Entrevista a Filomeno Zubieta
Por Virginia Vilchez Samanez
Fuente: LibrosPeruanos.com Lima, febrero 2008
El arqueólogo y maestro ancashino resume sus 30 años de carrera investigando la riqueza patrimonial de su tierra, los archivos que ha organizado y su actual actividad docente.
¿Es usted de Ancash?
Sí, soy del distrito de Chiquián, provincia de Bolognesi, departamento de Ancash. Nací en una pequeña comunidad llamada Cuspón, que por suerte mantiene todavía muchas de sus prácticas ancestrales en los entierros de sus difuntos, en los trabajos comunales como el cercado de los terrenos, en el mantenimiento de los caminos o los canales de irrigación, de los reservorios, en el techado de las casas y en el conjunto de las festividades que vienen de generaciones muy antiguas.
Es una zona que mantiene las costumbres tradicionales
Efectivamente, los últimos años está concitando la atención de muchos estudiosos. Tenemos la suerte de tener alrededor de 32 sitios arqueológicos identificados en el distrito. La mayoría en la zona de Cuspón. También tenemos el bosque más grande de cantutas, con alrededor de 10 hectáreas, y siete variedades de ellas. En Cuspón se mantienen todavía los quipus funerarios, una adaptación del antiguo quipu prehispánico para los ritos del entierro de los difuntos. El Dr. Arturo Ruiz Estrada está realizando un estudio sobre el particular, y también el Dr. Federico Kauffmann Doig, otro arqueólogo. La Sra. Alfonsina Barrionuevo, igualmente, se ha dedicado al tema.
Cuéntenos sobre las costumbres funerarias
Cuando un miembro de la comunidad fallece, hay una persona especializada (quipucamayoc) de la misma que, con hilos de oveja, le prepara un quipu, que al momento de ser velado, le amarra a la cintura. Es un quipu de origen prehispánico pero adaptado a las prácticas religiosas católicas, porque supuestamente ese quipu va a ayudar al difunto a llegar al paraíso, va ayudarle a superar todos los obstáculos en el trayecto.
¿Cuál era el uso que se daba antiguamente al quipu, y cuál es el uso que se le da en la actualidad?
El quipu antiguo era una herramienta básicamente contable, para el control administrativo, servía para llevar la contabilidad de la producción agropecuaria. El quipu que nosotros tenemos es parte del ajuar funerario, no tiene nada que ver con la contabilidad, es un conjunto de hilos entrelazados de lana con nudos que se amarra a la cintura del difunto, y estos nudos simbolizan los salvoconductos a los obstáculos que el difunto tiene que ir superando en el trayecto hacia el paraíso. El quipu termina en una cruz, señal de la adaptación del quipu prehispánico a los tiempos católicos.
¿Existía antiguamente esa costumbre?
Esta costumbre quizá tenga unos trescientos o cuatrocientos años de antigüedad. Desde que tengo uso de razón ya se usaban; según referencias de mis abuelos, los abuelos y bisabuelos de ellos ya mantenían esa práctica.
¿Tiene el quipu funerario otros propósitos?
Los nudos del quipu simbolizan las herramientas, las defensas, las armas que tiene el difunto para que pueda superar los obstáculos como demonios, o los mensajeros del demonio que van a ir acosándolo. Esos nudos significan una especie de pasaporte para que vaya transitando sin mayores dificultades hacia el mas allá. Que yo sepa, ningún difunto de la comunidad, ni se ha velado, ni se ha enterrado sin quipu.
¿Es una costumbre particular de Cuspón?
De Cuspón y de los pueblos vecinos como Roca, Ticllos y Matara, a excepción de la capital provincial Chiquián, que ha sido invadida por las prácticas de la modernidad y donde se ha perdido esa costumbre.
Usted es de Cuspón, pero sus trabajos de investigación, en su mayoría, están centrados en Huaura, Huaral, el llamado Norte Chico
Tengo 34 años trabajando en Huacho, me he incorporado a su vida cotidiana, a sus costumbres y a sus instituciones. Por ejemplo, hace veinticinco años pertenezco a una institución cultural muy reconocida en el medio, Ínsula Huacho, también soy integrante de otra institución que coordina estrechamente con el INC, el Patronato de Defensa del Patrimonio Cultural, y en estas instituciones discutimos, desarrollamos y enfatizamos en los aspectos teóricos y prácticos de lo que es la identidad cultural. Esto nos ha llevado a reflexionar sobre las obligaciones que como hijos tenemos con la tierra de nuestro nacimiento. Del 2003 a esta parte, tenemos tres libros sobre Cuspón, Chiquián y la provincia de Bolognesi. Muchos artículos en periódicos y revistas. Promovemos visitas de estudios de algunos científicos amigos.
¿Cuántos libros tiene publicados?
