Por Francisco Estrada
Fuente: Peru21, Lima 31/08/05
¿En qué consiste el trabajo de la Academia Peruana de la Lengua?
Lo principal es su defensa de la lengua. También coordina con todas las demás academias de los países donde se habla español, incluyendo la de Filipinas y la de los Estados Unidos, naciones donde hay algún contingente de hablantes de español. Esta coordinación es muy importante porque permite tener un diccionario general de la lengua y concertar para que en el futuro las palabras que vengan de otros idiomas pasen por un consenso. Eso evitará algo que está ocurriendo ahora; por ejemplo, que haya dos palabras para una misma cosa -'computadora' y 'ordenador'- o la duda sobre si se dice 'vídeo' o 'video'... se arman polémicas enormes, cuando en realidad se pueden expresar de las dos formas. También es posible decir 'chófer', como lo hacen los españoles, o 'chofer'. Uno se va familiarizando con estas situaciones.
¿Qué sentido tiene defender la pureza del idioma cuando a la mayoría de la gente no le interesa ese aspecto?
Fíjese que usted usa la palabra 'pureza' y yo no... Hablamos de niveles de corrección. Cuando dos personas hablan, importa que se entiendan y no tanto cuál es la sanción de la norma. Pero la ventaja, de acuerdo con una norma, es enorme: mientras más estemos dentro de la norma general, nos entenderemos con mayor cantidad de personas.
¿Qué nuevos miembros se han incorporado a la Academia?
En los últimos tiempos se ha incorporado a Eduardo Hopkins, que es un profesor de San Marcos que ahora trabaja en la Católica, y también, aunque falta que presente su discurso, a Salomón Lerner Febres, rector de la Universidad Católica. Uno viene de la literatura y el otro de la filosofía. El interés es que en la Academia haya un número de personas que tenga que ver con la lingüística y otro que tenga que ver con la literatura, pero también con otras disciplinas de las humanidades y áreas del conocimiento. Por ejemplo, tenemos un psiquiatra, como Javier Mariátegui; un pintor, como Fernando de Szyszlo, y un sacerdote, Gustavo Gutiérrez. El propósito es que en un futuro haya algún músico o un geógrafo.
¿Por qué incorporar músicos, pintores, geógrafos...?
Porque la lengua es de todos y todos pueden contribuir. La idea es que en la construcción común de un diccionario, de documentos, se necesita la experiencia de personas de otras áreas. Por ejemplo, en la Academia española hay un almirante, porque es una persona que domina términos náuticos.
¿Cuáles son las últimas palabras que la Academia peruana ha propuesto para su incorporación al diccionario?
Todo esto es un trabajo de comisiones que no necesariamente uno tiene muy presente. Actualmente hay una palabra que está en la antesala de ser aceptada, que es la palabra 'churre'. Es de Piura, pero tiene el enorme mérito de que se entiende en todo el país y la utiliza Vargas Llosa. Y mucho hace que las palabras las usen personas que otros juzgan como autoridad. En el caso de Vargas Llosa, los peruanismos que él usa tienen una rápida aceptación.
¿Cuál es el criterio para que la Academia acepte una nueva palabra?
Hay unas que pasan rápido y otras que quedan. Una palabra debe hablarse en una zona determinada un mínimo de seis años. Ahí puede ser propuesta. También tiene que haber alguien que la presente y testimonios orales y escritos en periodismo o literatura.
Hay un conocido crítico literario y columnista político que pretende entrar en la Academia y ha sido rechazado tres veces. ¿Cuál es el criterio para ser admitido?
Preferiría hablar de los que son admitidos. El criterio es que tenga una producción aceptada por los demás. También hay un criterio mínimamente político: una persona tiene que ganar el consenso de los otros.
¿En qué consistirá su plan de trabajo como presidente?
A mediano plazo, quisiéramos tener una página web propia. La idea es hacer conocer las tareas de la Academia e incluir algunos textos útiles para el usuario, como el Diccionario de peruanismos, de Juan de Arona, El lenguaje peruano, de Pedro Benvenuto, y Peruanismos, de Martha Hildebrandt. Además, también tendríamos enlaces con otras academias, y así accederíamos al Diccionario de la Lengua Española. También hay un aspecto que he hablado con el presidente saliente, Luis Jaime Cisneros, y en el que ya hemos dado algunos pasos. Es el deseo de llevar la Academia a otras ciudades del país, en el sentido de que tenga actividades, como alguna vez tuvimos en Trujillo. Y que haya pequeñas asociaciones de miembros correspondientes, que no viven en la capital, pero que pueden eventualmente incorporarse. Es absurdo pensar que solo en Lima están quienes podrían ser miembros de la Academia.