investigación.
¿Tuviste algún límite?
–Todo es real. He omitido detalles de absoluto morbo porque me parecían que le quitaban estética al libro y hacían más sórdida la historia. Para mí, toda investigación debe tener perfiles éticos; sino, no va.