La verdad, he perdido la cuenta, www.librosperuanos.com tiene parte de la respuesta. Imagino que deben estar por los veinticinco, sin contar la decena de artículos que sobre temas regionales venimos publicando en las revistas del medio y otras de Lima, todos ellos ligados a temas de identidad cultural.
¿Se hace ahora más historias regionales?
Me parece que es una respuesta del Perú profundo al centralismo. Los de provincias hemos encontrado en el tema cultural una veta que nos permite poner en valor las expresiones culturales de nuestras respectivas circunscripciones y, también, atraer la atención de los investigadores y de los turistas que de alguna manera van a contribuir a revalorar lo nuestro y a dejar ingresos en nuestros pueblos.
Los quipus funerarios, el bosque de cantutas, son atractivos turísticos que se deberían desarrollar
Mire, el 24 de enero presentamos nuestro último libro Chiquián: Arqueología, identidad y turismo, escrito por tres personas. En esa oportunidad presentamos un video, Por la ruta de la cantuta, toda una propuesta sobre un nuevo destino turístico que incluye la visita a este inmenso bosque de cantutas, al gran conjunto de sitios arqueológicos que encontramos entre Matara y Cuspón y, naturalmente, una visita especial a una quipucamayoc que aún vive en Cuspón, la señora Gregoria Rivera, más conocida como Doña Licuna. Para el mes de mayo u otro mes, pensamos llevar alrededor de 300 turistas para que convivan con la comunidad y aprendan muchas de las tradiciones propias de nuestro medio. Hay una institución cultural y turística llamada Ecoaventura, dirigida por nuestro amigo Roberto Aldave Palacios, natural de Chiquián que está abocada a desarrollar esta propuesta. Él, junto con la señora Alfonsina Barrionuevo, está preparando este viaje de turismo vivencial.
¿Es la primera vez que se organiza una experiencia de este tipo?
Es la primera vez que pretendemos llevar más de cien turistas a este nuevo destino turístico (la ruta de la cantuta), pero ya desde 1996 hemos hecho visitas de investigación, en grupos reducidos de cinco, ocho hasta diez personas.
¿Quiénes son esas trescientas personas?
Básicamente, son turistas que buscan convivir con las familias de la comunidad, en lo que se llama turismo vivencial.
Implementar el turismo vivencial significa que la población está involucrada en recibir a los turistas, ¿Cómo se asume eso?
La comunidad de Cuspón tiene cerca de 150 habitantes. La idea es que la comunidad colabore con sus acémilas, en las acciones de traslado y guiado de un lugar a otro, que brinden alojamiento en sus viviendas sin alterar sus costumbres, que convivan con ellos, los alimenten con lo que los pobladores comen, que los turistas se involucren en la vida cotidiana de los pobladores y que los pobladores mismos aprendan a valorar lo que tienen, que sepan que los turistas van a convivir, a consumir tal como lo hacen ellos. Creo que va ha ser un aspecto educativo muy importante para la comunidad y para los visitantes.
¿Son turistas peruanos o extranjeros?
Imagino que un 10% serán foráneos, pero la mayor parte van a ser peruanos. Limeños invitados por Alfonsina Barrionuevo, por Roberto Aldave Palacios. El anuncio se hizo en la noche de la presentación del libro en el Club Ancash (24 de enero), a la que asistieron más de 500 personas. En esa fecha también expusimos fotografías de la zona, el video, el baile costumbrista “los diablitos de Cuspón” que concitó la atención de propios y foráneos.
¿Usted sabe si el turismo vivencial se practica en otros lugares?
Si, me parece que Rafo León y Sonaly Tuesta -entre otros- realizan prácticas de este tipo. Pero los docentes universitarios la realizamos cotidianamente con nuestros alumnos. Por razones de estudio visitamos las comunidades coordinando con sus respectivas autoridades. Las comunidades nos acogen, nos proporcionan alojamiento, comida, nos brindan información y creo que es una práctica muy frecuente sobre todo entre los docentes universitarios de las áreas de las ciencias sociales y naturales.
¿Ha estado usted a cargo de la dirección del archivo provincial de Huaura-Huacho?
Cuando iniciamos nuestra investigación en la zona Huacho, nos dimos con la ingrata sorpresa de que no teníamos centros que nos brindaran información sobre la zona y, particularmente, las instituciones públicas no tenían sus archivos organizados. Lo que es peor, no brindaban acceso a lo disperso que ellos tenían, salvo una biblioteca sobre el tema de la independencia que se encontraba en el museo histórico de Huaura. Así, desde 1990 iniciamos el reto de organizar el archivo provincial en Huacho en coordinación con el Archivo General de la Nación, la universidad y la municipalidad provincial. En 1992 logramos que el Archivo General de la Nación creara el Archivo Provincial de Huaura-Huacho. Desde 1992, hasta hace algo más de un año, estuvimos en la dirección de ese archivo; logramos centralizar la documentación histórica de muchas instituciones. Tenemos material documentario desde 1565 y los archivos notariales de casi todos los notarios ya fallecidos; hemos logrado reunir más de 300 libros de temática estrictamente regional, tenemos más de 300 colecciones de periódicos y revistas desde 1866, más de 8000 fotografías. Buena parte de estas fotografías son en blanco y negro y son las más valiosas para nosotros. En fin, hemos logrado reunir un abundante material documentario, bibliográfico, hemerográfico y fotográfico, hoy al servicio de la investigación.
