Jennifer Thorndike
Memorias de una niña mala Memorias de una niña mala

Por José Vadillo Vila
Fuente: El Peruano, Lima 27/10/07

Los 10 relatos de Jennifer Thorndike (Lima, 1983) se mueven en ese territorio, a veces culposo, otras difícil, y más vedado, de las relaciones homosexuales, vertiente al que las letras peruanas no está del todo acostumbrado. La núbil Thorndike nos pide imaginarnos lo que sucede con una mujer que escribe sobre un tema del cual se piensa no se debe hablar, y menos, escribir. Y las repercusiones de la escritura de alguien que se autodefine como “chica bisexual peruana-limeña-miraflorina, escritora apasionada y bruja malvada”.

Más, si ésta cuenta siempre que se siente orgullosa “de un cromosoma de más”, que la lleva a explorar diversos mundos, como éstos que acoge su libro Cromosoma Z (Bizarro Ediciones, 2007). Por algo, ya le han dicho que es una niña malcriada.

La salida de tu libro ha causado un revuelo, por lo menos entre quienes leen tu blog. ¿A qué crees que responda esto?
-Definitivamente, la temática juega un papel importante en el revuelo que ha causado la publicación de mi libro. Aborda un tema poco usual en la narrativa peruana, que continúa siendo un tabú. En cuanto al blog, su público es importante. Y es probable que si te leen –y gustas–, quieran hacerlo fuera del círculo virtual.

Carlos Carrillo dijo que su novela fue vetada por una librería por tratar sobre pedofilia y satanismo. ¿Te ha pasado algo similar?
-Felizmente, mi libro no ha sido censurado. Pero ésta puede darse en muchas formas, y Cromosoma Z no está libre de ser prejuzgado. Ahora, es importante que la literatura “alternativa” esté en librerías porque, finalmente, es el lector quien decide qué leer.

Entonces, ¿el público peruano está dispuesto a recibir la literatura de temática bisexual?, ¿Bayly es pionero en ello?
-En general, la sociedad peruana todavía se resiste a muchos temas por la formación, la religión o la concepción errada. Sin embargo, mi generación es mucho más receptiva a estos temas. Carmen Ollé y Morella Petrozzi tienen libros de narrativa homoerótica. Lo que sucede es que no se les abre una plaza tan grande como sí sucede con Jaime Bayly o Beto Ortiz, ya que ellos tienen la ventaja de contar con la televisión.

¿Cuáles han sido las reacciones a tus cuentos por la “crítica”?
–Han sido buenas, tanto del público como de quienes han tenido la generosidad de hacerme escribir alguna crítica. De hecho hay detalles para tomar en cuenta en las siguientes publicaciones. Espero que mi escritura evolucione cada día más.

Hallar la narrativa como medio de expresión, ¿qué te ha enseñado?
–Hace mucho tiempo dejé de explorar la poesía para meterme de lleno en la prosa. La narrativa y una publicación impresa te permiten elaborar un trabajo mucho más meditado, elaborado y cuidado. En los blogs, la inmediatez muchas veces no permite hacerle tantas revisiones a un texto.

Además del tema sexual, las historias tienen en común la destrucción.
–No se debe a la temática. La destrucción o autodestrucción es una característica de las relaciones amorosas tormentosas como las que se ven en el libro. Estoy segura que a muchas personas les ha pasado que se han enamorado de una profesora o han sentido atracción por alguien a través del chat.
 

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