Santiago Roncagliolo
Abril rojo: la trampa de la violencia Abril rojo: la trampa de la violencia

Por Enrique Sánchez Hernani
Fuente: La Primera, Lima 06/06/06

Novela de Santiago Roncagliolo es un retrato de la violencia que asoló al Perú con el terrorismo.
 

Un joven escritor se zambulle en sus recuerdos de adolescencia y coge una red que atrapa apagones, estallidos de coches bomba, atentados terroristas y otros macabros presentes. La muerte realiza su danza lúgubre.

Fija el lugar donde se asientan estos sombríos sucesos en un lugar simbólico: Ayacucho, que además, en quechua, significa "rincón de los muertos".

Las ideas giran en torno a su ordenador. Añade un fiscal medio tonto y rústico -quizá el emblema de una justicia que demoró en abrir los ojos ante la violencia- que con vehemencia quiere (¿o debe?) resolver un extraño caso.

Con él danzan un comandante del Ejército, baldado en su inteligencia y cuasi convertido en un monstruo psicótico, y un anuente coronel de la Policía que despliega toda su voluntaria impericia para entorpecer el cruel desembalse de la realidad.

Nadie quiere ver lo que el fiscal ve: oscuras muertes, tétricos culpables, una razón enloquecida para acumular víctimas. Al concluir, el escritor obtiene una novela.


La violencia

Santiago Roncagliolo, el escritor, aborda el tema de la violencia (mitad senderista, mitad producto de un perturbado personaje) en Abril rojo (Premio Alfaguara de novela 2006) desde una distancia que pone a buen recaudo su propia opinión sobre el tema. ¿Por qué? Por la forma como ha pintado a algunos de sus personajes.

El fiscal Félix Chacaltana, a contrapelo de la violencia que va descubriendo a raíz del macabro hallazgo de un cadáver, es un ser casi irreal al principio del libro: ingenuo hasta el patetismo y apegado a la ley con la solicitud que sólo la candidez puede permitir.

Curiosamente, sólo tras irse aclarando la saga de crímenes, imbricados uno con el otro, Chacaltana se vuelve real: aparece un personaje proclive a la violencia, que se enreda en su propensión a confundir la realidad (habla con su madre fallecida todos los días) y agobiado bajo el peso de la propia muerte que le circunda. Es decir, se hace un ser cotidiano, como los que vimos en el Ayacucho real.

Por su lado, el comandante Carrión, de monstruoso apaciguador de terroristas y autor de tácitas matanzas en nombre de la paz, se hace solamente un monstruo, dislocado ya de toda realidad.

Cuando le descubre al fiscal Chacaltana el sórdido mecanismo de funcionamiento de la realidad que se va salpicando de muertes, se hace él mismo igualmente real y trae a la realidad al fiscal, que estalla en una orgía de terror, sumándose a las cruentas circunstancias desenvueltas en la novela.


Recusación de la muerte

Roncagliolo, sobre la base de esta trama, ha construido no una apreciación ética de la violencia o realizado una denuncia antropológica. Sabe de lo trajinado que está todo eso, además de no ser su función inmediata como escritor.

El autor ha cimentado una novela de acción, que le debe tanto al género noir como al de suspenso. Tras su relente de cinismo hay también una recusación de la muerte, pero tal actitud no aparece maniquea ni premeditada.

El libro logra su cometido: hurgar en las terribles circunstancias que vivimos durante el auge del terrorismo, pero desde un punto de vista diferente, casi antisociológico, quizá por ello legible literariamente.
 
Dato

Santiago Roncagliolo (1975) es el autor más joven que ha obtenido el Premio Alfaguara de Novela. Su anterior novela, Pudor, se tradujo a varias lenguas y será llevada al cine este año.
 
   

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