¿El Archivo Provincial de Huaura-Huacho depende del Archivo General de la Nación?
Efectivamente, es parte del Archivo General de la Nación y dentro de poco deberá convertirse en Archivo Regional, en el entendido de que Huacho es sede del gobierno regional de Lima y el archivo debe pasar por añadidura a la jurisdicción del gobierno regional, en lo administrativo y en lo económico; en lo normativo y lo técnico seguirá bajo la dirección del Archivo General de la Nación. Esas son las características que tienen los Archivos Regionales a nivel nacional.
¿En qué otras regiones hay tales archivos?
A nivel nacional tenemos 19 archivos regionales. Los más significativos –además de la central que es el Archivo General de la Nación- están en Piura, Cuzco, Trujillo, Cajamarca, Lambayeque, Arequipa, Puno. Hay algunos que recién están en proceso de implementación como es el caso de Ica, Cerro de Pasco, o el mismo Callao. La idea es que cada región debe tener un archivo regional para centralizar toda la documentación histórica, entendiéndose por ésta a todos los documentos provenientes de las instituciones públicas con más de treinta años de antigüedad, y que previa una selección, deben ser conservados.
Cuéntenos sus experiencias como docente.
Como le mencioné antes, tengo 34 años en el ejercicio de la docencia universitaria, en el área de las ciencias sociales (historia). Procuramos desarrollar nuestras asignaturas ligadas al trabajo de campo. Con los alumnos realizamos visitas y estudios sobre pueblos y comunidades del área de influencia de nuestra Universidad, con un patrón esquemático que nos permite resaltar lo más significativo de cada comunidad, gracias a estas acciones nos ligamos con los pueblos, con sus autoridades. Por ejemplo, hemos realizado estudios significativos sobre Cochamarca o Naván para citarle dos casos, este último conllevó a la impresión de dos mil ejemplares del libro con motivo del 50° aniversario de creación del distrito de Naván (provincia de Oyón, Lima).
Como docente, ¿cómo ve usted la influencia del Internet y la globalización en los estudiantes?
Quienes trabajamos sobre el tema de la identidad cultural, me da la impresión, lo hacemos un poco para contrarrestar la invasión de la globalización a través, sobre todo, de Internet. Lastimosamente, cuando a nuestros alumnos se les asigna una tarea, se limitan a bajar información sin leerla. ¡Las sorpresas que vemos todos los días! Recuerdo, a manera de anécdota, que hace dos o tres años atrás, a un grupo de alumnos les dejé como tarea resaltar el conjunto de expresiones culturales de un pueblo vecino, Végueta. Al cabo de un mes me presentan el trabajo, bien presentable, con fotografías. Y al momento de revisarlo me doy con la ingrata sorpresa de que no correspondía a ese pueblo de Végueta que está junto a Huaura, sino sobre un pueblo del mismo nombre en el interior de España.
¿Hay bibliotecas en Huacho?
Tenemos una biblioteca municipal en Huacho, otra en Huaura, la universidad tiene su biblioteca y cada facultad igualmente la suya. Los colegios y las escuelas tienen sus bibliotecas, pero las cabinas de Internet son mucho más visitadas que cualquier biblioteca y yo creo que es todo un reto ver cómo hacer para interesar más en la lectura a los escolares de todos los niveles.
¿Cuáles son las responsabilidades del estudiante y del docente?
Creo que esto pasa por un mayor compromiso de los docentes para con sus alumnos. Uno de los muchos mecanismos para combatir esta práctica de bajar información de Internet, es asignarle la tarea a los estudiantes de todos lo niveles para que entreguen sus trabajos manuscritos, al escribir, por lo menos se dan el trabajo de leerlo. Yo, particularmente, insisto en este aspecto. Recogiendo la experiencia de mi hijo que estudió en el colegio Alfonso Ugarte de Lima, a mis alumnos les exijo los trabajos manuscritos, de esa manera, al menos estamos exigiendo que lean, por lo menos la parte que están copiando. Lo otro, más significativo, es abordar los temas desde la orilla del entorno, de la localidad, provincia, región, comprometiéndole a la investigación, generando compromiso con lo suyo, creando o afirmando su identidad regional y nacional.