Maritza Villavicencio
La magia de ser mujer La magia de ser mujer

Por Miguel Ángel Cárdenas M.
Fuente: http://www.elcomercio.com.pe/EdicionImpresa/Html/2007-07-19/ImEcCronicas0756124.html

Los pallares son sagrados para Maritza por dos motivos: porque con ellos lee el futuro --rescatando y descifrando el oráculo milenario de los moches-- y porque son muy nutritivos preparados en una marusa (crema especial). Sus recientes estudios sobre el origen sagrado y femenino de los alimentos en el antiguo Perú son emancipadores de cualquier noción reduccionista de género. Y es que haber pasado por el socialismo y el feminismo para, sin embargo, seguir siendo contestataria le brinda una espaciosa perspectiva. La suya es una mirada que retrocede hasta las diosas del antiguo Perú para seguir una línea de identidad que lleve a definir a la mujer peruana actual.

Sé que la diosa preínca Urpay Huacha le gusta mucho.
Es una diosa con la que cada vez tengo mayor afinidad. La Universidad San Martín de Porres me permitió hacer una investigación sobre "Poder, mujer y alimentación en el antiguo Perú", centrada en Pachacámac, Paracas y Nasca. Y el hilo conductor es esta diosa, de la que hay mitos riquísimos. Parece que era una de las esposas de Pachacámac, la otra era Pachamama. Se le atribuye la creación de los peces y de las aves marinas. Y de ser un culto local se amplió por la costa hasta la sierra y llegaría, como llegó Pachacámac, hasta la selva.

Hay una moda en ciertos historiadores, psicólogos junguianos y literatos por el sagrado femenino. Por ejemplo, con las reinterpretaciones sobre María Magdalena...
El principio femenino es una vuelta de Occidente a buscar nuevos referentes espirituales, ideológicos. Y tiene que ver con los rechazos a la guerra. La belicosidad se consideraba un valor masculino y hubo estudios que decían que había que buscar lo femenino, lo contrario, la paz. Decían: frente a la fuerza, la debilidad femenina.

¿Y las princesas guerreras?
Pero no es debilidad, es suavidad. Y, claro, dónde están las guerreras que las hubo y sanguinarias. Como Mama Huaco, que es reconocida por su fiereza y gracias a ella se vence a los enemigos de los quechuas para fundar el Tahuantinsuyo.

Sé que está escribiendo una novela sobre Chaska, otra diosa mitológica.
Sí, Chaska, en la mitología andina, es el lucero del amanecer, es el planeta Venus. Es la diosa de las doncellas, de las flores silvestres y del rocío. Es mujer de cabellos revoltosos y desordenados, de ahí viene la palabra 'chascosa', porque cuando se despertaba al amanecer, se lavaba los cabellos y quedaban mojados. Dicen que esas gotas de agua que salían de sus cabellos caían a la tierra y regaban los campos. Pero simultáneamente, con ese imaginario tan delicado, era también la escudera del sol. Ella salía a desterrar la noche. Son los principios opuestos integrados en ella... ya terminé de escribir mi novela.

Usted fue una feminista radical y una izquierdista comprometida. Digamos que analizar mitos no era, al principio, una especialidad de estas ideologías.
Fue en la Universidad Católica. Para abrirme espacio como intelectual tenía que desdecir mi realidad hogareña, donde cotidianamente veía a mi abuela que leía las barajas españolas. En la universidad todo eso pasaba a ser categoría de superstición. Y sin prestigio, ignorante, de gente no evolucionada.

Y seguro usted quería ser esa mezcla de Simone de Beauvoir con Rosa de Luxemburgo.
Yo escuchaba siempre: qué mujeres tan interesantes. Tenía 18 años y me decía: quiero llegar a ser una mujer interesante. Pero en ese paradigma teníamos que dejar de lado aquello que en los cómics de Quino estaban concentrados en Susanita... Pero yo tuve un hijo a los 21 años y de un día para otro, pasé a ser Susanita. Me sentí aislada, mis compañeros me criticaban. El feminismo nace de esta constatación, de vivir una discriminación. No digo: porque los hombres son malos, pero objetivamente se restan tus oportunidades de desarrollo. Pero hubo mucha radicalidad: quienes rechazaron la maternidad decían que iba contra tu realización personal. Otras decíamos que había que hacer que la sociedad reconociera el valor de la maternidad, porque qué más valioso que crear y criar una vida humana.

Pero sé que con un hijo vivió como una izquierdista coherente. ¿Cuándo se aparta?
Sigo creyendo en la justicia social, porque yo no fui la socialista solo de mítines y aulas universitarias. Me pasé doce años en Comas, en los tremendos años 70, donde no había pistas y me llevaba a mi hijo con sus pañales no desechables y su mamadera. Participé con grupos vecinales para conseguir agua y desagüe, construir las pistas. En Comas se crean los primeros comedores populares, después de El Agustino... Me fui de mi partido de izquierda, cuando inicia el proceso de legalización, participa en política y la utopía se la comienzan a parcelar con todas las gollerías y rencillas del poder.

