Andrea Cabel
Andrea Cabel, poeta en combustión Andrea Cabel, poeta en combustión

Por Pedro Escribano
Fuente: La República, Lima 06/02/10
http://www.larepublica.pe/archive/all/larepublica/20100206/28/node/248452/todos/11

Poeta desentraña la familia, la soledad, el ser en Uno rojo. Breve plaqueta de poesía es una buena muestra del trabajo con el lenguaje de la poeta.


Conocí, en realidad solo la vi, a la poeta Andrea Cabel (Lima, 1982) cuando Arturo Corcuera convocó a jóvenes poetas para un ciclo de recitales en el mítico Patio de Letras de la Casona de la Universidad de San Marcos en setiembre del 2008. Meses después Andrea, generosa, nos dejó en la redacción un breve pero intenso texto titulado Uno rojo, plaqueta de la Colección Underwood que publica la Universidad Católica del Perú.

Uno rojo nos confirmó lo que ya habíamos bebido en su primer libro Las falsas actitudes del agua, un poemario reeditado no por moda o vanidad personal, como a veces ocurre, sino por méritos literarios.

Andrea Cabel no ha tomado el trabajo poético como una mera experiencia verbal. Si bien sabe que el lenguaje, la palabra, es una de las materias primas para la poesía, también sabe que solo es un medio, una suerte de cuerda floja en la que el poeta necesita saber guardar equilibrio para llegar al otro extremo.

En ese sentido, Uno rojo –que alude a una vieja división militar norteamericana– traduce una visión, un universo. El yo poético no se enreda en verbalismos, sino, sabio, descubre que el conflicto no es él –manido malditismo de los poetas jóvenes–, sino que el conflicto real está en su relación con el mundo que lo rodea. Es allí donde Andrea no solo maneja el lenguaje, versada oficiante, sino, sobre todo, sabe qué decir con él . Por eso en Uno rojo, que desentraña el mundo de la familia, desanda la soledad de búsquedas y diálogo, está como claveteado de versos de intensa belleza y verdad: “los padres no existen, son viejas armas de guerra, excusas falsas para evadir la sensación de estar solos (...)”. Además de ese sentimiento de soledad, no melodramático sino racional –“quédate mordiendo la materia agria de estar sola, de estar tantas veces sola”–, Uno rojo es también un intento de abrirse, de salir de sí mismo, de encontrarse con el mundo: “quién deshace el incendio y se hace rectángulo, garganta, puerta”.

El poema con que culmina Uno rojo, “La eternidad de una esquirla”, a manera de pieza teatral, da cuenta del buen registro que está alcanzando Cabel. Por un lado, recrea la tensión de la experiencia humana y, por otro, un lenguaje, como dice Eduardo Chirinos, en combustión que intenta nuevos atajos para su poesía.

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