Miguel Rubio Zapata
“Nuestra manera es hacer del teatro un ejercicio de invención” “Nuestra manera es hacer del teatro un ejercicio de invención”

Por Francisco Izquierdo Q.
Fuente: La Primera, Lima Dic. 2006

Para Yuyachkani, este 2006 fue un año especial, principalmente por su aniversario número 35 y por la publicación de El cuerpo ausente (Performance política), texto de Miguel Rubio Zapata que aparece como un testimonio vivo de la labor realizada por el grupo dentro de los ámbitos del teatro y de los derechos humanos. Esto, a partir de los encuentros Teatro por la vida, que realizó Yuyachkani en la década de los 80, hasta el acompañamiento a las audiencias públicas y la entrega del Informe final, por parte de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR), en Ayacucho.

Con ello, la sección de Cultura de LA PRIMERA cierra su accionar de este año de la mejor manera, con una entrevista a Rubio Zapata, director de los Yuyas, acaso el grupo de teatro más importante de nuestro país.
 

–¿Cuál consideras que fue el punto inicial para el surgimiento de este libro?
–Básicamente primó la idea de poner en blanco y negro las preguntas que nos hacíamos en el último periodo, el de la violencia política. Así, este texto ha salido a la luz pensando en los jóvenes que no han vivido esos años tan duros para nuestro país, a fin de que puedan acercarse a esa realidad por medio de este testimonio.

–Dicho periodo, ¿tuvo muchas repercusiones en el grupo?
–Sí. Nos ha transformado esencialmente a nivel de creación: hemos regresado a la documentación, al teatro documento. Y eso a conllevado a cuestionar los límites de la puesta en escena, a crear una frontera entre la representación y la presentación, entre lo que es arte y vida, a idear eventos perfomativos inmediatos. Esta serie de repercusiones tienen mucho que ver con la dramaturgia, la intervención en espacios públicos...

–En el prólogo, Ileana Diéguez se refiere, entre otros aspectos, al compromiso del arte. ¿Como evalúas este concepto?
–Mi respuesta va en que no me imagino otra manera de creación que no sea la de pensar y hacer el ejercicio a través del teatro, que no es un medio sino un fin, como lo detallan los grandes maestros. Ese impulso inicial de hacer un teatro inmediato, que sirva para la vida, con una intensidad mayor del momento compartido.

–Dentro de todo esto, ¿dónde queda la responsabilidad del artista de teatro?
–Puedo hablarte de la mía, y la de mi grupo. El teatro peruano es un abanico de propuestas y posibilidades de caminos, pero falta poner los ojos en algo distinto, en otras formas de teatralidad. Ahora, yo creo que cada uno mantiene su manera de hacer dramaturgia. La nuestra es la de hacer del teatro un ejercicio de invención. Inventar antes que reproducir. Crear y recrear en función del momento.

–En esa invención, ¿hay algo de activismo y resistencia por parte de Yuyachkani?
–Yo creo que sí, porque en el libro se reseñan acciones, como nuestros acompañamientos a las audiencias públicas de la CVR, y eso devienen en otras más que se reflejan en nuestras presentaciones. Y lo que más me asombra es ver cómo eso regresa y te plantea nuevos rumbos. Como el caso de Técnica mixta, que tiene mucho que ver con cómo la plástica ha influido en el teatro en los últimos años. Y ahí está la invención, pues la idea es incorporar nuevas maneras al teatro y de cuestionar el sentido establecido de la actuación, que es un arte de frontera, interdisciplinario.

–Frente a esto, ¿crees que la característica política del teatro radica sólo en la interrelación de la puesta en escena con el espectador?
–No, hay otros muchos aspectos. Por ejemplo yo he visto obras con aparentes contenidos revolucionarios, pero que en el fondo no lo son, pues repiten formas, ideas y conceptos. Es decir, son conservadoras a ultranza. Con ello, nuestra búsqueda radica en el intento de modificar el espacio, además de entender la organización artística de muchas vertientes. Así, lo ideal es que esto se refleje en la obra. Pero no pensando en el concepto de “ser originales”, sino, te lo repito, en el de la invención.

