El Barco Ebrio: Breve acercamiento a los cuentos de Gabriela Caballero

Por Alfredo Herrera Flores
Fuente: Los Andes, Puno, 06/09/09
http://www.losandes.com.pe/Cultural/20090906/26749.html

Gabriela Caballero Delgado es una escritora cusqueña radicada en Tacna, donde ha estudiado y ha iniciado su carrera literaria con un libro de relatos que sorprende por su intensidad, unidad temática y lenguaje concreto y directo. “Los relojes de Adela” (Cuadernos del sur, Tacna, 2009) reúne diez relatos cortos, algunos de ellos premiados en concursos regionales, que reflejan un trabajo serio y una imaginación novedosa, que se han ido manifestando en sus primeras entregas ya sea en revistas locales como en páginas electrónicas.

Los personajes de Gabriela Caballero son hombres y mujeres que no resuelven cambiar su realidad, a pesar del extremo de su condición en que se encuentran y la necesidad de hacerlo y pasar a la otra orilla. En un pueblo extraviado en el tiempo, donde no hay niños, un maestro de escuela levanta obsesivamente una escuela hasta ser sacrificado por los propios pobladores; un hombre se siente perseguido por tres hombres misteriosos que solo se preocupan por devolverle un libro; una mujer que a lo largo de su vida ha recibido relojes como regalo no puede acabar con su vida porque ninguno de esos relojes, que suenan enloquecedoramente en su cuarto, marcan la hora de su muerte.

Así, personajes marginales o marginados, pueblan espacios reducidos, comprimidos, oscuros, y buscan escapar de sí mismos sin saber si la liberación está adentro o afuera de esos lugares adonde han llegado empujados por extrañas fuerzas o circunstancias. En algunas historias, el tiempo va hacia atrás, conforme avanza la trama se descubren las razones de la tragedia, la desdicha o el desamparo, y el desenlace es una sorpresa para el personaje y el lector.

En “Los relojes de Adela”, cuento que da título al libro, “Olvido” y “Luciana”, por ejemplo, los personajes toman una decisión que no podrán concretar porque ya se ha cumplido. La muerte está siempre presente, ya ha hecho su tarea, mientras que los personajes, una mujer desequilibrada, un anciano y un marido asesino, respectivamente, creen que podrán evitar la fatalidad por sus propias manos. Desventura e ingenuidad, inocencia y locura, van de la mano en la intimidad de los personajes, sin ninguna esperanza de alcanzar la felicidad.

De otro lado, estos cuentos no podrían estar escritos de otra manera. Lenguaje directo, frases y oraciones cortas y contundentes, se van desenvolviendo a través de voces en primera y segunda persona, saltando del presente al pasado y viceversa, dándoles un aire de ambigüedad que alimenta la tensión de las historias. Este es, tal vez, el mayor mérito de la primera obra de Gabriela Caballero, quien, además, no oculta su ansia de aprendizaje y madurez, tratando de cumplir algunas de las fórmulas para mejor lograr un cuento.

Anoto algunos ejemplos. El relato “En este pueblo no hay niños” comienza con una frase trágica y contradictoria: “Esa mañana hallamos muerto al profesor y no pudimos derramar una sola lágrima por él.” En el transcurso de la historia se descubre que el protagonista no es el profesor sino los habitantes del pueblo que lo matan, representados por una voz imprecisa pero en primera persona del plural, que justifica su acto luego de descubrirse una posible violación en serie o una debilidad de las mujeres al entregarse sexualmente al profesor recién llegado. La voz de la narración sigue siendo directa al final de la historia, aceptando además lo que vendrá en el futuro: “Entonces nos llevamos su corazón y lo enterramos en el patio de la escuela que se llenaría con todos sus hijos.”

En otro cuento, “La espera”, un párrafo intermedio concentra el nudo de la historia: “Tu hijo se ha marchado. Pensaste pedirle su corazón. Que te lo dejara como su padre para no perder nunca el camino de regreso a casa. Pero sabes que de entregártelo, también él se olvidaría de ti.” Este es un ejemplo de cómo Gabriela Caballero puede asociar varias ideas en pocas frases, las que a su vez ahorran aderezos o digresiones, para no darle al lector oportunidades de divagar en la historia.

Los diez cuentos que publica Caballero están fechados desde el año 2000, lo que nos da una idea de un proceso de más de diez años de trabajo y ejercicio literario, que se ha ido combinado con el análisis literario, la docencia, la promoción cultural por medio de revistas y eventos y la asistencia a reuniones de escritores, en los que ha demostrado la seriedad con que ha asumido el oficio de escribidora, y a quien hay que tomarle la debida atención.

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