Las mujeres juegan un rol admirable, con estos comedores populares y las que logran conquistas sociales siendo madres solteras. Pero también hay mujeres fuertes en el lado oscuro: las fujimoristas, que defienden ferozmente a un hombre dictatorial.
Hay mujeres fujimoristas como hay mujeres senderistas que asumen una ideología y lealtad frente a un líder. Son fundamentalistas, acérrimas, es una característica de la lealtad femenina, de ser escuderas. El inca tenía como compañera a una colla, pero a la vez tenía 40 mujeres de confianza, que se van turnando una semana para encargarse del vestido y la alimentación. Le daban mayor confianza, en todos lados un rey corre el riesgo de ser envenenado. Con ellas tenía una confianza férrea.

Eliane Karp fue todo un caso: empezó con la imagen de mujer progresista y luego se convirtió en una fiera prepotente y autoritaria. Usted se le enfrentó.
... Yo le planteé hacer la exposición: "Divina y humana, la mujer en el Perú y México antiguos". Y se hizo, pero en la última etapa aparecía la jefe de prensa de la señora como la autora del concepto que es algo especializado. Y comenzó el problema cuando después la misma Karp saca un catálogo, donde se atribuye la idea original. Entonces yo, que había peleado mis derechos de autor en el ámbito administrativo, salgo a la luz. Ahí hago la denuncia pública que me costó represalias, censura en el canal del Estado, en ningún organismo se me contrataba. Cuando hubo la Feria del Libro de Guadalajara, donde Perú era invitado, me llamaron de allá, pero aquí me vetaron... Tenía que comprender a los que no se solidarizaron conmigo porque podían perder el trabajo. Igual salí adelante. El doctor Jorge Pérez Albela me defendió gratis y me dijo: lo hago por la dignidad y la ética profesional que tú representas. Me puse a llorar. Al mes y medio me dijo: aquí tienes el registro de la propiedad intelectual a tu nombre. Ya estoy apta para iniciar un juicio de reparación civil y moral.

Si tanto los hombres como las mujeres somos igual de honestos y corruptos, ¿qué es lo particular de ser mujer? Algunos hablan de la intuición, otros prejuiciosos, de ciertas neurosis...
Las mujeres tenemos características intrínsecas de nuestra fisiología y biología. Pero actualmente hasta el desarrollo de la ciencia va en contra; el desarrollo de los niños probeta, in vitro, termina desgajando y restándole todas esas habilidades que son intrínsecamente femeninas. Esta globalización pone a las mujeres en muchas contradicciones. La primera: en la cocina, ahora no solo la peruana, se ha vuelto una actividad de prestigio. Pero si enciendes los canales, la gran mayoría de los chef son hombres, los más prestigiados. ¿Pero quiénes son las que cocinan cotidianamente?

Qué paradójico, porque el rol tradicional de la mujer ha estado asociado a la cocina e incluso la reivindicación de la mujer moderna era no saber cocinar.
Creo que hay un desarrollo que va en contra del principio femenino, porque, por un lado, se pondera la cocina y comer; pero por otro lado, la imagen femenina es de anoréxica y de "no comas..." Además en un mundo donde la lucha por las oportunidades ha roto todas las barreras éticas, la maternidad es vista como algo que quita oportunidades. Todo aquello que en los años 70 se decía de la reapropiación de nuestra sexualidad y cuerpo se ha revertido, estamos más expropiadas que nunca.... No se rescata que nosotras engendramos y sostenemos la vida nueve meses y no acabamos allí, porque de los pechos brota esta maravilla que es la leche materna, un alimento inigualable en el mundo.

Hablar del oráculo de los pallares que rescató de la cultura Moche demandaría otra entrevista larga. Solo quiero saber, ¿en qué momento la intelectual salió del clóset mágico para aparecer como una fitomántica, sin miedo a su círculo de académicos?
Entré en un proceso de aceptación. Y dije: tengo que desarrollar este lado mágico, que es parte de mi autoestima. Y no solo yo, los peruanos somos así: mágico-religiosos y sagrados-profanos. Pero el tema en el Perú tiene un componente de racismo. Son "los indios de la sierra, los selváticos"; es decir, "un sector de analfabetos, ignorantes, que no han asumido la modernidad". Apostar por la magia que habita en nosotros es ir contra el racismo, por una inclusión de nuestra cultura. Además la gente te dice: "tengo sueños premonitorios", "mi abuela es maga" y les han leído la suerte. Todo a escondidas, en secreto. Yo llamo a salir de ese clóset.

La ficha
Nombre: Maritza Villavicencio.
Profesión: Historiadora de la PUCP. Museógrafa del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México. Curadora de la muestra "Divina y humana: la mujer en el Perú y México antiguos".
Obras: "Del silencio a la palabra: Mujeres peruanas en los siglos XIX y XX".

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