–¿Se da esto en otras artes?
–Si, claro. Ahí tenemos a los grupos de teatro en las zonas de emergencia. Muchas vertientes del arte tradicional ayacuchano, como por ejemplo la evolución del retablo, que ahora ha llegado hasta el grabado. Pero como somos un país tan centralista vemos sólo lo que nuestra inteligencia nos da y no conocemos de eso. Todo esto es una memoria que está por hacerse. Y este libro es un intento de empezar a hablar al respecto.

–¿Y dónde queda el mito?
–El mito hay que reinventarlo. El mito está presente siempre y muchas veces cuando no tenemos una respuesta científica que nos satisfaga ahí es donde aparece, en todos los contextos.

–Y para ustedes, ¿estos contextos los ha hecho cambiar de rumbo?
–Desde el inicio. La primera obra que hicimos fue por el impacto de ver a los mineros en los setenta tomando Lima. Nosotros no vemos al teatro como algo trascendente, asumiendo “trascendente” como el hecho de escribir una obra, un texto literario. Nosotros hemos escrito las obras después de representar la puesta en escena. Creemos que el teatro es la acción, que lo que moviliza el drama es la acción.

–Una acción que siempre busca cohesionar distintos aspectos del Perú...
–El conocer el Perú gracias a nuestro trabajo nos ha ido creando cada vez más dificultades, por sobre cómo poder incorporar todas esas manifestaciones que observamos y vivimos en nuestro repertorio. Por ello, en todas las obras de Yuyachkani se ven muchos momentos de nuestro país. Y esto no sólo ha nivel temático, porque también está el corporal...

–¿Que se da en qué forma en un actor de Yuyachkani?
–Desde el principio me he sentido privilegiado al ver a mis compañeros entrenando, preparando el cuerpo para dilatar, para crear esa presencia, la de un actor que es un organizador a partir de su cuerpo. En el cuerpo está todo. Y el título del libro (El cuerpo ausente) también tiene que ver con este proceso, de cómo hemos trabajado sobre tradiciones orientales, de artes marciales, muchísimas danzas tradicionales del Perú y cuanta corriente contemporánea de trabajo corporal. Sin duda, el trabajo del cuerpo ha sido esencial en toda nuestra trayectoria.

–¿Cómo observas la situación actual del teatro en nuestro país?
–Me interesa. Ahora hay una generación de jóvenes que se ha instalado en la calle, mas no en las salas. Y eso es algo nuevo que responde a la necesidad artística de todos estos chicos. Algo que nosotros hemos comenzado a analizar dentro de nuestros planteamientos para este 2007.
 
Dato

Miguel Rubio Zapata es miembro fundador (1971) y director del Grupo Cultural Yuyachkani.
Ha dirigido, entre otras piezas, Sin título, técnica mixta (2004); Hecho en el Perú (2001); Santiago y Antígona (2000); Hasta cuando corazón (1994); No me toquen ese valse y Adiós Ayacucho (1990); Contraelviento (1989); Baladas de bienestar y Encuentro de zorros (1985); y Los músicos ambulantes (1983).
Ha dictado talleres en la Universidad de Río Piedras, Puerto Rico; en el Massachussets Institute of Technology (MIT), Boston, Estados Unidos; en el Instituto Superior de Arte de La Habana, Cuba; y en la Universidad de Bologna, Italia.
Es miembro del Consejo de Dirección de la Escuela Internacional de Teatro de América Latina y el Caribe (Eitalc).
Es profesor de la Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación de la PUCP.
En 2001 publicó Notas sobre teatro.

Boletín semanal
Mantente al tanto de las novedades ¿Quieres ver nuestro boletín actual?
Ingresa por aquí
Suscríbete a nuestro boletín y recibe noticias sobre publicaciones, presentaciones y más.